Comunicación y Medios

La información al servicio del poder



El gobierno de Zapatero está preocupado y furioso porque, a pesar de que controla o tiene alianzas de hierro con gran parte de los medios de comunicación españoles, no ha sabido controlar la información en torno al reciente accidente aéreo de Barajas, sobre el que se está publicando una información libre que no conviene al poder y que pone en evidencia tanto la ineficacia del gobierno como los enormes fallos que existen en la seguridad aérea española.
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La verdadera democracia siempre ha identificado como un peligro insoportable la concentración de medios de comunicación en torno a un gobierno, a una persona con unas ideas políticas determinadas o a una empresa multinacional u organización concreta. La concentración informativa siempre fue considerada como un peligrio por los politólogos clásicos y la dispersión y la pluralidad como un síntoma saludable. Sin embargo, muchos gobiernos que se dicen democráticos están obsesionados por el control mediático, por cercenar la información libre, practican sin el menor rubor el control de la prensa y la utilizan para engañar a los ciudadanos sin remordimiento y sin tener conciencia de que violan la democracia y la degradan.

Controlar los medios significa controlar la información que llega al ciudadano y, al mismo tiempo, lo que piensan y sienten. Hasta hace poco eran las dictaduras las que conocían bien ese mecanismo. Famosos son los “trabajos” de control de la mente ciudadana a través de la información realizados por los nazis y los soviéticos, pero aquellas actuaciones de Goebbels y de Stalin eran un juego de niños si se las compara con las sofisticadas operaciones de control de la ciudadanía que actualmente despliegan la mayoría de nuestras democracias degradadas, con la ayuda de medios de comunicación que ya han perdido su vinculación con la verdad y que han cambiado el servicio a la ciudadanía y a la democracia por las alianzas con los poderes.

La censura ha dejado de ser necesaria porque es más eficiente la autocensura que se autopractican las decenas de miles de periodistas que trabajan en medios adscritos a partidos políticos y a intereses inconfesados. Los gobiernos han descubierto la manera de controlar la información sin necesidad de censurar y lo hacen con un grado de perfección que ojalá trasladaran hasta el gobierno, que suele ser mucho menos eficaz y preciso.

La confrontación ideológica entre las democracias occidentales y los totalitarismos sirvió como banco de pruebas para perfeccionar el sistema de control de la población a través de los medios. Apoyándose en la prensa, EE.UU. logró introducir en las mentes de los ciudadanos animadversión hacia los rojos comunistas y relacionar las libertades y el modo de vida occidental con el capitalismo y el “american way of life”, lo que convenció a todos, incluso a los ciudadanos que vivían en el comunismo, de que el sistema llamado “democrático” era superior.

Hoy, los gobiernos utilizan la misma estrategia de control de la información para alcanzar múltiples objetivos de gran interés para el poder político, entre los que destacan tres:

1.- Que determinadas guerras de conquista e imperialistas son justas y se libran contra enemigos despiadados a los que, previamente, demonizan. Ejemplo: las guerras de Irak.

2.- Que la democracia sigue existiendo, a pesar de que los partidos políticos han degradado y degenerado el sistema, eliminando en realidad los grandes principios de la auténtica democracia: funcionamiento libre e independiente de los poderes, elecciones libres, participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, una sociedad civil fuerte e influyente e igualdad de trato y de oportunidades, entre otras.

3.- Que lo más importante es la libertad y que otros defectos y carencias del sistema, como los privilegios de los poderosos, la desigualdad de los ciudadanos ante la justicia o la muerte, las abismales diferencias entre ricos y pobres, la corrupción de los poderes públicos o la flagrante incapacidad de los gobernantes para solucionar los problemas, entre otros, son, en realidad, poco importantes.

El control gubernamental de las mentes es tan descarado que tras el 11-S el Pentágono puso en funcionamiento, secretamente, la Oficina de Influencia Estratégica (OIE) cuyo objetivo central era modelar las opiniones públicas a nivel planetario. El primer plan desarrollado por la OIE fue intoxicar masivamente al mundo, a través de los medios, para apoyar la guerra contra el terrorismo. Pero el “atentado” del control mental no es exclusivo de Estados Unidos porque la práctica totalidad de los gobiernos y grandes partidos políticos disponen de departamentos y oficinas dedicadas a ese mismo fin: influir en las ideas y controlar las opiniones de la sociedad.

Muchos periodistas sospechan que gran parte de las informaciones que reciben por canales informativos aparentemente prestigiados (agencias de noticias, partidos políticos, instituciones gubernamentales, organismos internacionales, etc.) están contaminadas o son completamente falsas, pero suelen publicarlas porque también lo hará la competencia y, en cualquier caso, no es posible demostrar la falsedad en los pocos minutos disponibles antes de su publicación.

Detrás de la mentira y el engaño suele estar siempre el Estado. Por eso, entre los teóricos del periodismo democrático comienza a admitirse que "el primer deber de un periodista en democracia es preservar a la sociedad de su propio gobierno".

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Viernes, 29 de Agosto 2008
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