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La democracia avanza en Cataluña, gracias al Voto en Blanco y a Ciudadanos





El Voto en Blanco, con más del 2 por ciento, habría obtenido dos o tres escaños en las elecciones generales catalanas de ayer, donde se convirtió en la séptima fuerza política y fue el triunfador moral, junto con Ciudadanos, un partido fresco y autenticamente democrático que obtuvo tres escaños, mientras que el gran derrotado fue José Luis Rodríguez Zapatero, cuyos representantes socialistas perdieron cinco escaños.

CIU ganó las elecciones, pero sólo con dos diputados más, una cosecha ridícula si se tiene en cuenta que todo estaba a su favor después del desprestigio del Tripartito. Los socialistas catalanes han sido los que más han retrocedido, a pesar de la neta intervención de Zapatero en la campaña gris y triste de Montilla.

La abstención, del 43.23%, fue otra de las fuerzas vencedoras, sobre todo si se la compara con la de las elecciones de 2003, que fue del 37.46%.

El Voto en Blanco, entendido por los votantes catalanes como una adhesión a la democracia y un rechazo a la casta de políticos profesionales y a sus programas, creció espectacularmente, pasando del 0.93% en 2003 al 2.03% en 2006.

Los medios de comunicación catalanes, al igual que los políticos alejados de los ciudadanos y sectarios, también han cosechado una derrota, después de que su boicot al nuevo partido de "Ciudadanos" se transformara en una inesperada victoria en las urnas, con tres diputados para la joven formación democrática.

Otro gran perdedor fue el Partido Popular, que desaprovechó una ocasión única para aumentar su apoyo y capitalizar el descontento ciudadano ante el nacionalismo desenfrenado. El voto antinacionalista apoyó a "Ciudadanos" y el PP perdió un escaño y queda fuera de cualquier combinación de poder.

Los resultados catalanes demuestran que la ciudadanía conserva su capacidad de reaccionar y de rechazar y castigar a una política que se ha hecho arrogante, que se ha distanciado de los ciudadanos y que ha cometido demasiados errores en los últimos años, dos de los cuales incompatibles con la democracia: los partidos han defendido causas e iniciativas que sólo responden a los intereses de la casta política, no de los ciudadanos; y esos partidos, con sus políticas egoistas y sectarias, han hecho retroceder la convivencia, la pujanza y la esperanza de la sociedad catalana.




Franky  
Jueves, 2 de Noviembre 2006
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