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España, con Pedro Sánchez, vuelve a tener un dictador



Pedro Sánchez se ajusta a la definición de "dictador" que hace la RAE: "Persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica". España tiene, de nuevo, un dictador.

Sin embargo, la dictadura de Sánchez es moderna, de otro estilo. Más que emplear la fuerza, emplea la manipulación, la mentira, el odio y el adoctrinamiento para cambiar la sociedad y someterla. Por ahora, permite ciertas libertades, pero todas están en retroceso y su avance hacia la tiranía es constante.

No respeta las leyes, acumula todo el poder que puede, impone su voluntad a las mayorías, no respeta la voluntad popular, ha desarbolado la democracia, eliminando sus frenos y controles al poder, obstaculiza la alternancia, miente, estafa, incumple sus promesas, aplasta a los adversarios, viola la Constitución, se alía con lo peor de la nación, se apodera de las instituciones y del resto de los poderes del Estado, es ampliamente rechazado por el pueblo y se apalanca en el poder, que no quiere abandonar.

Los de Pedro Sánchez son los rasgos de un dictador, aunque su dictadura, adaptada a los tiempos actuales, es blanda en apariencia porque permite, por ahora, la libertad de expresión y ciertas pautas del sistema democrático, como las elecciones, aunque los resultados están bajo sospecha.
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Una de las miles de imágenes antisanchistas creadas y difundidas por la resistencia española contra la creciente dictadura.
Ha domesticado a su partido y lo ha convertido en una legión de incondicionales sin otro criterio o ideología que el reparto del botín del poder. También ha domesticado y asustado a las grandes instituciones del país, desde la Monarquía a las Fuerzas Armadas. Ha convertido el Congreso en un templo de la trifulca y la imposición de la mayoría, sin debate ni consenso. Oculta datos vitales, y falsifica cifras y hechos. Ha comprado a gran parte de los medios de comunicación y gasta enormes cantidades de dinero en comprar voluntades y votos. Está ocultando hechos cruciales, como que la inseguridad crece en las ciudades y pueblos de España, por culpa, principalmente, de los miles de inmigrantes que el gobierno no sólo deja entrar sin controles, sino que estimula y mima con pagas que los españoles no tienen.

Tiene fama de psicópata y ha conseguido que el pueblo y la clase política se divorcien y hasta se odien.

Se considera con derecho a gobernar siempre y para lograrlo está dispuesto a todo, incluso a estigmatizar a los partidos y personas que le estorban. Ha sentado a los comunistas en el gobierno y se ha aliado con fuerzas repugnantes, como los golpistas catalanes y los herederos del terrorismo etarra.

Reparte el dinero de los españoles como quiere, sin rendir cuentas a nadie y su vida se parece cada día más a la de Mussolini, que transitó, como él, del socialismo al fascismo.

Ha sido un pervertidor y envilecedor que ha convertido España en un inmenso pesebre y en un océano de corrupción, el mayor de Europa y uno de los mayores del mundo, comparable sólo con los grandes pesebres viciosos comunistas.

Ha maniatado a la prensa libre, ha comprado a los medios necesitados de financiación y ahora está atacando a la Justicia, también para doblegarla. Ha enfrentado y dividido a los españoles unos con otros y ha utilizado el odio como arma de dominio.

En la España que Sánchez está construyendo, los viejos y los jóvenes están enfrentados, como los hombres y las mujeres, los ricos y los pobres, los catalanes y vascos con el resto de los españoles, las derechas y las izquierdas... todos contra todos.

Con su política fiscal abusiva y falta de estabilidad y aprecio por el emprendedor, muchas empresas huyen o están preparando su huida de España, lo que empobrecerá más el país.

Ha convertido la mentira en política de Estado y ha destrozado la democracia desde casi todos sus ángulos: acabando con la confianza de los administrados en sus administradores, despilfarrando, conviviendo con la corrupción, beneficiando a los suyos, colocándolos en puestos claves, castigando al adversario, enriqueciendo a sus amigos y seguidores, empobreciendo el país, que de estar a punto de sobrepasar a Italia en riqueza, ya es el tercero más pobre de Europa, solo por delante de Bulgaria y Rumanía.

En la actualidad, Sánchez cuenta ya con casi todo el poder que necesita, con las grandes instituciones paralizadas por el miedo y los resortes de poder tomados por los suyos, pretorianos militantes dispuestos a todo, con legiones de abducidos y comprados y con dosis suficientes de odio y miedo para gobernar España con mano de hierro y corazón de excremento.

La oposición del PP parece impotente y castrada y sólo el partido VOX y parte de la Justicia y del pueblo se le resisten.

Las únicas esperanzas para España y la libertad que se vislumbran son: que Europa condene la tiranía sanchista, que los jueces logren sentarlo en el banquillo o que el pueblo, cansado de abuso, injusticia y pobreza, se rebele y lo expulse del poder.

Aunque haya alcanzado el número de diputados suficientes para gobernar en alianza con lo peor de la nación, millones de españoles, escarmentados de sus mentiras y engaños, sospechan que el recuento de votos fue alterado para regalarle escaños. De cualquier manera, su poder es ilegítimo, aunque legal, porque fue alcanzado sustentado en la mentira y el engaño. Días antes de que se abrieran las urnas prometió que no habría amnistía y otras muchas cosas que después ha incumplido, lo que le convierte,técnicamente, en un estafador de su pueblo y en un gobernante usurpador.

Francisco Rubiales


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Viernes, 15 de Diciembre 2023
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