Información y Opinión

Intelectuales y pensadores españoles, !Despertad ya!



El principal reto de todo intelectual es preservar las libertades y derechos humanos y su mayor deber es defender a los ciudadanos frente a tiranos y saqueadores.

Sin la ayuda de sus intelectuales y pensadores, España no se salvará. Los políticos y sus partidos la conducen hacia la derrota y el fracaso y sólo los pensadores libres, sin banderas ni sometimientos que limiten y castren, pueden empujar al pueblo para que exija esa regeneración que el país necesita tanto como el aire que respira para resurgir y liberarse de la suciedad que lo envuelve y asfixia.

El papel de los intelectuales y pensadores a lo largo de la Historia ha sido analizar y difundir una visión lúcida del mundo y sus problemas y opciones, anticipando situaciones y abriendo caminos. Es un papel de vanguardia que, con más o menos éxito, siempre se ha realizado.

Hoy, sin embargo, esa misión de lucidez y prescripción está muy obstaculizada por el poder, que se ha dedicado a comprar intelectuales, a neutralizar a los disidentes y a esparcir la confusión y la mentira en la sociedad, embruteciéndola y cerrando sus oídos a todo lo que represente desafío al poder y cambio.
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Cada mañana doy un repaso a los medios de comunicación y a lo que escriben o dicen las principales firmas para ver si la gente más reflexiva y lúcida de la sociedad ha despertado por fin y ha comenzado a denunciar la gran estafa de la política española y de la falsa democracia. No crean que me decepciono porque descubro cada día que los pensadores más honestos y decentes avanzan, aunque lentamente, hacia la verdad y la disidencia. Los avances son lentos, pero permiten el optimismo.

Si se compara un periódico o la información de un noticiero de hoy con otro de hace solo cinco o seis años, uno descubre que parecen de países distintos y que retratan realidades diferentes: el poder está más cuestionado, la crítica es más dura y el aprecio a los políticos, a los partidos y al sistema parecen haberse derrumbado. El cabreo y la indignación se reflejan ya hasta en los medios más conservadores, incluyendo a los de propiedad pública.

La ecuación es clara, como el agua de montaña: España tiene que regenerarse para resurgir, pero los políticos y los partidos no quieren hacerlo porque viven en un paraíso donde ni siquiera responden o pagan sus abusos y desmanes. Es el pueblo quien tiene que obligarles a cambiar. La crítica y la presión de los ciudadanos tienen que deslegitimar el sistema para forzar después el cambio No hay otro camino.

En esta lucha por una España más justa, democrática y decente, el papel de los intelectuales es vital. Sin esa gente que siempre ha encendido la luz, ha hecho la autopsia al presente y ha iluminado el futuro, el verdadero progreso no es posible.

El sistema es tan fuerte y está tan alienado y blindado que no es fácil obligarle a cambiar. Los partidos y sus políticos han caído en una dinámica tan baja que ven con normalidad el peor vicio de las democracias: que los políticos antepongan sus propios intereses al bien común y al interés general.

España necesita ser zarandeada con fuerza por su pueblo para que abandone el camino de la injusticia, el abuso y la miseria. Sin la presión del pueblo, aquellos que controlan el timón de España seguirán imponiendo su voluntad a la ciudadanía, robando, abusando, estafando, mintiendo, comprando voluntades, sometiendo a jueces y periodistas, blindando sus privilegios, despilfarrando, endeudando al país hasta la locura y destruyendo todos los controles y frenos que limitan su poder en democracia.

Cuando uno contempla a los pensadores y periodistas españoles hablando de la "democracia española" en las tertulias de la radio y la televisión, es invadido por una ola de tristeza porque la verdad es que en España no se cumple ni una sóla de las condiciones básicas para que exista la democracia: el pueblo carece de representantes, las elecciones están trucadas por las listas cerradas y por la imposibilidad que el ciudadano tiene de elegir, la ley no es igual para todos, los políticos y los partidos carecen de suficientes frenos y cautelas, no existe una sociedad civil que sirva de contrapeso al poder, los medios de comunicación no cumplen su misión de fiscalizar al poder, los ciudadanos están marginados del sistema y el bien común, que debería ser el faro que presida el ejercicio del poder, está relegado por una política que solo sirve y beneficia a los políticos y a sus partidos.

Nadie lo dice, nadie reconoce que España es un país podrido por la corrupción, nadie reconoce que los partidos son el principal problema y el mayor obstáculo que impide la regenración, nadie habla de que la corrupción anida con especial virulencia en las grandes instituciones del Estado, nadie defiende la necesidad de verdad y transparencia y son millones los que con sus votos, su colaboración o su indiferencia cobarde están sosteniendo un sistema político que es ya señalado en el mundo como uno de los más corruptos, con demasiados políticos viviendo del Estado, con más aforados que el resto de Europa, con más políticos haciendo cola en los tribunales para ser juzgados por delincuentes.

Francisco Rubiales

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Miércoles, 6 de Julio 2016
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