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La caída del imperio norteamericano y el ascenso de China y Rusia



El mundo está hoy dominado por el caos. El orden mundial creado después de la Segunda Guerra Mundial ya no existe, sin que haya sido todavía sustituido por otro distinto. Vivimos en el momento difícil en el que algo muere sin que lo que va a sustituirle haya nacido aun. Todo indica que en esta nueva etapa Estados Unidos se retraerán para afrontar sus muchos problemas internos y que serán China y Rusia los países que ejerzan un liderazgo internacional más activo, aunque por el momento parcial e incompleto.

La expansión de China será el gran acontecimiento del siglo XXI.

Son muchas las incógnitas abiertas, la principal de las cuales es ¿Qué pasará con la libertad? Por el momento está amenazada y todo dependerá de la voluntad de los pueblos.
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China ha despertado y el poder chino se abre paso
El sistema se desmorona. La acelerada, caótica y catastrófica retirada estadounidense de Afganistán no es más que un síntoma del estado del sistema internacional hoy en día. En 1946, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos forjó una serie de alianzas y acuerdos que dieron vida a un orden mundial liberal. Tras la caída de la Unión Soviética, en 1991, parecía que este orden liberal se haría global y que los Estados Unidos alcanzarían una sólida y duradera hegemonía mundial, peo la realidad hoy es bien distinta porque Estados Unidos no quiere jugar a ser líder, la Unión Europea no es más que una asociación de mercaderes y Rusia y China no terminan de despegar como nuevas potencias globales.

Todo este panorama pone en jaque la libertad y el papel reservado al ser humano en el mundo de un futuro que ya despunta.

El ascenso de China y el despertar de Rusia son consecuencia de un vacío de poder generado por el enroque de Estados Unidos y su retirada del panorama internacional. Washington vuelve a las andadas y cae de nuevo en las tendencias aislacionistas a las que es tan proclive. El espacio que los Estados Unidos dejan libre con su retirada, lo están ocupando los chinos y los rusos, dos países que han podido ampliar su influencia y ganar sumisiones donde antes, con los Estados Unidos actuando como líder, les resultaba imposible.

Rusia parece haber despertado, y quiere recuperar el imperio perdido, tras haber logrado victorias en Georgia, Ucrania, y Siria. Ahora parece a punto de engullir a Bielorrusia, expandiendo sus intereses geopolíticos ante la incapacidad de reacción de Occidente. Putin, un tirano sólidamente apoyado por gran parte de su pueblo, cree en la resurrección y piensa que la disolución de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica de la historia.

Pero China es el gran vencedor y el país que ya dibuja con trazo fuerte su hegemonía en el futuro del mundo. Pekín es hoy el mayor socio comercial de la mayoría de países asiáticos, americanos, africanos, además de buena parte de los europeos. Mientras Occidente se retira de la partida, más y más países comienzan a ver innecesario el acatamiento y apropiación de los valores liberales occidentales, y han comprendido que, según el ejemplo de Moscú y Pekín, existe un modelo alternativo por el cual se puede generar prosperidad sin el respeto de los más mínimos derechos políticos ni sociales. Este modelo antiliberal está al alza, y se expande cual cáncer incluso en aquellas sociedades en las que la libertad y la democracia son pilares de su ordenamiento político y jurídico.

El gran acontecimiento del presente es que China no solo expande su poder económico, sino también su modelo de poder, que suprime gran parte de las libertades individuales, desprecia la democracia y apuesta por un Estado fuerte que se sucede a si mismo, sin controles ciudadanos y sin los clásicos frenos y cautelas que el liberalismo puso al poder público.

El mayor logro de los chinos es que su modelo hace furor y ha convencido a las élites financieras del planeta y a los poderes ocultos que mueven los hilos desde 1945 que se necesita un poder mundial único, al estilo del que rige en China. Esas élites influyen más que nunca, controlan a muchos gobiernos y son la otra gran fuerza que está ocupando los espacios que deja libre Estados Unidos con su agotamiento y retirada estratégica.

No sabemos como será el dibujo definitivo del mundo, ni siquiera dentro de una década, pero sí sabemos que se librará una intensa batalla entre la libertad y la tiranía, cuyas primeras escaramuzas y encuentros de tanteo ya son visibles.

Que conste que yo estoy en el bando de la libertad.

Francisco Rubiales

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Jueves, 16 de Septiembre 2021
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