Información y Opinión

La crisis esconde sucios secretos y trampas





Ya habían ocupado la sociedad civil y sus santuarios, desde las universidades a las cajas de ahorros, sin olvidar a instituciones, medios de comunicación y hasta religiones, pero les faltaba una pieza clave: la banca. Creían que dominaban todos los recursos del poder (armas, dinero, policía, información, medios, justicia, ley, etc.) pero los políticos acaban de descubrir, gracia a la crisis, que no dominaban los bancos y que, sin esa pieza, el sistema no funciona. Han sentido terror, han dejado a un lado a los banqueros, sus aliados hasta hoy, y se han lanzado como posesos a ocupar y a controlar el sistema financiero. Nuestro mundo es ahora mucho menos libre.

Esa obsesión por ocupar el recurso estratégico de la banca explica lo que está ocurriendo en Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y otros países, donde hasta los bancos saneados están siendo intervenidos por el Estado, contra su voluntad y a pesar de que han rechazado el dinero público porque dicen que no lo necesitan.

Los políticos mienten cuando hablan de una crisis de “falta de liquidez” y ocultan que la crisis es de “sebrecrecimiento” y de valoración enloquecida de los activos financieros en relación con la riqueza real.

Algunos incautos creen que la clave del problema está en cómo se van a utilizar y en quien va a controlar los enormes recursos que Europa y Estados Unidos han destinado al socorro de los bancos, cuando la clave es que el poder político se ha rebelado contra el poder financiero, hasta ahora su más íntimo aliado, y ha decidido hacerse con los bancos.

Para conseguirlo, los están hipotecando y nacionalizando, si es necesario por la fuerza.

A los poderosos les importa un bledo que el dinero llegue a las familias y a las pequeñas y medianas empresas, como pide el iluso de Rajoy, que más que un político parece un predicador. Lo que de verdad le importa de verdad en estos memontos de miedo y nervios es controlar una banca que la crisis ha demostrado que constituye la piedra angular del sistema, el verdadero santuario, la madre de todos los poderes.

Y mucho nos tememos de que, una vez nacionalizados, los bancos jamás volverán a ser libres. La banca será del Estado en las próximas décadas, salvo que ocurran cosas muy graves e imprevistas.

El poder político ha sentido vértigo y miedo al comprobar que la banca es el poder supremo, la pieza decisiva, sin la cual no funciona nada. Y, sin pensárselo, sin ni siquiera analizar si la jugada es lícita o no, sin tener en cuenta los intereses de los accionistas, sin respetar una propiedad privada que hasta ahora se consideraba “sagrada”, ni una libertad de mercado que se creía “inviolable”, los políticos han metido la zarpa en las entrañas del sistema financiero.

Con el ejército en sus manos, con la policía y los servicios secretos bajo control, con el monopolio de las armas, con los impuestos, con la ley y la justicia sometidas, con los medios de comunicación bajo control, con el mercado intervenido y, ahora, con los bancos ocupados por el poder político y, mucho nos tememos que también gestionados por políticos, del viejo sueño democrático y ciudadano no queda absolutamente nada. De la libertad y de la soberanía popular, tampoco queda nada.

La democracia ha muerto y el asesinato ha sido perpetrado por la partitocracia insaciable e inmoral. Pero ni siquiera la muerte de la democracia es lo más grave. Lo peor de lo que está ocurriendo es que, manejado en exclusiva por los políticos, que han demostrado en el pasado su ineficiencia e incapacidad como gestores hasta la saciedad, el mundo corre el serio peligro de transformarse pronto en un infierno.

   
Sábado, 18 de Octubre 2008
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