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España debe reformar las leyes para impedir que lleguen al poder sinvergüenzas y psicópatas



La campaña electoral en Madrid y los últimos movimientos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han sembrado la sociedad española de inquietud y miedo. El extremismo, el enfrentamiento, las amenazas de muerte, las pedradas a políticos y hechos como el asalto al poder judicial, seis meses de poder absoluto para combatir una pandemia que no necesita fabricar esclavos sino sólo medidas sanitarias, proyectos aterradores como la subida de impuestos, cuando el país está en ruinas, las líneas de los presupuestos generales, promotores de pobreza y retroceso, y un largo etcétera están conmoviendo a la sociedad española y llenándola de inquietud.

Algunos aseguran que la única explicación de lo que está ocurriendo en España es que el poder político está infectado de psicópatas.

La estupidez es inevitable en la sociedad y en el poder, pero la psicopatía puede y debe evitarse porque un psicópata en el poder puede destruir a una nación entera. La estupidez es un producto abundante, pero la locura extrema, por fortuna, es escasa, aunque mil veces mas peligrosa y letal.

La mayoría de los países en el mundo tienen defensas para impedir que un desequilibrado psicópata alcance la cúspide del poder y para defenestrarlo cuando allí es descubierto, pero España es uno de los que está demostrando que no tiene defensa alguna y está estúpidamente desvalido frente a esa terrible calamidad.

Después de las últimas experiencias, es URGENTE que la sociedad, con los científicos al frente, se encargue de impedir que un demente peligroso y sin escrúpulos tome en sus manos el timón de España y nos conduzca a todos hacia el precipicio.
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España ha tenido muchos estúpidos y miserables al frente de sus gobiernos y sentados en los ministerios, recientemente y en el pasado, pero algunos expertos creen que sólo ha padecido el azote de dos con sospechosos rasgos psicopáticos en los últimos siglos: Fernando VII y Pedro Sánchez.

La psicopedagoga Abigail Rodríguez es uno de esos expertos que despedazan al presidente del gobierno de España, al que presenta como un peligroso psicópata.

Otra especialista que emite un diagnóstico parecido es Pilar Enjamio. Afirma que Pedro Sánchez, sin duda, padece "la enfermedad del poder" en unos niveles graves y no pocos analistas y observadores han apuntado rasgos psicopáticos en su personalidad y comportamiento. Su gusto por la ostentación, su exhibicionismo narcisista, sus reformas en la Moncloa, sus viajes por todo el mundo, su mirada, a veces torva, y su alto grado de satisfacción ejerciendo el poder son claros síntomas de la enfermedad que el psiquiatra ingles David Owen, que fue ministro en el gabinete de Tony Blair, define como "el síndrome de la arrogancia" en su estudio científico "In Sickness and in Power", editado en 2008.

Otro de los que le señalan como posible enfermo es el prestigioso psiquiatra, José Miguel Gaona, que reconoce rasgos psicopáticos y resalta la importancia del lenguaje corporal, como el hecho de que nunca te mira a los ojos.

La prensa y las redes se hicieron eco de un diagnóstico firmado por Joaquín Sama, jefe clínico especialista en Psiquiatría, Neurología y Medicina Familiar y Comunitaria desde Córdoba, el 28 de mayo de 2020, según el cual Pedro Sánchez es psicópata narcisista que padece un claro trastorno de la personalidad.

Pero hay muchos más especialistas que se han lanzado a la palestra afirmando que el presidente tiene serios rasgos psicopáticos, aunque ninguno de esos diagnósticos tienen validez médica por no haberse realizado dentro de una terapia sistemática y controlada.

Decimos que Mao, Stalin y Hitler eran psicópatas y eso explica sus horrendos crímenes. Sin embargo, la misma teoría sirve para explicar el comportamiento de muchos de nuestros actuales líderes fracasados, menos asesinos, menos crueles, pero injustos, opresores, corruptos, egoístas, mentirosos, arrogantes y arbitrarios. El problema es que los psicópatas con poder siempre acaban siendo liberticidas.

La psicopatocracia explica lo que parece inexplicable en nuestro mundo, el por qué el mal prevalece sobre el bien tantas veces y por qué los políticos se han convertido en el mayor drama del planeta, en los peores enemigos del bienestar humano. También explican que países como España retrocedan, empeoren moralmente y se empobrezcan en lugar de avanzar en armonía, justicia y prosperidad.

La experta en grafología María Mercedes Sánchez analiza para ABC la rúbrica del presidente del Gobierno y concluye que es obsesivo, narcisista, testarudo e implacable. Concluye que la veleta es la que marca sus pasos y que eso implica que elegirá una opción y también la contraria, al mismo tiempo y sin escrúpulos.

Juan Pedro Sánchez cree que el 1% de la población mundial es psicópata. Eso significa que solo en España hay unos 460.000 psicópatas… y que en el Congreso de los Diputados hay al menos 10 psicópatas inscritos…, estadísticamente hablando.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Bond (Australia) en colaboración con la Universidad de San Diego (EE.UU.) sugiere que el 20% de los altos ejecutivos, en las organizaciones, son psicópatas. Eso incluye, de manera especial, a los políticos, donde quizás la proporción sea ligeramente más alta.

Entendiendo por psicópata no el asesino en serie sino el psicópata socializado, siendo sus características principales la imposibilidad de empatizar emocionalmente (cognitivamente sí puede), y la búsqueda de auto-gratificación a costa de los demás.

Si alguno de tus conocidos es uno de ellos lo mejor es que huyas porque la psicopatía no tiene solución conocida.

A pesar de los muchos dictámenes en su contra, en realidad no sabemos si Pedro Sánchez es o no es un loco peligroso, pero lo que es metafísicamente cierto es que en España es demasiado fácil que personas psicópatas lleguen al poder. Sin embargo, no es difícil establecer controles y filtros que impidan el acceso de los psicópatas a la cúspide, sin que jamás uno de ellos llegue a ser ministro y menos aun jefe del gobierno. Bastaría con someter a los políticos de alto rango a los mismos exámenes que funcionan en la sociedad y que impiden que un loco llegue a ser presidente ejecutivo de una gran compañía o que desempeñe funciones de alta responsabilidad en la sociedad.

El problema es que los políticos tienen demasiado poder y arrogancia y no permiten que se les practiquen pruebas, ni que se les exija nada, lo que constituye un síntoma de tiranía inmoral y canalla. Ni siquiera permiten que se les practiquen controles antidopaje, como los que sufren ciclistas, futbolistas y conductores, a pesar de que un político drogado es mil veces más peligroso que un deportista o un conductor porque sus decisiones pueden destruir vidas y despedazar toda una nación.

De hecho, para llegar a ser presidente del gobierno en España se exigen menos requisitos que para ser barrendero o secretaria ejecutiva: ni idiomas, ni limpieza moral, ni certificado de penales, ni valoraciones morales, ni controles antidopaje...

La psicopatía es objetiva, se puede medir de acuerdo a unos parámetros de falta de respuesta inconsciente a estímulos emocionales, mientras que la estupidez es un rasgo subjetivo muy difícil de detectar.

Es urgente que dejemos a la Ciencia la vital tarea de librarnos de psicópatas y de que esos tipos letales tengan en sus manos el timón de la nación, del mismo modo que la Ciencia debe orientar y dictar los métodos para luchar contra las pandemias y grandes catástrofes sanitarias. Dejar, como estamos haciendo, que los políticos se aprueben y controlen unos a otros es como encomendar a un escorpión que nos libre de los escorpiones.

Francisco Rubiales

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Domingo, 25 de Abril 2021
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