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La mujer es la gran esperanza política del mundo





Parece evidente que el hombre ha fracasado como dirigente político. Si alguien lo duda, que eche una mirada al mundo y verá como, a pesar de haber contado con decenas de siglos y con un poder casi ilimitado, los gobiernos, dirigidos por hombres, no han logrado eliminar la desigualdad, la injusticia, la miseria, la violencia, la inseguridad, la incultura, la opresión, el totalitarismo, el desempleo y medio centenar más de lacras y lastres que oscurecen el mundo desde hace siglos. Ahora le toca el turno a la mujer, lo que representa una verdadera esperanza.

La victoria electoral de la chilena Michelle Bachelet, próxima presidenta de Chile, es un paso más en ese lento pero constante camino de la mujer hacia el poder, donde todos esperan que aporte soluciones y esperanzas.

La Bachelet se suma así al reducido y exclusivo círculo de las mujeres más poderosas del mundo, las que , excluyendo a las reínas, ocupan puestos de jefes de eado o de gobiernos, en el que están Mary McAleese, presidenta de Irlanda, Vaire Vilke-Freiberga, presidenta de Letonia, Tarja Halonen, presidenta de Finlandia, Gloria Arroyo, presidenta de Filipinas, Ellen Johnson-Sirleaf, presidenta de Liberia, Hellen E. Clark, primera ministra de Nueva Zelanda y Ángela Merkel, canciller de Alemania, al que habría que añadir, por su enorme poder, a Condolezza Rice, Secretaria de Estado de Estados Unidos, y quizás a Hillary Clinton, uno de los más influyentes miembros del Senado de Estados Unidos y posible candidata a la Presidencia por el partido Demócrata.

El gran problema de las mujeres en la política es que, para llegar a la cúspide, han tenido que competir con hombres, lo que les ha obligado a masculinizar sus carreras y a perder en el trayecto sus valores feneninos genuínos. Cuando llegan al poder, las mujeres suelen decepcionar porque se comportan como sus colegas masculinos y no aportan al liderazgo los valores que se esperan: menos violencia, más concordia, más sentido de la justicia y de la igualdad, más democracia y una invencible defensa de la paz.

Las mujeres políticas del pasado, desde Indira Gandhi a Golda Meyer, sin olvidar a Margaret Thatcher, han tenido que medirse con hombres en sus respectivas cerreras y superarlos, un periplo que las ha masculinizado. Las verdadera mujer todavía no ha llegado a la política. Ojalá la Bachelet sea la primera.





Franky  
Martes, 17 de Enero 2006
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