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La resistencia, confusa y desesperada, está siendo derrotada



La guerra de Ucrania es un conflicto cruel, confuso y complejo en el que es difícil discernir quién es el bueno y quién el malo. Los dos bloques que se enfrentan no son fiables y están cargados de suciedad y mentira. Una vez más, como ocurre en todas las guerras, los grandes derrotados son el ciudadano y la filosofía de la paz y del amor.

La resistencia, integrada por ciudadanos que luchan por la libertad y la decencia en el mundo, está en situación desesperada, rodeada de adversarios crueles y hostigada por los dos bandos que se enfrentan, el del poder en las sombras que quiere dominar el mundo y el de Rusia, China y sus aliados, que también quieren el dominio mundial y están dispuestos a lograrlo por la fuerza.

La guerra de Ucrania está demostrando que no hay esperanza en ninguno de los dos bandos y que Rusia y sus aliados no defienden en modo alguno la libertad, sino la esclavitud a punta de pistola.

Los que resistimos no sabemos que enemigo es peor, si los asesinos rusos o los poderes en las sombras que quieren imponer un mundo totalitario y con un Estado único, sin Dios, sin libertades y sin derechos, dominado por la mentira y las élites ocultas.
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La guerra más cruel, llena de muertos, paisajes destruidos y sufrimiento, está viva de nuevo en el corazón de Europa
Hasta ahora, las élites han ganado todas las batallas, especialmente la de la propaganda. Las élites son dueñas de las grandes redes sociales, de los gigantes de Internet, de las principales factorías de producción cinematográfica y de los principales medios de comunicación del planeta. Eso les proporciona una enorme ventaja sobre la resistencia.

Pero la resistencia, confundida, dividida y desinformada por el adversario, cada día está más convencida de que lo que los multimillonarios en las sombras quieren imponer, con la ayuda de la mayoría de sus políticos sometidos y medios de comunicación controlados, no es trigo limpio y que el mundo que ellos desean no es otra cosa que una inmensa jaula para encerrar esclavos bajo control de un único gran poder mundial.

En esta guerra, los ciudadanos lo tienen difícil porque son víctimas del engaño, la manipulación y técnicas sofisticadas que crean confusión y miedo. A muchos de los que resisten no les gusta Rusia y su estilo tosco y falto de libertades reales, mientras que los que aman la libertad y la democracia no están seguros de que su bando tenga esos mismos sentimientos y quieran crear, como afirman, un mundo libre.

La guerra de Ucrania es un espejo que refleja claramente la enorme confusión reinante en estos tiempos de batallas cruciales. Los resistentes odiamos a Rusia por la brutalidad de su invasión y por la sangre que derrama de ucranianos, que son los más débiles. Pero, por otra parte, sospechamos que estamos siendo manipulados por el bando de las democracias, capaz de utilizar con maestría la mentira y el engaño, cuyos movimientos reales, intenciones y designios permanecen ocultos.

Ignoramos, por ejemplo, que son realmente poderes como la administración demócrata de Estados Unidos, la alianza de los anglosajones, la Unión Europea y la OTAN quienes quieren esta guerra y han presionado a Putin para que la comenzara. Cuando al fin lo han conseguido, después de un inmenso rosario de provocaciones y de insensibilidad ante los argumentos rusos, la guerra ha impuesto su dialéctica canalla y miserable de violencia, dolor, sangre y muerte, ante el espanto de los ciudadanos, generalmente desinformados y manipulados.

No podemos santificar a Putin, pero la gravedad del conflicto y los riesgos que conlleva nos obliga a considerar aspectos que la propaganda nos oculta. Es cierto que Putin es el invasor cruel, que ha sido espía y miembro de la élite soviética, concretamente de su policía política, el KGB, autor de crímenes y brutalidades, pero no es menos cierto que defiende muchos valores y principios cristianos, que se declara creyente y practicante, que defiende a la familia tradicional, que está en contra de las leyes LGTBI, las feminazis y el adoctrinamiento sexual para corromper a los niños desde su más tierna infancia. Putin no tolera que se degenere y corrompa a la sociedad rusa, ni que la Civilización Occidental Greco latina y Cristiana sea destruida y sustituida por inmigración extranjera y extraña a nuestra cultura, civilización y religión europea. Quiere que nazcan niños rusos para que su gente, su raza y su cultura, no se extingan. Es lo mismo que defienden los presidentes de Hungría, de Polonia y otros partidos en la oposición en toda Europa, así como millones de europeos , tanto del este como del oeste, asqueados del falso progresismo, del falso globalismo, de la corrupción, de la prostitución de la democracia y de la enormidad de leyes injustas que nuestros gobernantes nos imponen, siempre dentro de su peregrinación organizada hacia el Nuevo Orden Mundial que ni siquiera han tenido la decencia de explicarnos y que no es otra cosa que una inmensa tormenta llena de nubarrones, diseñada para beneficio no del ciudadano sino de los que ya controlan el mundo y quieren todavía más poder.

Así que la única defensa de la gente decente y honrada en este siniestro y sucio conflicto, enmarcado en una nueva guerra de bloques, es vigilar a unos y otros y procurar escapar de sus mentiras, su propaganda interesada y de sus intereses ocultos, dudando siempre sobre la bondad de los buenos y la maldad de los malos, conscientes de que nuestro peor enemigo, por encima de los bloques y luchas entre unos y otros, son los que ocupan los palacios y ministerios para gobernarnos mal, nos expolian con impuestos abusivos, prostituyen la democracia, nos mienten y engañan y están destruyendo el edificio de nuestras libertades y derechos, construido con sufrimiento y sangre por millones de luchadores libres, a lo largo de la Historia.

Francisco Rubiales

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Jueves, 11 de Mayo 2023
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