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¿Hay alguien que no esté convencido todavía de que los políticos son el principal problema de España?



Rajoy es el primer presidente de un gobierno español en activo obligado a declarar como testigo ante los tribunales. Rodrigo Rato, vicepresidente del gobierno en tiempos de José María Aznar y firme candidato a presidir el gobierno, está procesado y los delitos que se le atribuyen causan escalofríos. La lista de políticos corruptos y la cantidad de delitos cometidos son casi interminables, en la derecha, en la izquierda y en los nacionalismos que han compartido la responsabilidad de gobernar, suficiente para concluir, sin posibilidad de error, que la clase política española ha sido y es el gran drama de la nación, la causante de la mayoría de nuestros males, desde el separatismo, el despilfarro y el endeudamiento atroz hasta el saqueo de las cajas de ahorros y de las finanzas, desde la desindustrialización y el desempleo masivo hasta la infección extrema de las instituciones por corrupción y abuso de poder.

Si a esa lista se agrega la de las decenas de miles de políticos y ex altos cargos que son incapaces de justificar sus abultados patrimonios, uno puede llegar a la conclusión de que España ha sido pasada a cuchillo por su clase política. Y si, para colmo, se aplica el principio, universalmente admitido, de que la corrupción que sale a flote y se conoce apenas representa entre el 10 y el 15 por ciento de la real, la desolación nos invade y permite concluir que España, sin corruptos en el poder, las instituciones y los partidos, sería un país rico y con sus grandes problemas mas que resueltos.
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Cuando se cierran los ojos, los oídos y la nariz para no ver, escuchar y oler la realidad corrupta y la podredumbre, es porque se posee también un alma infectada. En España hay pruebas mas que suficientes para concluir que la clase política, tanto en las derechas como en las izquierdas y los nacionalismos, es el principal problema de la nación y el mayor obstáculo para la prosperidad, el progreso, la solvencia moral, la Justicia, la paz y la felicidad.

Es incomprensible y muy sospechoso que al contemplar la obra realizada por los políticos todavía existan personas que nieguen su nauseabunda responsabilidad.

Los políticos han realizado tal cúmulo de fechorías y han causado tantos estragos que al contemplarlos y analizarlos uno siente vergüenza y asco. Los que llevamos mucho tiempo demumciando este drama hemos sido tachados de intransigentes, antisistemas, exagerados y de ser portadores de odio, al mismo tiempo que perdíamos amigos e éramos marginados de aquellos espacios de la sociedad donde los corruptos mandan, que eran muchos. Hoy, por fortuna, ya son millones los que piensan de ese modo y pensamos que ha llegado la hora de la regeneración, de que los corruptos y sinvergüenzas se marchen y dejen el timón de España a gente decente y capaz de servir a los ciudadanos y al bien común.

Cuando se estaba preparando la Exposición Universal de Sevilla 1992, de cuya inauguración se cumplen ahora 25 años, los expertos detectaron tres realizaciones españolas dignas de ser exhibidas ante el mundo. Una de ellas era el sistema de cajas de ahorros, una banca popular con ribetes altruistas capaz de sorprender al mundo. Pues bien, esa "joya de la corona" ha sido saqueada y destruida por los políticos, que entraron en sus consejos de administración robando, concediendo créditos a sus insolventes y corruptos amigos y desplazando a los directivos expertos y técnicos de la toma de decisiones.

Las otras "joyas" de entonces, la labor de la ONCE con los ciegos y el sistema español de farmacias, no están saqueadas o liquidadas, pero si debilitadas, también víctimas de la actividad destructiva de los políticos.

Piense usted en algo y analice qué han hecho los políticos en ese sector. Descubrirá con sorpresa que lo han destruido o debilitado. Es increíble, pero cierto. Han endeudado hasta la locura el país, que cuando Franco murió era el menos endeudado de Europa; han construido el Estado más grueso, insostenible y con más políticos a sueldo de Europa, cuando el de Franco era el más austero y con más capacidad de ahorro; han engordado el nacionalismo y el separatismo, hasta el punto de que hoy hay regiones que quieren abandonar España; han arruinado la economía; han prostituido la contratación pública, han extorsionado a los empresarios; han cobrado comisiones por subvenciones, obras, contratos y favores,; han comprado voluntades y medios de comunicación con fondos públicos; han arruinado y atribulado el aparato productivo con impuestos, tasas y burocracia; han aniquilado a las sólidas y extensas clases medias, que eran el orgullo de España por su capacidad de estabilizar la sociedad, han asesinado la sociedad civil; han convertido a España en campeona mundial del desempleo y la corrupción... y un larguísimo etcétera que incluye el haber construido en las últimas décadas un país estigmatizado por sus defectos y carencias, que destaca en drogadicción, prostitución, blanqueo de dinero, degeneración de la política, decepción de los ciudadanos...

España necesita no sólo una regeneración, sino una refundación de su Estado y de su sistema político, demasiado frágil y vulnerable ante los poderes, que carecen de los controles y frenos que establece y exige la democracia. Sin esa profunda regeneración, España seguirá apestando y debilitándose, manejada por tribus y partidos donde han sido acogidos demasiados indeseables, muchos de los cuales, nos guste o no, se han adueñado del Estado y allí están atrincherados manteniéndonos como rehenes y negándonos el derecho a la ilusión, la esperanza y la confianza en un futuro mejor.

Francisco Rubiales


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Martes, 2 de Mayo 2017
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