Información y Opinión

Gesto digno del Defensor del Pueblo





En un país acobardado, donde el poder político guarda un silencio incomprensible frente al mar de suspechas insanas que inunda la sociedad y ante la división de la sociedad en bandos y partidas, la pérdida de confianza en el liderazgo y el retroceso del sistema, el gesto de Enrique Múgica, que se ha atrevido a cuestionar (recurrir) el autoritario, insolidario y antidemocrático Estatuto de Cataluña, constituye una bocanada de aire fresco democrático dentro de la pestilencia generalizada.

El exministro Montilla y actual candidato socialista a presidente de la Generalitat, que más que un alto cargo del Estado parece un mercader berebere que vigila sus mercancías, acusa al defensor del pueblo de haber actuado bajo la influencia del asesinato de su hermano por parte de ETA, mientras que la acusación de "traición" lanzada contra Enrique Múgica suena en muchas agrupaciones socialistas de España, que, desgraciadamente, han preferido anteponer la obediencia esclava a las élites de su partido a la dignidad del pensamiento libre y crítico.

En esta España donde los esclavos aumentan sus huestes a diario, donde pocos intelectuales defienden la verdad, donde demasiados pariodistas se han convertido en peones de un partido u otro y donde el liderazgo político alcanza un poder desmesurado, el gesto de Enrique Múgica es toda una esperanza.

Aprobado sólo por el 35 por ciento de los catalanes, el Estatuto rompe a España y, probablemente, también destroza la Constitución. La mayoría del país lo sabe, aunque cerezca de valentía para denunciarlo. El gesto de Múgica es, por fortuna, una bofetada a una "cultura zapatera" que convierte a los principales responsables del desastre en impunes e inmunes, quizás porque gobiernan a un país de borregos, acobardados e incapaces de rebelarse porque se han hecho ricos demasiado de prisa.


Franky  
Sábado, 23 de Septiembre 2006
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