Desde que asumió el poder, Sánchez ha lanzado casi un millar de mentiras y bulos desde la cúspide del poder, comprobables en hemeroteca, convirtiendo la política española en una estafa y en un enorme basurero desprovisto de valores y contrario al bien común.
Las mentiras del sanchismo son muchas y muy importantes. La más reciente es la encuesta del CIS, controlado por los socialistas, que dice que a pesar de la corrupción galopante que aplasta al PSOE, ese partido sigue en cabeza y aumentando su ventaja sobre el PP en intención de votos. Otras mentiras afectan a la economía española, que según el gobierno va como un cohete, y sobre la democracia, a la que considera vigente en España a pesar de que ha sido asesinada por los que gobiernan.
Un sistema corrupto tiene su principal valedor en la mentira. Se tiene que robar, pero después decir que no se roba, se tiene que colocar a familiares y demás fauna afín, pero luego hay que negarlo, se tiene que mentir con el déficit, con las cuentas de las entidades financieras y con las medidas que se toman y, como no, se necesitan altavoces bien pagados para que propaguen toda la mentira del régimen.
Gracias a internet podemos contrarrestar este aluvión de mentiras y conocer un poco más la verdad de lo que se esconde en el aparato de corrupción del régimen. Gracias a internet sabemos que unos podridos y mediocres dirigentes políticos que viven de esto desde que tienen uso de razón acaban, en lugar de la cárcel, en el Consejo de Estado con unas pagas vitalicias.
La mentira es la peor de las corrupciones, no sólo porque atenta contra el supremo derecho a conocer la verdad, sino porque envilece el mundo y convierte la convivencia y la política en una cloaca de ratas y serpientes.
La mentira es un acto insostenible, propio de debilidad, cobardía e inconsistencia; muestra irresponsabilidad, escasa moralidad y menos personalidad. Mentir es grosero y amoral. Mentir es, sobre todo, corrupto y maligno.
La inflación de mentiras lanzadas desde el sanchismo ha envilecido la sociedad española y ha convertido la política en un basurero lleno de confusión e inmoralidad. Millones de españoles no saben hoy donde está el bien y donde el mal, que es verdad y que es mentira e ignoran la inmensa dimensión de la bajeza que se ha instalado en el gobierno.
Un Presidente y parte de su gobierno, que miente a la nación deben ser inmediatamente rechazados y descalificados. Mentir al Parlamento y sostenerlo es gravísimo, no se puede tolerar, ni permitir de ninguna manera. No puede seguir en su puesto ni un segundo más. La mentira, que era una sospecha, hoy, se ha convertido en un hecho evidente.
Zapatero abrió la caja siniestra de las mentiras y destruyó gran parte de los valores españoles. El imbécil del talante estaba convencido de que mentir no importa, si se hace para conseguir sus objetivos. Creía que el fin justificaba los medios utilizados. Tipos intensamente mentirosos como Zapatero y Sánchez en el gobierno merecen la expulsión y el exilio perpetuo, si no la cárcel de por vida, como ejemplo para las generaciones futuras.
Pero el drama de España no es sólo que Zapatero fuera un inmoral mentiroso, sino que su sucesor socialista, Pedro Sánchez, lo ha superado con creces, mintiendo más, lanzando bulos y envileciendo la nación y la política.
Zapatero mentía menos que Sánchez, pero lo hacía mejor, poniendo cara de niño inocente, mientras que Sánchez destila odio y revancha siempre que esparce falsedades y mentiras.
Sánchez miente peor y miente en todos los terrenos: en la vida diaria, en el Parlamento, en sus planteamientos ideológicos, en Europa, con sus datos y cifras, cuando analiza la Historia y cuando habla como presidente.
Mentir siempre y en todo lugar y ocasión es vicio y denota corrupción, bajeza y un notable desequilibrio mental.
El problema, para España, es que gobiernan los más mentirosos y que hoy casi 500.000 políticos cobrando del Estado y disfrutando del poder, muchos de los cuales, aunque no todos, están dispuestos a mentir y a muchas cosas peores con tal de mantener sus privilegios.
Esos mentirosos son carroña.
Francisco Rubiales
Las mentiras del sanchismo son muchas y muy importantes. La más reciente es la encuesta del CIS, controlado por los socialistas, que dice que a pesar de la corrupción galopante que aplasta al PSOE, ese partido sigue en cabeza y aumentando su ventaja sobre el PP en intención de votos. Otras mentiras afectan a la economía española, que según el gobierno va como un cohete, y sobre la democracia, a la que considera vigente en España a pesar de que ha sido asesinada por los que gobiernan.
Un sistema corrupto tiene su principal valedor en la mentira. Se tiene que robar, pero después decir que no se roba, se tiene que colocar a familiares y demás fauna afín, pero luego hay que negarlo, se tiene que mentir con el déficit, con las cuentas de las entidades financieras y con las medidas que se toman y, como no, se necesitan altavoces bien pagados para que propaguen toda la mentira del régimen.
Gracias a internet podemos contrarrestar este aluvión de mentiras y conocer un poco más la verdad de lo que se esconde en el aparato de corrupción del régimen. Gracias a internet sabemos que unos podridos y mediocres dirigentes políticos que viven de esto desde que tienen uso de razón acaban, en lugar de la cárcel, en el Consejo de Estado con unas pagas vitalicias.
La mentira es la peor de las corrupciones, no sólo porque atenta contra el supremo derecho a conocer la verdad, sino porque envilece el mundo y convierte la convivencia y la política en una cloaca de ratas y serpientes.
La mentira es un acto insostenible, propio de debilidad, cobardía e inconsistencia; muestra irresponsabilidad, escasa moralidad y menos personalidad. Mentir es grosero y amoral. Mentir es, sobre todo, corrupto y maligno.
La inflación de mentiras lanzadas desde el sanchismo ha envilecido la sociedad española y ha convertido la política en un basurero lleno de confusión e inmoralidad. Millones de españoles no saben hoy donde está el bien y donde el mal, que es verdad y que es mentira e ignoran la inmensa dimensión de la bajeza que se ha instalado en el gobierno.
Un Presidente y parte de su gobierno, que miente a la nación deben ser inmediatamente rechazados y descalificados. Mentir al Parlamento y sostenerlo es gravísimo, no se puede tolerar, ni permitir de ninguna manera. No puede seguir en su puesto ni un segundo más. La mentira, que era una sospecha, hoy, se ha convertido en un hecho evidente.
Zapatero abrió la caja siniestra de las mentiras y destruyó gran parte de los valores españoles. El imbécil del talante estaba convencido de que mentir no importa, si se hace para conseguir sus objetivos. Creía que el fin justificaba los medios utilizados. Tipos intensamente mentirosos como Zapatero y Sánchez en el gobierno merecen la expulsión y el exilio perpetuo, si no la cárcel de por vida, como ejemplo para las generaciones futuras.
Pero el drama de España no es sólo que Zapatero fuera un inmoral mentiroso, sino que su sucesor socialista, Pedro Sánchez, lo ha superado con creces, mintiendo más, lanzando bulos y envileciendo la nación y la política.
Zapatero mentía menos que Sánchez, pero lo hacía mejor, poniendo cara de niño inocente, mientras que Sánchez destila odio y revancha siempre que esparce falsedades y mentiras.
Sánchez miente peor y miente en todos los terrenos: en la vida diaria, en el Parlamento, en sus planteamientos ideológicos, en Europa, con sus datos y cifras, cuando analiza la Historia y cuando habla como presidente.
Mentir siempre y en todo lugar y ocasión es vicio y denota corrupción, bajeza y un notable desequilibrio mental.
El problema, para España, es que gobiernan los más mentirosos y que hoy casi 500.000 políticos cobrando del Estado y disfrutando del poder, muchos de los cuales, aunque no todos, están dispuestos a mentir y a muchas cosas peores con tal de mantener sus privilegios.
Esos mentirosos son carroña.
Francisco Rubiales
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