No hemos llegado todavía a los extremos de Venezuela, pero nos parecemos cada día un poco mas. La España del presente se acerca cada día mas a Venezuela y a Cuba y se separa de la verdadera democracia, un sistema del que España no cumple ni una sola de sus reglas y normas básicas.
Nos acerca a Venezuela la corrupción institucional, las listas cerradas y bloqueadas, los jueces corruptos y controlados por unos partidos políticos que carecen de democracia interna y que anteponen sus propios intereses al bien común. Nos colocan en idéntico nivel que Venezuela la mentira que se difunde sistemáticamente desde el poder político, los escándalos, el saqueo de las cajas de ahorro, la estafa de las participaciones preferentes, las comisiones que algunos cobran por contratos públicos, subvenciones y concesiones y el incumplimiento reiterado de las promesas electorales.
Al mas puro estilo venezolano, España disminuye los derechos y libertades ciudadanas, incrementa el poder y el armamento de la policía, aumenta la desigualdad y la distancia que separa a ricos y pobres y se ensancha el muro que separa a políticos y ciudadanos.
En España no hemos llegado todavía al desabastecimiento de la población, ni al encarcelamiento de la oposición, ni al asesinato de manifestantes en las calles, pero si se contempla el horizonte con pesimismo y continúan avanzando el desempleo y la pobreza, alcanzar esos niveles de deterioro ya no parece del todo imposible.
El descenso en la calidad de los servicios básicos que presta el Estado, sobre todo de la sanidad, la enseñanza y la protección de los débiles, nos acerca a la realidad venezolana, una nación dividida en dos bandos, el de los que viven del gobierno y el de los que se oponen al gobierno.
Nuestros banqueros corruptos parecen venezolanos, al igual que los muchos políticos implicados en casos de corrupción. También son venezolanos de baja estofa esos políticos que nunca dimiten y los muchos miles que han robado y no devuelven el botín. Venezolana y chavista podría ser esa diputada que juega con su "tablet" al Candy Crush, mientras preside el principal debate del año sobre los grandes asuntos de España. Pura Venezuela es también la "colocación" de sagas familiares en puestos públicos y el vergonzoso hecho de que España tenga mas políticos a sueldo que Francia, Inglaterra y Alemania juntos.
Los mas de 17.000 aforados que hay en España, mas que en todo el resto de Europa, nos hace un país venezolano y el nombramiento de jueces y magistrados por parte de los partidos incluso supera con creces de degradación democrática bolivariana.
Los casos de corrupción que estallan casi a diario y la sospecha que se extiende por toda la clase política son Venezuela pura, como lo es también el bajo nivel de las campañas electorales y las promesas al ciudadano que jamás se cumplen.
Nuestro despilfarro parece "made in Venezuela" y el endeudamiento público también lo es. La inseguridad de algunas de nuestras ciudades las acercan a Caracas y el miedo al futuro de millones de ciudadanos, también.
En regiones como Andalucía, el inmenso poder de la Junta, su presencia agobiante en la sociedad y la adicción al subsidio y a las subvenciones públicas nos asemejan a la peor Venezuela bolivariana.
Si seguimos por este camino, es posible que cuando Podemos llegue al poder y quiera convertir a España en otra Venezuela, como afirman, para meter miedo, ya esté todo el trabajo hecho y España sea ya un calco de la Venezuela bolivariana de Maduro y de su pajarito.
Ah y si alguien cree que no es cierto que nos estamos acercando a pasos de gigante hacia Venezuela, que analice el reciente debate sobre el Estado de la Nación y contemple a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez debatiendo como políticos barriobajeros. Pura Venezuela trasladada al sur de Europa.
Nos acerca a Venezuela la corrupción institucional, las listas cerradas y bloqueadas, los jueces corruptos y controlados por unos partidos políticos que carecen de democracia interna y que anteponen sus propios intereses al bien común. Nos colocan en idéntico nivel que Venezuela la mentira que se difunde sistemáticamente desde el poder político, los escándalos, el saqueo de las cajas de ahorro, la estafa de las participaciones preferentes, las comisiones que algunos cobran por contratos públicos, subvenciones y concesiones y el incumplimiento reiterado de las promesas electorales.
Al mas puro estilo venezolano, España disminuye los derechos y libertades ciudadanas, incrementa el poder y el armamento de la policía, aumenta la desigualdad y la distancia que separa a ricos y pobres y se ensancha el muro que separa a políticos y ciudadanos.
En España no hemos llegado todavía al desabastecimiento de la población, ni al encarcelamiento de la oposición, ni al asesinato de manifestantes en las calles, pero si se contempla el horizonte con pesimismo y continúan avanzando el desempleo y la pobreza, alcanzar esos niveles de deterioro ya no parece del todo imposible.
El descenso en la calidad de los servicios básicos que presta el Estado, sobre todo de la sanidad, la enseñanza y la protección de los débiles, nos acerca a la realidad venezolana, una nación dividida en dos bandos, el de los que viven del gobierno y el de los que se oponen al gobierno.
Nuestros banqueros corruptos parecen venezolanos, al igual que los muchos políticos implicados en casos de corrupción. También son venezolanos de baja estofa esos políticos que nunca dimiten y los muchos miles que han robado y no devuelven el botín. Venezolana y chavista podría ser esa diputada que juega con su "tablet" al Candy Crush, mientras preside el principal debate del año sobre los grandes asuntos de España. Pura Venezuela es también la "colocación" de sagas familiares en puestos públicos y el vergonzoso hecho de que España tenga mas políticos a sueldo que Francia, Inglaterra y Alemania juntos.
Los mas de 17.000 aforados que hay en España, mas que en todo el resto de Europa, nos hace un país venezolano y el nombramiento de jueces y magistrados por parte de los partidos incluso supera con creces de degradación democrática bolivariana.
Los casos de corrupción que estallan casi a diario y la sospecha que se extiende por toda la clase política son Venezuela pura, como lo es también el bajo nivel de las campañas electorales y las promesas al ciudadano que jamás se cumplen.
Nuestro despilfarro parece "made in Venezuela" y el endeudamiento público también lo es. La inseguridad de algunas de nuestras ciudades las acercan a Caracas y el miedo al futuro de millones de ciudadanos, también.
En regiones como Andalucía, el inmenso poder de la Junta, su presencia agobiante en la sociedad y la adicción al subsidio y a las subvenciones públicas nos asemejan a la peor Venezuela bolivariana.
Si seguimos por este camino, es posible que cuando Podemos llegue al poder y quiera convertir a España en otra Venezuela, como afirman, para meter miedo, ya esté todo el trabajo hecho y España sea ya un calco de la Venezuela bolivariana de Maduro y de su pajarito.
Ah y si alguien cree que no es cierto que nos estamos acercando a pasos de gigante hacia Venezuela, que analice el reciente debate sobre el Estado de la Nación y contemple a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez debatiendo como políticos barriobajeros. Pura Venezuela trasladada al sur de Europa.