Información y Opinión

Hablar de política es de muy mal gusto





Sabía que en Alemania, Francia, Italia y otros países avanzados, tanto en las comidas de negocios como en los actos sociales de alto nivel, está mal visto hablar de política y que, incluso, hay gente que se levanta de la mesa porque algún maleducado saca a debate un tema político delante de un soflé o de un buen trozo de venado, pero resulta sorprendente que ese rechazo activo a la desprestigiada política tenga ya una vigencia intensa en España.

En España es ya de mal gusto hablar de política en las comidas, reflejo evidente del desprestigio de los políticos y de la degradación de la democracia. Me cuenta un testigo presencial que vivió una escena de ese tipo en una reciente cena en el Ritz de Madrid, cuando uno de los comensajes de una mesa de ocho personas se levantó y amenazó con marcharse si seguían hablando de política. Los dos que lo hacían abandonaron el tema y el resto de la cena discurrió con buen tono.

Pero ese es sólo un ejemplo de los miles que ocurren cada día en las mesas de hogares y restaurantes españoles. Hablar de política es ya cosa de maleducados. He sabido de gente que no duda en exigir silencio cuando alguién rompe esa norma. Los que hablan de política y los fumadores son los tipos más "out" y más rechazados en la España actual.

Yo, a partir de ahora, me sumo a la tendencia y consideraré como un gesto poco amigable que alguién me hable de política ante un buen plato.

Resulta sorprendente que el deterioro de la política haya sido tan veloz en España, un país que la recuperó con un entusiasmo desbordante hace una treintena de años. El desprestigio de los políticos y del sistema es más explicable en países como Alemania, Francia, Italia y otros que llevan bregando con una democracia poco ilusionante, sin ciudadanos y dominada por los portados y por los políticos profesionales, muchos más años que nosotros. En España, donde el deterioro ya era veloz e intenso, se ha acelerado espectacularmente en los últimos meses por culpa de la crispación de la vida política y por la tozudez de un gobierno como el de ZP, empeñado en desarrollar programas y actuaciones en contra de la opinión mayoritaria del país, como el Estatuto independentista e insolidario de Cataluña, la marginación de la lengua española en el País Vasco y Cataluña o la resurrección de impresentables practicas de censura de prensa.

En estas circunstancias, pedir a un comensal que no hable de política puede ser una actitud recomendable, no sólo para la salud mental y la ética, sino también para la gastronomía, ya que es sabido que el exceso de bilis, el mal humor y la angustia impiden saborear los buenos platos.

Franky  
Miércoles, 25 de Enero 2006
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