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La envidia española



La envidia es el gran pecado del alma española y se ha hecho vicio salvaje en la vida política, que es la dimensión peor de nuestra realidad. Reina en los pueblos y tierras de España, hasta el punto de que la rebelión independentista catalana no se explica al margen de la envidia. Los políticos catalanes siempre quisieron ser más que los de Madrid y la envidia les arrastró a plantarle cara al Estado. Los andaluces exigieron una autonomía plena porque la tenían los catalanes y los vascos. "Nosotros no vamos a ser menos", decían todos cada vez que el Estado cedía una competencia a una autonomía. La envidia está destrozando a un país de mediocres gobernado por miserables.

Sólo hay que observar que el nacionalismo disgregador se está reactivando en el País Vasco al contemplar con verdadera envidia la aventura sediciosa de los catalanes para comprender que la envidia es la que mueve las pasiones más bajas en España.
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La envidia es el enemigo público número uno, el gran problema de España y la fuente de casi la totalidad de los conflictos y dramas. Las 17 autonomías surgieron porque como el País Vasco, Cataluña y Galicia tenían derecho propio reconocido en la Constitución, los demás, encabezados por Andalucía, que por entonces estaba atiborrada de envidia, tuvieron que ganarse la autonomía plena, creándose regiones que eran impensables y que ni sabíamos que existían, como Cantabria, Murcia y La Rioja. Incluso se intentó hacer de Segovia una autonomía. El "café para todos" fue una estupidez y más estúpido todavía fue ceder poder, dinero y competencias a las regiones más nacionalistas a cambio de votos para que el PSOE y el PP conservaran el poder.

Hasta que en España no sean castigados por la Justicia y en las urnas los políticos y los partidos que dejaron de defender la nación y permitieron que Cataluña violara las leyes y los derechos, a cambio de votos, el país no tendrá arreglo porque, lleno de inmoralidad y oprobio, no podrá ningún paso sólido hacia el futuro.

Todo se hizo por satisfacer a la casta, para crear cargos públicos y puestos de trabajo que no eran necesarios, en los que se colocaban a políticos y amigos del poder.

Transcurridas cuatro décadas, ya se ve claro que aquello que nos dijeron de que "las autonomías acercaban el poder al pueblo" era falso porque sólo acerca el poder a la casta. Lo que las autonomías provocan son envidias, competencias desordenadas, desigualdades, despilfarro, ruptura, debilidad del Estado y, sobre todo, corrupción.

La España de las autonomías es fuente de casi todos los males y tendencias perversas del sistema español y la madre de la corrupción, de la desigualdad, del abuso de poder, de la injusticia y de la arbitrariedad que reinan en la nación.

Francisco Rubiales

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Lunes, 16 de Octubre 2017
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