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España, país invadido por mafiosos y delincuentes, es hoy un "paraíso del delito"



España es un "infierno fiscal" del que huye el dinero limpio, pero también es un "paraíso del delito" que atrae al dinero sucio de medio mundo, al que proporciona refugio.

La España del presente, gobernada por Pedro Sánchez, no sólo es el país más opaco de Europa y el único que tiene sentado a comunistas en su Consejo de Ministros, sino que también es el refugio más seguro de Europa para las mafias, los delincuentes y el dinero negro. España, quizás porque sus cúpulas más poderosas están corrompidas hasta el tuétano, es hoy un paraíso para tipos peligrosos y rufianes acostumbrados a vivir al margen de la ley.

En los tiempos oscuros de Pedro Sánchez, la tolerancia ante el delincuente ha evolucionado hasta convertirse, en algunos casos, en protección. Los inmigrantes que entran sin ser filtrados y que se dedican al delito y los okupas son las dos tribus nuevas, incorporadas en los últimos años al océano delictivo español, donde ya se sentían a gusto y seguros los traficantes de drogas, los capos y magnates dedicados a la trata de blancas, los que lavan el dinero sucio de medio mundo, los que roban coches y los revenden en el tercer mundo, los que huyen de la justicia en sus respectivos países y los que viven de algún modo al margen de las leyes.

Fenómenos como el del huido Puigdemont, las maletas misteriosas traídas por la vicepresidenta de Venezuela al aeropuerto de Madrid, protegida por un ministro de Pedro Sánchez, la protección de las leyes a los que ocupan y roban viviendas ajenas, los tratos sucios con el narcotráfico, la colaboración con regímenes delincuentes, como el venezolano y el cubano, y el trato de favor que reciben los políticos corruptos, que jamás dimiten y rara vez son procesados y condenados, han logrado que Europa mire a España como un país poco fiable y con su sistema democrático y judicial trastocado.

Por esas razones, es difícil que en Europa concedan la extradición a personas reclamadas por España, como acaba de ocurrir cuando la justicia belga se ha negado a extraditar al rapero mallorquín Josep Miquel Arenas, conocido como Valtònyc, reclamado por España tras ser condenado por la Audiencia Nacional a tres años y medio de cárcel por enaltecimiento del terrorismo, injurias a la Corona y amenazas.
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Además de la mafia propia, muy concentrada en los ámbitos políticos, España acoge a las mafias de medio mundo: italiana, georgiana, rusa, kosovar, etc.
La España de Zapatero ya se convirtió en un paraíso para delincuentes y criminales de todo el mundo y el PP, gobernado por Rajoy, no hizo prácticamente nada por mejorar esa situación. Pero con Pedro Sánchez la delincuencia ha subido muchos enteros y la imagen de España como país de chorizos, rufianes y forajidos ha crecido como la espuma, entre otras razones por el escándalo del autoexilio del viejo rey emérito Juan Carlos, acusado de corrupción a gran escala.

Con Pedro Sánchez se han incorporado al ejército de la delincuencia miles de inmigrantes dedicados al robo y a las violaciones y brigadas enteras de sinvergüenzas dedicados a okupar (robar) viviendas, aprovechándose de que la ley, de manera increíble y escandalosa, les permite permanecer durante meses y quizás años disfrutando de su robo, mientras el propietario es humillado por la justicia, que le obliga a pagar las facturas de agua y electricidad de los ladrones que le han despojado.

Millones de españoles, indignados ante esa situación, que refleja la baja estofa moral y democrática de la clase política española, seriamente infectada por comportamientos corruptos, no saben a quien votar para acabar con ese paraíso de ladrones y rufianes y vuelven sus ojos con esperanza hacia VOX, el único partido que promete acabar con ese bajo mundo nauseabundo.

Este país, si no quiere perecer víctima de sus tribus delictivas, tarde o temprano tendrá que meterle mano al drama de una España invadida por mafias y delincuentes. Si alguien tenía duda, que lea el contenido de una conversación entre delincuentes rumanos grabada por la policía:

-Nicolae: «En Alemania es muy arriesgado robar, no es lo mismo que en España; en España te dan a firmar y ya está.

-M: Sí, pero al final sí que salen los juicios.

-Nicolae: Da igual porque no pasa nada, te envían a tu casa y ya está. En cambio, en Alemania a la primera metedura de pata tienes problemas.

-M: Hay que tener cuidado porque los tontos han aprendido mucho.

- M: ¿Os han sacado las huellas?

- R: No, sólo hemos firmado, todavía no hemos puesto las huellas.

- M: Mañana a las doce os llevarán al Juzgado y a las doce y media os soltarán, no pasará nada. ¿Os han cogido dinero?

- R: No, no.

- M: Entonces, no te preocupes que no pasará nada."

El texto anterior es parte de una conversación interceptada por agentes de Policía Judicial española que seguían a una banda de rumanos dedicada a robos en polígonos industriales. Los "tontos" a los que se refieren son los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, los mismos que ven con impotencia como tras meses de investigaciones un grupo organizado de delincuentes queda en libertad nada más ser detenido, o si hay suerte en los meses siguientes. Los criminales que viven de los hurtos, los robos con fuerza, los robos con violencia y de vez en cuando alguna que otra violación se escapan por las rendijas del sistema judicial y quienes se dedican a perseguirlos advierten de que si no se toman medidas es imposible atajar esta delincuencia, que no hace más que crecer.

La clase política española, con el viejo monarca a la cabeza, lleva décadas exhibiendo su corrupción y siendo el peor ejemplo para los jóvenes. Una jueza me dijo no hace mucho que hay en España muchos miles de políticos que no pueden justificar sus abultados patrimonios, frutos de la rapiña, nunca de sus sueldos legales.

Las ciudades españolas han perdido mucha paz y seguridad con la llegada de miles de jóvenes africanos, casi todos de Marruecos, a los que el Estado cobija en residencias del Estado a alquiladas con el dinero de los españoles y les paga dinero cada mes para su regocijo y manutención. Algunos de esos jóvenes se han incorporado al ejercito de los maleantes y siembran terror en la ciudadanía.

Las cárceles españolas están saturadas y el gasto del Estado en el mantenimiento de presos es elevado, lo que impulsa al arruinado gobierno a ser más permisivo de lo que permite la Constitución y a dejar a ladrones y criminales en la calle, todo un peligro para una ciudadanía que, además de ser más pobre y esquilmada por los impuestos, se siente cada día más desamparada por la autoridad.

Francisco Rubiales

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Viernes, 29 de Abril 2022
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