Información y Opinión

La caza del banquero es justa, pero antes hay que castigar a los políticos



La Junta de Accionistas de BANKIA ha sido casi un campo de batalla. El rechazo a los banqueros es brutal en España, casi tan intenso como el de los políticos. Banqueros y políticos son ya los más odiados en España.
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Los políticos saben que han sido canallas y que han abusado del poder, subyugando al ciudadano, anteponiendo sus intereses al bien común y permitiendo estafas, abusos y hasta el saqueo de los fondos públicos. Saben que no merecen gobernar, ni disfrutar de los privilegios y ventajas que acaparan, ya en contra de la voluntad popular. Están tan asustados que están levantando la veda del banquero y están arrojándolos como carnaza a los enfurecidos y vejados ciudadanos. Blesa ha sido el primero, pero después, en buena lúgica, deberán pasar por la trena Moltó (CCM), Serra (CC), Rato (Bankia) y, sobre todo, MAFO, todos ellos responsables, junto con los políticos, del saqueo del sistema y del sucio escándalo del robo impune.

Los banqueros se resistirán a ser sacrificados y se romperá la alienza entre las alimañas, que se pelearán entre si. Todos tienen secretos inconfesables que desvelarían suciedades terribles, amasadas en el poder. Nadie sabe si las alianzas entre sinvergüenzas resistirán o se romperán. Todo depende de lo que presione el pueblo indignado. Si la gente sigue acumulando odio hacia los políticos canallas y ladrones, los depredadores se harán pedazos entre ellos y el sistema saltará, podrido en la base. Pero si resisten y se atrincheran, será muy difícil desalojarlos, aunque al final caerán, como cayeron los absolutistas, los nobles encaramados en el poder, los soviéticos, los nazis y otros predadores infectados en el pasado.

La gente está cansada de soportar a canallas sin bondad ni humanidad mandando en el mundo y construyendo para el pueblo una inmensa pocilga donde la democracia ha sido exterminada, donde no existe la igualdad, ni la decencia, ni la misericordia, ni la paz, ni la protección de los débiles, ni siquiera recursos para que los mas humildes subsistan. El mundo que nos han construido entre políticos y grandes financieros es una pocilga que merece ser enterrado sin derramar una lágrima. Es un mundo que sucumbirá, aunque no sabemos cuanto tiempo tardará en perecer, ni cuanto dolor y sangre se llevará consigo a la tumba.

El mundo de los poderosos siempre fue un mundo inestable de canallas con ganas de destrozarse entre ellos, pero la abundancia de dinero y los privilegios servía de argamasa y los unía en la caza y la depredación. Ahora, en un mundo en crisis donde el dinero escasea, con un pueblo indignado y cada día mas dispuesto a revolverse contra sus "amos", la solidaridad entre los canallas y ladrones se esfuma y empieza a sonar el grito de ¡Salvese el que pueda!.

El pueblo, cansado de ser esquilmado y oprimido, se está vengando de manera implacable, aunque el poder lo oculte con todas sus fuerzas y recursos: los gobiernos son derrotados en las urnas, los políticos son abucheados y escracheados por los ciudadanos, que les odian cada día mas intensamente; los periodistas, esclavos del poder, ya no venden periódicos y han perdido su prestigio; los jueces, que antes eran gente con prestigio, están ahora en la cola del desprecio ciudadano por haber cerrado los ojos y oidos ante la corrupción y el abuso de poder de los políticos; los banqueros contemplan con terror como los ciudadanos desconfían de ellos y retiran sus ahorros de una banca que se ha equivacado al estafar a los ahorradores y cobrar comisiones usureras; los empresarios babosos, expertos en hacer negocios sucios con el poder, se arruinan porque el poder es insaciable y el dinero público escasea; los intelectuales que se vendieron a los grandes poderes ya no tienen audiencia.

Los políticos se sienten acosados, despreciados, odiados, rechazados y desprestigiados. Se lo merecen, unos por haber sido corruptos y predadores; otros por haber sido cobardes y cómplices, silenciando el robo y el abuso que germina en sus partidos y dentros de poder.

El ciudadano tiene unas ganas locas de acabar con la escoria que se ha encaramado en el poder y gobierna el mundo sin mejorarlo, expandiendo la división, la desigualdad, la incultura y todo tipo de rencillas, envidias y resquemores. Quien siembra tormentas recoge tempestados y los malos gobernantes están ya empezando a recoger desprecio y odio de unos ciudadanos a los que han sojuzgado mas de lo aconsejable, hasta hartarlos, indignarlos y llenarlos de deseos de revancha.




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Miércoles, 26 de Junio 2013
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