Colaboraciones

LA ESTRELLA DE BELÉN





La “estrella” que guió el viaje de los Reyes Magos hasta “el nacido, el Rey de los Judíos”, no es una leyenda producto de primitivas fantasías de ignorantes. La Biblia no va nunca contra la Ciencia; el hagiógrafo usará el lenguaje llano y común, metafórico y figurativo, pero jamás erróneo. Son muchos los estudiosos que, indagando los entresijos de la ciencia, han intentado mostrar la realidad histórica del hecho astronómico.

En diciembre de 1603, según C. Vidal, el astrónomo Kepler, observando la conjunción de Saturno y Júpiter en la constelación de Piscis y tratando de calcular sus posiciones, halló un manuscrito del rabino Abarbanel en el que se aseguraba que el Mesías había de nacer precisamente en tales circunstancias cósmicas. En su investigación, Kepler descubrió que, en el año 6 ó 7 a. de C., tuvo lugar una conjunción semejante. Con gran sorpresa, comprobó que esa fecha coincidía con lo que dice el I Evangelio que, efectivamente, “Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del Rey Herodes” (Mt 2,1-12); como Herodes el Grande murió el 4 a. de C., Jesús debió venir al mundo el año 7 a. de C., quizás, en mayo u octubre.

Y el erudito P. Schnabel, en 1925, descifró unos escritos de la escuela de astrología de Babilonia, en los que se indicaba la mencionada conjunción, el año 7 a. de C. y se señalaba que Júpiter y Saturno fueron visibles a lo largo de cinco meses y realizaron su orto helíaco en la constelación de Piscis, a una distancia de 8 grados de longitud.

Es muy posible que sea esta la conjunción que vieron los Magos, hombres sabios con conocimientos astronómicos -y no de artes ocultas- que procedían de la tribu meda, ya mencionada por Heródoto. Estos datos explican la visión de un astro celeste por los Magos que coincidió exactamente con el nacimiento de Jesús, como relata el Evangélio de San Mateo.


Camilo Valverde Mudarra

Franky  
Lunes, 9 de Enero 2006
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