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La España de Pedro Sánchez no es el país que queremos



A muchos millones de españoles no nos gusta el país que Pedro Sánchez quiere construir desde el gobierno. No queremos un país dividido en dos bandos, con comunidades de primera y de segunda, violador constante de la Constitución, con el principio de igualdad destrozado, insolidario, con el comunismo instalado en el poder, con el nacionalismo más extremista y antiespañol gozando de privilegios y con un Estado que a pesar de que es ya el más grueso e insostenible de Europa, se dispone a crecer todavía más, ampliando su endeudamiento, el número de sus ministerios, de sus políticos aforados y de sus vagos subvencionados.

La España de Sánchez no es un país para demócratas, ni para gente decente, sino un enorme basurero dominado por las desigualdades, los rencores, las divisiones, los impuestos abusivos e innecesarios, los privilegios de la casta, el divorcio entre administrados y administradores y el odio más profundo.

Cualquier español decente entre los millones que se sienten frustrados tiene ante si sólo dos opciones lógicas: emigrar a otro país más dente y justo o luchar con todos su recursos pacíficos para expulsar del poder a la basura existente.
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El país que éstos quieren no es un país para demócratas, ni para gente decente
La España de Sánchez no es una nación sino un cóctel de sentimientos e ideas encontradas, mezclado con odio y rencor. La nación existe cuando un pueblo decide convivir en paz, cooperar entre iguales y asume leyes, objetivos y sueños comunes, justo lo contrario de lo que es la España de hoy, donde conviven personas con sentimientos distintos, metas diferentes y sueños encontrados. Un país así, sin metas comunes y sin valores compartidos, un país con demasiados rufianes sin honor ni dignidad, no puede ser amado por la gente decente.

La España que emana de la alianza entre socialistas, comunistas, pro etarras y nacionalistas dominados por el odio y el deseo de romper la nación, donde el gobierno renuncia a la igualdad y a la concordia, es un país herido, roto, injusto, inmoral, ajeno a la verdadera democracia, dominado por un sistema de beneficios exclusivos para algunos, insolidario y desunido, no es el país que quiero, ni está diseñado para ser amado y para que sirva de hogar común.

Lo que Pedro Sánchez prepara no es un gobierno sino un batiburrillo de truhanes ¿Que tienen que ver los del PNV con los de Podemos o los independentistas catalanes con el diputado de Teruel? Ni siquiera están unidos por el odio a España, que es el sentimiento dominante, Lo único que les une es el deseo de poder y el ansía de riqueza. La España que Sánchez quiere imponer sólo es posible porque el ansia de poder y de dinero se han impuesto sobre los viejos valores y principios que conforman una nación.

Es cierto que Sánchez ha ganado las elecciones, pero lo ha hecho desde la bajeza y la estafa, engañando a millones de los que le eligieron creyendo en las promesas que no ha cumplido y que hoy se sienten estafados porque su líder pactó con quien dijo que no pactaría y se alió con el independentismo, del que dijo que jamás sería su socio.

Como reacción ante la enorme injusticia y el sistema deplorable que Sánchez y sus secuaces nos imponen, los demócratas españoles y la gente de bien nos hacemos "antisistemas", no sólo porque todas nuestras instituciones defensivas nos han fallado y porque lo que más temíamos, que un gobierno lleno de odio a España, con protagonismo comunista y con apoyo de las fuerzas golpistas y pro terroristas se disponga a gobernar nuestra nación, sino porque, como ciudadanos honrados y amantes de España estamos obligados a construir otra patria diferente, solidaria, igual, respetuosa con la convivencia y las leyes, justa y, sobre todo, que nos permita ser libres y decentes.

Nos han fallado la Monarquía, las FF.AA., los tribunales de justicia, las cámaras legislativas, la abogacía del Estado y los partidos políticos, todos incapaces de haber detenido el asalto a España que han perpetrado Sánchez y sus secuaces. Ante la conclusión evidente de que las instituciones han sido incapaces de defender a España, hay que cambiarlas. Ha llegado la hora de que la verdadera democracia sea instaurada en esta España que, bajo el liderazgo del PSOE y la impotencia de una derecha que ha sido cómplice del desastre,, se dispone a enterrar la Transición, el perdón, la concordia y la paz que representaba el régimen del 78, al que muchos consideraban una democracia, sin haberlo sido nunca.

El sistema vigente no sirve porque es incapaz de defender la nación cuando es asaltada por totalitarios y hordas del odio. No nos queda otro remedio que hacernos "antisistemas" y luchar para que este sistema inválido e ineficaz sea sustituido por otro que sea realmente democrático y que ofrezca a los ciudadanos garantías de decencia, dignidad, justicia y prosperidad.

Hasta ahora la palabra "antisistema" era portadora de desprestigio y condena, pero a partir de ahora gozará de todo el prestigio que merecen los que luchan contra un sistema injusto e indecente para sustituirlo por otro que sea realmente democrático y que sea también capaz de defender a España de los bárbaros. Llegará un día en el que los que hoy nos oponemos al sanchismo y a sus tribus de bárbaros seamos considerados héroes, como lo fueron Aleksandr Solzhenitsyn y todos los que plantaron cara al comunismo soviético, como lo son hoy los aplastados disidentes cubanos y los que luchan contra las tiranías en otros países esclavizados del planeta.

Francisco Rubiales

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Jueves, 9 de Enero 2020
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