Información y Opinión

España y el mundo contra Pedro Sánchez



Ni el PSOE ni el mismo Pedro Sánchez pudieron imaginar lo que se les vendría encima después del reciente abrazo a Pablo Iglesias, que selló el pacto con el comunismo para formar gobierno. Las críticas y presiones que están recibiendo son tan brutales que hasta el mismo Sánchez, que es un inconsciente osado, está asustado.

España se acerca al borde del abismo y ante ella se despliegan opciones difíciles y dramáticas: (1) el gobierno que Sánchez desea, sostenido por comunistas, pro terroristas y nacionalistas golpistas, (2) unas terceras elecciones, que constituirían la prueba de que el sistema está podrido y atorado, (3) y el estallido de revueltas y crisis en las calles, producto del malestar y profunda insatisfacción existente en el país.
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España, cada día más dividida y hastiada de los políticos
Las presiones visibles son inmensas, pero las más fuertes y determinantes son las invisibles, las que llegan desde el extranjero, de los organismos y foros internacionales, de la Monarquia y sus apoyos, de la milicia, de las grandes empresas y hasta de esos poderes ocultos que solo se manifiestan en situaciones extremas. Nadie quiere ver a comunistas sentados en el Consejo de Ministros de un país como España y menos todavía entregando el destino de la nación e los enloquecidos nacionalistas catalanes, llenos de odio y capaces de cualquier locura desestabilizadora. Nadie, salvo los enemigos de España, quieren que el sueño de Sánchez de liderar lo que él llama "un gobierno progresista" vea la luz. Ni Estados Unidos, ni la OTAN, ni el FMI, ni el Banco Central Europeo, Ni la Unión Europea, ni la OCDE, ni los aliados tradicionales de España. Frente a todas esas presiones sólo se alza el miserable muro de la ambición personal de Sánchez, un tipo sin escrúpulos que quiere gobernar a costa de lo que sea.

La presión que soportan es tan grande que muchos en Ferraz ya piensan en unas terceras elecciones.

El país está perdiendo a chorros la ilusión, la confianza en el futuro y la fe en un sistema democrático seriamente dañado, rodeado de miedos y creciendo el rumor de que los resultados de las elecciones son alterados por el poder. Los nacionalistas, que ven en la debilidad de España y de Sánchez una oportunidad para romper España, están felices, pero el pueblo español está sobrecogido y harto de políticos miserables, deslizándose cada día más hacia soluciones extremas, mientras las redes sociales son un hervidero de protestas e insultos. El socialismo en el poder está demostrando que es inepto y amigo del caos y el fracaso.

De pronto, todos los problemas de España se han personificado en Sánchez, un tipo ambicioso y ególatra que convocó unas elecciones innecesarias y costosas para gobernar él solo, y fracasó porque el y sus aliados perdieron casi dos millones de votos y un buen puñado de escaños. Él y solo él se ha convertido en el problema y en la peor amenaza.

Se ofuscó con su conocida soberbia y creyó que el camino hacia el gobierno era fácil si aceptaba traspasar las líneas rojas de las alianzas problemáticas e indeseables, con los comunistas de Podemos y con el independentismo vasco y catalán, pero la realidad le está golpeando el hígado sin piedad y demostrándole que el precio que piden los enemigos de España no se puede pagar.

Ni siquiera "bajándose los pantalones" consigue acercarse al gobierno y solo despierta rechazos, críticas y oposición férrea en estamentos del poder que siempre hay que tener en cuenta.

Todo el debate político en este país cargado de problemas se está simplificando y se reduce a un "Sanchez sí o Sanchez no". El personaje se ha convertido en un monstruo para unos y en un héroe para otros. Hay quienes creen que sólo pretende cambiar esta España mal construida por los dos grandes partidos, con la complicidad de los malditos nacionalistas, pero también los hay que creen que lo único que le interesa a Sánchez es el poder. Sin embargo, la mayoría va perdiendo, cada día más intensamente, su fe en él.

El haber simplificado el debate nacional en un Sanchez si o Sánchez no constituye una frivolidad estúpida porque ningún otro país de Europa tiene tanta necesidad de debatir sus problemas internos como España, nación acuciada por el nacionalismo, que quiere romperla, por la violencia larvada de los extremistas catalanes y vascos, por el desempleo, el atraso, la corrupción, la injusticia, el deterioro de la democracia, el endeudamiento brutal, el insoportable tamaño del Estado, la pésima organización territorial, los impuestos abusivos, el rechazo del pueblo a los políticos y cientos de dramas y déficits que necesitan soluciones.

El país se acerca al caos o a otras elecciones rodeado de un ambiente desolado en el que surgen las voces críticas y los manifiestos llenos de firmas destacadas contra el irresponsable pacto de Sánchez con los comunistas de Unidas Podemos, una locura sin paliativos que está demostrando a millones de españoles que Sánchez no es de fiar.

Francisco Rubiales

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Jueves, 28 de Noviembre 2019
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