Información y Opinión

La "conversión" tardía de José María Aznar a la "democracia"





Bienvenida sea la "conversión" de José María Aznar a la democracia. Es tardía, pero positiva. Lástima que no creyera en la democracia cuando fue presidente de los españoles y que no aprovechara aquellos largos ocho años de gobierno, cuatro de ellos con mayoría absoluta, para legarnos un país demócrata, en lugar de haber alimentado la sucia partitocracia y la vil oligocracia desde la Moncloa.

Dice ahora Aznar que los políticos deben salir de las cajas de ahorro. Lo decimos también nosotros y lo dicen miles de demócratas españoles, pero Aznar no lo decía cuando mandaba y podía sacar a la jauría política de los consejos de administración de esas cajas, casi todas ellas con sus cuentas debilitadas y víctimas de los apaños de los políticos, de la mala gestión de los partidos y sindicatos y, a veces, de la más infecta corrupción política.

También habla ahora Aznar de la politización de la Justicia y es ahí donde los demócratas nos indignamos de su cinismo e hipocresía porque fue él, con su ministro Michavila, los que impulsaron aquel "Pacto por la Justicia" que facultó a los partidos políticos a nombrar jueces y magistrados en los altos tribanales del Estado, entre ellos ese Tribunal Constitucional que, aprisionado entre dos lealtades incompatibles, la lealtad a la Justicia y la lealtad a los partidos que designan a sus magistrados, es incapaz de parir con dignidad una condena al Estatut de Catalunya, claramente anticonstitucional, insolidario y atentatorio contra el sagrado principio de la igualdad entre los ciudadanos y los pueblos de España.

Aznar, por no haber cumplido su promesa electoral de "regenerar la democracia" española, es tan culpable como el incompetente Zapatero de la actual situación de postración de la democracia española y, entre otras muchas cosas, del drama que representa el actual chantaje catalán al Tribunal Constitucional y a España entera.

Recordemos que Aznar eligió personalmente a Rajoy como sucesor, "a dedo", como un monarca. Sabemos que Aznar se apoyó en el nacionalismo catalán cuando necesitaba sus votos para gobernar, como hace hoy Zapatero. No olvidemos que fue Aznar el que compró el SITEL (Aunque no se atrevió a activarlo), un sistema de espionaje que ahora, en manos de Rubalcaba, es criticado desde el PP como una temible herramienta para tiranos. Recordemos que Aznar no fue capaz de reformar la educación española, a pesar de que ya en su tiempo España era campeona europea de fracaso escolar y baja calidad educativa. Muchos populares se avergüenzan hoy de que Aznar no legislara contra el aborto durante su mandato, a pesar de que fue entonces cuando España se convirtió en el paraiso europeo del aborto permisivo. Recordemos, por último, aquel Aznar demonizador, bigote furibundo que presionaba a los medios de comunicación y los utilizaba con el mismo irrespeto a la democracia que exhibe hoy el vulgar Zapatero.

Si Aznar hubiera limpiado el país de miserables, si hubiera establecido normas claras y legales para una financiación limpia y transparente de los partidos y sindicatos, si hubiera salvaguardado la independencia de los tribunales, si hubiera limitado el poder de los nacionalistas, si hubiera suprimido las listas cerradas, que impiden al ciudadano votar en libertad, si hubiera puesto cerco a la corrupción, si hubiera reformado la injusta y antidemocrática Ley Electoral, si hubiera fortalecido la sociedad civil española, en lugar de acosarla y extenuarla, Zapatero no habría podido existir y la España actual, plagada de chorizos y de incompetentes en el timón, nunca habría sido posible.

Reconocemos que en Voto en Blanco, ante el demostrado drama de Zapatero, preferimos a Aznar, pero nos gustaría no tener que elegir entre esos dos mequetrefes de la democracia y poder optar por un tercero que fuera más deemócrata y digno de respeto ciudadano.

Francisco Rubiales
Sábado, 28 de Noviembre 2009
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