Información y Opinión

La hora de la RESISTENCIA



España comienza a echarse a la calle. Empieza a salir del letargo provocado por más de dos meses de confinamiento y lo hace protestando contra el Gobierno socialcomunista, cacerola en mano. «Había llegado a pensar que la España del Cid Campeador, de Cristóbal Colón, de Hernán Cortés, de los Reyes Católicos… esa España del siglo XIX que echó al invasor francés, o esa otra del XX que luchó contra la dictadura, había desaparecido. Que España ya no tenía sangre», confiesa el periodista Eduardo Inda.

Pero España empieza a despertar y la rebeldía frente al abuso de poder, las arbitrariedades y las corrupciones del gobierno de Pedro Sánchez crece por toda la sociedad, salvo en los grupos subvencionados, totalitarios y fanatizados de la izquierda. Es un despertar impulsado por la indignación y la rabia de tres colectivos principales: los familiares de los miles de ancianos que han muerto en sus residencias, abandonados y sin el tratamiento médico al que tenían derecho, los sanitarios, diezmados por el contagio y la muerte porque el gobierno los envió a luchar contra el coronavirus sin defensas, y por los demócratas, cansados de soportar abusos de poder y tiranía encubierta de un gobierno que quiere acabar con las libertades básicas e imponer su dominio absoluto.
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Aquella ‘España de los aplausos’, que apareció al principio de la pandemia para rendir homenaje a los sanitarios, está siendo sustituida, poco a poco, por la "España indignada" contra el dúo maligno Sánchez-Iglesias, culpable de haber convertido a España en el país más dañado por el coronavirus y en el que peor futuro económico tiene en toda Europa.

Lo que indigna y llena de rebeldía a los españoles son las tres facetas que pueden observarse a diario en el comportamiento del gobierno: miente más que habla; es incompetente hasta el ridículo; y aprovecha el Estado de Alarma para imponer una tiranía parecida a la de la Venezuela de Maduro, la Rusia de Putin o la Turquía de Erdogan.

El despertar de la RESISTENCIA es la mejor noticia del momento y la mejor fuente de esperanza que tiene la atribulada España, secuestrada por un gobierno que es tan ajeno a la democracia como el fuego del agua.

Los españoles están comprobando desde su encierro forzado que los políticos son feroces mastines del abismo y que la política se ha convertido en lo mas bajo de la condición humana. Muchos, al observar lo que ocurre y sentir asco ante los contagios gratuitos, las muertes por negligencia, la compra de materiales inservibles, las decisiones erróneas y los abusos de poder al amparo de la Alarma, se están convenciendo de que lo público se gestiona muchas veces con maldad y corrupción y que algunos gobernantes deben ser erradicados por ser más dañinos que el mismo coronavirus.

Muchos llegan a conclusiones tan acertadas como inquietantes: que ha llegado la hora de la RESISTENCIA y de la lucha cívica por una sociedad mejor y que la política es demasiado importante para dejarla en manos de políticos desaprensivos y rufianes.

Lo peor de los políticos españoles, lo que obliga a rechazarlos, no son sus mentiras, ni sus muchos errores como gobernantes, sino su concepción del Estado, diametralmente opuesta a lo que exige la democracia, con mucho desprecio al pueblo y demasiado poder en sus manos, sin controles ni frenos.

Los últimos gobiernos han convertido la democracia española en una tiranía camuflada de políticos fracasados e infames, que por ello merecen ser expulsados por los demócratas. Los tres últimos gobiernos compiten en incompetencia y bajeza: Zapatero, Rajoy y Sánchez, este último alcanzando ya el nivel del riesgo extremo y del esperpento. En lugar de generar felicidad en la ciudadanía, han empujado al país hacia la muerte, la ruina, la corrupción, la ruptura, el enfrentamiento y el deterioro de la convivencia. Por todas esas "fechorías", de las que son culpables partidos de derecha y de izquierda, pero sobre todo el gobierno, la RESISTENCIA debe crecer hasta conseguir que los miserables y tiranos dejen su lugar a servidores públicos decentes y demócratas.

En democracia, el mandato que reciben los políticos electos no es incondicional, sino fiduciario, basado en la confianza que merecen, que puede mantenerse o perderse, según se gobierne bien o mal. El derecho de los ciudadanos a retirar su confianza a políticos que les traicionan y que les llevan hasta la ruina como gobernantes no es reconocido en España, un país con una democracia degradada en el que el ciudadano es el gran marginado, pero si en la democracia y en otros países libres.

Muchos políticos, desde su arrogancia, interpretan y aplican a su conveniencia no sólo los criterios y deseos de los ciudadanos sino también las normas más elementales del sistema y hasta las leyes más sagradas. Según la más extendida de esas perversiones antidemocráticas, el ciudadano debe renunciar a su voluntad política y a su soberanía nada más emitir su voto, pues los políticos votados pasan a apropiarse de la soberanía popular y hacer con ella su coto señorial

Hay mil pruebas de que PSOE y PP son dos partidos políticos ajenos a la democracia verdadera y encuadrados en la dictadura de partidos.

En las democracias reales y limpias, cuando un gobernante comete errores graves, dimite, interpretando correctamente que ha fallado y ha traicionado la confianza que los ciudadanos depositaron en él. Pero no ocurre eso en España, considerada un ejemplo mundial de descaro y degeneración política.

El sistema degradado vigente empobrece, degrada y pudre la democracia española, convierte a los ciudadanos en rehenes de sus políticos y crea el caldo de cultivo propicio para que germinen la ineficacia, la corrupción y el abuso de poder.

El primer deber de todo demócrata español es acabar con esa concepción casi totalitaria del poder hasta conseguir que los políticos respondan de sus actos y se sientan vinculados no tanto al poder como al servicio al ciudadano y a su eficacia como gobernantes.

Están surgiendo por todas partes movimientos y grupos dispuestos a luchar contra la torpeza y las agresiones al bien común que patrocina el indignante sanchismo (Basta Ya, Cincinatos, Unión 78, Sabater, Rosa Díez, María San Gil... Incluso dentro del PSOE parece que por fin algunos viejos cuadros se animan a enfrentarse a Sánchez y a su miserable hoja de ruta, mientras ocurre otro tanto en los grandes foros de debate, en la gran empresa y entre los altos mandos militares.

La protesta contra el sanchismo está todavía desorganizada y se circunscribe a los balcones, las caceroladas, los bares, las cafeterías, los hogares y, sobre todo, las redes sociales, que han convertido a Internet en un alegato constante y de belicosidad creciente contra el PSOE y su cobardía al permitir que un tirano mediocre como Sánchez conduzca al partido y a España hacia el fracaso y la derrota.

Pero la oposición al sanchismo está efervescente y ganando solidez y fuerza.

Un Sanchez cada día más desprestigiado y solitario se refugia cada día más en la escoria nacional, a la que ha elegido como socio y sostén de su gobierno sin que nadie sepa como va a hacer frente a la tragedia económica que se avecina.

Francisco Rubiales


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Miércoles, 13 de Mayo 2020
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