Colaboraciones

LA PRUDENCIA POLÍTICA





Andan revueltas las aguas políticas por la orientación moral de los obispos ante las elecciones. Lo acusan de haber dicho lo que ellos aseguran que no han querido decir. Y el Gobierno ha trasladado al Vaticano su “perplejidad” con los obispos. La política es el arte de jugar con medias tintas, para que nadie se incomode; de decir las cosas con doble sentido, para que cada uno ponga en duda lo que ha oído; de escandalizarse ante el que diga lo contrario, para que permanezca la “verdad oficial”.

Cristo no fue, precisamente, un amigo de medias tintas, ni de predicar con dobles sentidos, ni de contemporizar con los escándalos políticos. Todo lo contrario, ante la amenaza y la dificultad, no se arredró, mantenía el tipo. Es más, cuando llegó su hora, se presentó en público y pronunció el sermón de la montaña, lo más opuesto que se podía decir contra los políticos de su tiempo.

En el sermón de la montaña, no se encuentra ni una frase que no sea una rectificación de lo que oficialmente se decía en Palestina. Habla en favor de los pobres, de los no violentos, de los que sufren, de los que tienen hambre, de los limpios de corazón, de los perseguidos por defender la justicia, de los calumniados por seguirle... Su reino es la gran paradoja de lo que esperaban los fariseos y el mismo pueblo. Muchos judíos se escandalizaron porque el nuevo reino parecía más bien una parodia del reino judío.

Sus seguidores están preocupados, pero Jesús les dice que no tengan miedo, porque “así persiguieron a los profetas que les precedieron.” Pero deja muy claro que él no es enemigo de la ley, como dicen los fariseos. Él no ha venido a destruir, sino a completar. Hay que cumplir la ley hasta la última letra, pero de otro modo. “Porque os aseguro que si vuestra justicia no es otra que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino.” Y después purifica lo que se venía diciendo: “Habéis oído que se dijo a los antiguos... pero yo os digo...”

Es la fórmula que utiliza para hablar del homicidio, de la ira, del adulterio, del divorcio, del ojo por ojo y diente por diente, del amor a los enemigos, de la caridad frente a los actos de culto... Incluso con frases muy directas: “Cuando des limosnas, no lo pregones para ser honrado por los hombres”; “cuando ayunes, no pongáis la cara ceñuda”; “cuando necesites consejo, no te dejes guiar por otro ciego, porque ambos caeréis en la fosa”. Los fariseos se dan cuenta que no disimula nada, que se opone claramente a su modo de actuar.

Me imagino que los obispos habrán reflexionado a la luz del Evangelio lo que quieren decir, habrán medido lo que han dicho y habrán cotejado lo que el Gobierno ha entendido. El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Blázquez, decía unas palabras muy claras: “Independencia, Libertad y Relaciones buenas Iglesia-Estado”. El ministro de Exteriores, Moratinos, matiza que la voluntad del Ejecutivo es mantener con la Santa Sede “el mejor nivel de relación”. Eso lo dijo Cristo con aquellas palabras: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Pero lo cortés no quita lo valiente.

Juan Leiva

   
Sábado, 9 de Febrero 2008
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