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La pobre España, víctima de sus dirigentes políticos



Si se la juzga por la calidad de sus líderes políticos, la España que surgió de la publicitada Transición, es, sin duda, uno de los países más desgraciados del mundo por padecer gobiernos de pésima calidad. Es, sin duda, el país peor gobernado de Europa y uno de los peores del mundo. El cuarteto formado por Gonzalez, Aznar, Zapatero y Rajoy es peor que una plaga de langostas y el bajo nivel de su liderazgo quizás sea insuperable.
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Sed libera nos a Malo
El ex presidente José María Aznar fue considerado por la revista Foreign Policy como uno de los cinco peores ex presidentes del mundo://www.elconfidencial.com/mundo/2010-10-05/una-revista-estadounidense-situa-a-aznar-entre-los-cinco-peores-presidentes-del-mundo_420676/. Es un poco "honroso" título, que comparte con ex canciller alemán Gerhard Schröder, el nigeriano Olesegun Obasanjo (presidente de Nigeria entre 1999 y 2007), Joseph Estrada (presidente de Filipinas entre 1998 y 2001) y Thaksin Shinawatra (primer ministro de Tailandia entre 2001 y 2006), lo ganó entre 1994 y 2004.

Si esa revista, que en modo alguno es una desconocida y es de las más leídas en el mundo de la política internacional, pensaba eso de Aznar en el año 2010, al que millones de españoles consideran que fue un gran presidente, ¿Qué pensará ahora de de Rajoy, que lleva el sello de la corrupcion en la frente, o de Zapatero, al que la mayoría de la opinión pública considera un pésimo dirigente que por poco arruina al país, o de Felipe González, culpable de uno de los peores crímenes en democracia, que es practicar terrorismo de Estado, de haber abierto las puertas a la corrupción y de haber destruido por completo la compacta sociedad civil española, forjada en la lucha contra el régimen de Franco?

¿Que puede pensarse de un Mariano Rajoy al que los españoles votan sólo porque es el menos malo de los que se postulan y que es culpable reconocido de carencias y errores tan garrafales como incumplir sus promesas electorales, convivir con la corrupción y negarse, de manera tozuda, a regenerar la podrida vida política del país y a disminuir el tamaño de un Estado que la misma Bruselas considera demasiado grande, insostenible y preñado de políticos innecesarios y parásitos cobrando del Estado?

La verdad es que España, si se la juzga por lo que han hecho sus máximos dirigentes, incluyendo a un Jefe del Estado con fama de haberse hecho multimillonario durante su reinado, es uno de los países más desgraciados y políticamente abandonados por Dios en todo el planeta.

La España que los actuales falsos demócratas heredaron del Franquismo, al morir el dictador en su cama, era el país menos endeudado de Europa, el que menos impuestos pagaban sus ciudadanos y la décima potencia industrial del mundo, una nación unida que avanzaba con paso firme hacia la prosperidad, año tras año, con un crecimiento elevado, con una economía sólida, sin apenas corrupción y con uno de los índices de delincuencia más bajos del planeta.

Tras la muerte de Franco, España protagonizó un salto altamente publicitado desde la dictadura a la democracia, con el beneplácito del mundo occidental, especialmente de Estados Unidos y Alemania Federal, pero aquella Transición, con el tiempo y la distancia, ha quedado desnuda y desmitificada al comprobarse que en lugar de una democracia auténtica de hombres y mujeres libres lo que produjo fue una dictadura de partidos políticos sin controles suficientes, abierta a la corrupción, al abuso y a otros muchos males, plenamente visibles en la epidermis del país.

Cuatro décadas después del hundimiento del Franquismo y de la entronización de la falsa democraica, España es uno de líos países el más endeudados de Europa, el más desvertebrado y desestructurado, con algunas regiones reclamando la independencia, el que más impuestos cobra a sus ciudadanos, proporcionalmente, el que tiene más políticos viviendo a costa del Estado, uno de los más corruptos del mundo, el que tiene más deteriorada la relación entre ciudadanos y clase política, el que más privilegios otorga a sus políticos y el que posee una democracia más deteriorada, sin separación de poderes, sin una ley igual para todos, sin una sociedad civil organizada, con la mayoría de los medios sometidos a los poderes y con partidos políticos descontrolados, que se comportan más como mafias de poder que como servidores del bien común.

Toda esa "cosecha" de fracasos y errores garrafales no ha provocado ni siquiera un grito de "perdón" o un propósito firme de regeneración por parte de la clase política, que acumula cada día más poder, que se ha atrincherado en el Estado con propósito de vender cara su piel y que, de manera irresponsable, ahonda en la mentira, la corrupción y el abuso, mientras agranda cada vez más el foso que le separa de una ciudadanía cada vez mas insatisfecha, desilusionada e indignada con su clase dirigente.


Francisco Rubiales

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Lunes, 5 de Junio 2017
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