La segunda gran rebelión de los andaluces

El 4 de diciembre de 1977, casi dos millones de andaluces se manifestaron en rebeldía exigiendo una autonomía plena, del mismo nivel que Cataluña y el País Vasco, y terminaron logrando su objetivo. Fue una rebelión llena de razón contra la injusta decisión del gobierno, que estaba concediendo privilegios y ventajas a catalanes y vascos y violando el principio de igualdad de todos los españoles.

Hoy, ante el asalto de Pedro Sánchez a esa igualdad de todos, ya consagrada por la Constitución vigente, mucho más grave que aquel otro de 1977, Andalucía, que es la autonomía más poblada de España, tiene motivos para rebelarse de nuevo y derrotar la bajeza que está tejiendo el socialismo corrupto, claramente contraria a la Constitución.

El presidente Juanma Moreno ha prometido varias veces, la última ayer en el Senado, que hará todo lo posible por impedir que la desigualdad que está tejiendo Sánchez llegue a culminarse y que defenderá con todos los medios a sus alcance, la igualdad de los andaluces con respecto a los vascos y catalanes.

Los andaluces del presente son conscientes de que los privilegios que Sánchez quiere conceder a catalanes y vascos rompen España y siembran la semilla de la discordia y el descontento más profundo en todo el territorio español.

Que Juanma Moreno demuestre que va en serio y convenza a los andaluces y españoles que sus amenazas y promesas no son otras de las mentiras y frases de propaganda tan habituales en la política frívola y de segunda clase que impera en España.

Los andaluces deben salir de nuevo a las calles y, arropados e impulsados por su gobierno autonómico, el que preside Juanma Moreno, alzarse contra el sucio, injusto, inmoral e indecente sanchismo, que pretende crear españoles de primera y de segunda clase y dotar de ventajas, riquezas y privilegios a las regiones más díscolas, desleales y promotoras del odio a España, concretamente a Cataluña y Vascongadas, en perjuicio de todas las demás.

La afrenta y la brutalidad que pretende perpetrar el sanchismo es lo bastante grave y anticonstitucional para alzarse contra ella, actuando en las calles y con medidas extremas como una huelga general, una sólida resistencia fiscal y otras muchas, todas para impedir el gran atropello que se prepara y se está negociando, que no tiene otro fin que el miserable de lograr que el sátrapa Sánchez continúe en el poder.

Esa rebelión de los andaluces contra la ignominia se convertiría, sin duda, en el pistoletazo de salida para la necesaria regeneración de España y para que se emprendan las reformas que el país necesita para erradicar la corrupción, garantizar la igualdad de todos e impedir que en adelante puedan apoderarse del Estado personas sin suficientes valores ni garantías éticas.
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