Colaboraciones

LA GRAN FALACIA DE LOS DEFENSORES DEL PUEBLO



Otra de las falacias creadas por los políticos sin duda ha sido la de los Defensores del Pueblo, una institución ideada para defender a los ciudadanos de los abusos y atropellos de las Administraciones públicas del Estado.
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Ni que decir tiene, que todas las Autonomías tienen su propio Defensor del Pueblo, conectados con el Defensor del Pueblo a nivel nacional. Las decisiones y dictámenes que adoptan los defensores no son vinculantes y por lo tanto son papeles mojados, que no se tienen en cuenta. Son meros informes, recomendaciones y observancias, con los únicos objetivos de llamar la atención a los poderes públicos y políticos. Los defensores son elegidos por los partidos que conforman cada parlamento.

Y es otra falacia y mentira más de los políticos españoles, por cuanto supone, para los ciudadanos y contribuyentes, múltiples gastos inútiles y superfluos, despilfarros, y nidos de políticos fracasados y sin perspectivas de los partidos políticos. Ningún defensor del pueblo ha aportado nada ni nada dirimen ni ajustan ni concluyen. Y lo que es más sorprendente, con total opacidad y falta de transparencias, cara a los ciudadanos. Son tan marginales, que ni siquiera los dictámenes que emiten tienen fuerza jurídica ni autoridad moral alguna y mucho menos pueden ser determinantes en las decisiones políticas. Y todo ello porque dichas Instituciones y los cargos políticos y públicos que los componen e integran son todos apéndices nombrados por los partidos políticos. Es decir, otra más de las muchas Instituciones públicas, creadas por los políticos que no sirven para nada. Todo lo contrario, deficitarias, costosas, vacuas y pusilánimes para los nulos y deficientes resultados que obtienen. Y todo ello, con independencia de la buena voluntad humana, profesionalidad, ética y predisposición de servicio que los Defensores del Pueblo puedan reunir y demostrar.

Lamentablemente, seguimos teniendo una seudo- democracia de fachada, impostada, sin contrapesos, sin verdaderas divisiones de poderes, donde la Justicia sigue sin funcionar, salvo para los grandes poderes políticos y económicos, donde los ciudadanos, seguimos siendo meras marionetas y borregos, solo para ir a votar, pagar impuestos abusivos y confiscatorios, multas, sanciones y todo tipo de saqueos y estafas por el sistema político.

En síntesis, un falso Estado Social y Democrático de Derecho, que solo tiene el nombre, con una deficiente democracia, solo para beneficio, única y exclusivamente, de los políticos y sus legiones de adláteres, vividores y oportunistas sin escrúpulos alguno.

Anro Libertché

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Domingo, 11 de Febrero 2018
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