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La socialdemocracia en bancarrota



España, como muchos otros países del mundo, parecía vacunada contra la socialdemocracia, después del desastroso gobierno de Zapatero pero Pedro Sánchez ha roto los pronósticos y, consciente de que nunca ganaría unas elecciones en las urnas, encontró un atajo miserable y alcanzó el poder mediante una moción de censura apoyada por la peor basura de España: totalitarios, comunistas camuflados, golpistas catalanes, propagadores del odio, nacionalistas extremos y amigos del terrorismo etarra, ninguno de ellos demócrata, pero todos travestidos con falsos ropajes democráticos.
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Afirman que aman al pueblo, pero lo desprecian; desean la paz mientras promueven guerras; apoyan a los pobres, pero enriquecen a los ricos; creen en la democracia pero gobiernan como tiranos; proclaman la igualdad, pero son los campeones del enchufismo, el amiguísimo y el nepotismo; dicen que benefician al pueblo, pero lo marginan y acribillan con impuestos injustos; defienden el Estado de Bienestar, pero los únicos que están bien en su Estado son ellos.

Son los socialdemócratas, hijos ideológicos y políticos del comunismo, cuya influencia en la construcción del mundo actual ha sido notoria, pero hoy están en retroceso y decadencia porque los pueblos se han dado cuenta de sus hipocresías y falsedades. A la socialdemocracia le ocurre como a sus primos comunistas, que su teoría es aceptable, pero cuando la ponen en práctica sobrevienen la pobreza y el fracaso.

La socialdemocracia es la mayor embaucadora de la Historia. Sus políticos se presentan como amantes de la democracia y la libertad, pero en realidad marginan a los ciudadanos, adoran al Estado y lo manejan a su antojo, movidos exclusivamente por el poder y sus privilegios, su única verdadera ideología. Necesitan gobernar para crecer y sobrevivir porque sus seguidores hoy se mueven por interés, en espera de conseguir privilegios y recompensas del Estado.

Sus trampas, hipocresías e ineficacia han impulsado el crecimiento de la extrema derecha en todo el mundo, que se interpreta como una reacción indignada contra la falsedad, la corrupción y el deterioro democrático que representan los socialdemócratas.

Nacieron como un socialismo escindido y distinto al comunismo, al que acusaban de ser totalitario, proclamando su fe en la democracia y la libertad y asumiendo del comunismo su pretendido amor por los pobres y desamparados, a los que querían redimir. Pero pronto su comportamiento político puso en duda su pretendido amor a la democracia y la libertad porque lo que se veía en ellos eran otros rasgos ocultos como la admiración al Estado fuerte, el ansia desmedida de poder, escaso apego a la libertad, una tendencia malévola hacia la corrupción y el amiguismo y un progresivo alejamiento del pueblo y de los ciudadanos.

El mundo de hoy está cansado de los socialdemócratas, a los que acusa de ser ventajistas y falsos, ajenos al bien común e hijos de la ambición. Han cruzado miles de veces la línea roja al anteponer sus propios intereses al bien común y se les han descubierto tendencias capitalistas y hasta una fatal e inconfesable atracción por los millonarios poderoso, a los que muchas veces convierte en aliados. Siempre gobiernan a su antojo, afirmando que lo hacen en nombre del pueblo. Sus gobiernos han destruido valores y culturas, tras abrir las puertas a la corrupción, el globalismo y el multiculturalismo. Han construido un mundo injusto, desigual, corrupto e indecente, donde solo ellos viven bien.

El pueblo norteamericano, pionero en muchas cosas, los rechazó con estruendo al votar a Donald Trump como presidente, con el mandato de que los desenmascare y los borre del mapa. Estaban hastiados de la hipocresía de Obama y los Clinton, hipócritas defensores de la paz y el desarrollo cocial, pero en realidad promotores de desigualdades y guerras.

En otros muchos países la socialdemocracia, rechazada por la ciudadanía, está en retroceso y sin posibilidades de acceder al poder.

Uno de esos países era España, que parecía vacunada contra el mal socialdemócrata tras el nefasto mandato de Zapatero, que estuvo a punto de arrojar la nación al abismo, pero no ha sido así porque Pedro Sánchez encontró un atajo miserable para acceder al poder, apoyado por la basura interna de España, integrada por golpistas, totalitarios. amigos del terrorismo etarra e hios del odio interesados en romper la nación. Ese "atajo" es en si mismo una aberración de la democracia porque, sin que los ciudadanos se pronuncien en las urnas, une a partidos teóricamente contradictorios e incompatibles, unidos sólo por el ansia de poder y el odio a la derecha.

Los socialdemócratas españoles son expertos en alcanzar el poder de manera irregular o traumática. El mandato del inepto y mediocre Zapatero llegó por sorpresa, impulsado por la terrible conmoción que produjo un atentado terrorista brutal, mientras que el actual presidente, Pedro Sánchez, encontró un atajo de dudosa legitimidad para conquistar de nuevo el gobierno, sin votos populares pero con el apoyo de nacionalistas radicales, golpistas, amigos del terrorismo, totalitarios y comunistas disfrazados.

A ver quien los echa ahora del poder porque ellos, conscientes de que la basura siempre les vota, van a aprovechar cada minuto de poder y cada recurso del Estado para convertir a España en un enorme basurero capaz de votarles.

Francisco Rubiales

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Miércoles, 24 de Octubre 2018
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