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España apesta tanto a odio, división y venganza que no hay condiciones para celebrar elecciones



La España de Pedro Sánchez no reúne las condiciones mínimas que garanticen unas elecciones democráticas y libres. La sociedad está tan infectada de odio, división y deseos de venganza, que las elecciones, en estas circunstancias, se parecerían a una batalla campal.

Las derechas y las izquierdas se odian, los demócratas odian a los tiranos en el poder, los ciudadanos odian a los partidos políticos, las regiones odian a vascos y catalanes, beneficiados injustamente por el gobierno con dinero y concesiones que los demás no tienen. La sociedad ni siquiera cree que las elecciones sean limpias y muchos denuncian ya pucherazos y manipulaciones en los escrutinios.

Millones de españoles, fanatizados y sin capacidad crítica, votarán a los suyos, empujados por el odio y el fanatismo.

No existe en toda Europa una sociedad tan inhabilitada para reflexionar con cordura y ejercer el derecho al voto democrático como la española del presente, víctima de un gobierno socialista-comunista que lleva años apostando por la división, el odio y el rencor.
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Dos presidente socialistas, los peores verdugos de España en muchas décadas.
Un país como la España del presente no está capacitado para votar en democracia, ni es capaz de elegir a los mejores. El odio imperante nubla las mentes y las elecciones se convertirán en exhibiciones conflictivas de cuchilladas, rencores y venganzas.

Los demócratas están deseosos de castigar a los políticos, a los que acusan de haber destrozado la convivencia y los viejos valores. Los pobres, animados por el gobierno, odian a los ricos, Los ladrones de viviendas (okupas) son ya una plaga que se siente protegida por el gobierno y los propietarios acusan al poder político de complicidad con la delincuencia.

Mientras tanto, los precios de las viviendas y alquileres escalan y se tornan imposibles, en las calles y plazas se dispara la delincuencia, en gran parte protagonizada por inmigrantes extranjeros, parte de los cuales llegan sin filtros ni controles y sin ánimo de integrarse y trabajar, anhelando vivir de las pagas y ayudas que les otorga el gobierno comunista-socialista.

Vascos y catalanes son masivamente rechazados por el desprecio a España que demuestran y por culpa de un gobierno que los ha llenado de ventajas y privilegios. Los políticos vascos y catalanes son los españoles más desleales, pero son tratados mejor que los leales y cumplidores de Andalucía, Extremadura, Castilla y otras regiones porque el corrupto gobierno de Sánchez necesita sus voto para conservar el poder.

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, es la principal encarnación de la corrupción y del mal gobierno. Su familia más cercana y sus colaboradores principales están con un pie en la cárcel, mientras su gobierno coloniza todo lo que puede, se apodera de las instituciones claves, miente, engaña, compra medios de prensa y periodistas y acosa a los jueces y periodistas independientes y críticos.

La sociedad española, por culpa de los políticos y por cobardía del propio pueblo, está seriamente envilecida y la corrupción es ya un sucio espectáculo teatral con funciones diarias.

Algunas empresas y muchos profesionales de primer nivel huyen al extranjero en busca de países con más seguridad jurídica y una fiscalidad más justa, donde no se sientan expoliados por el gobierno, como les ocurre en España.

Todo este caos y descalabro de la ilusión, la esperanza y el optimismo se produce en un ambiente ensombrecido por la mentira, el abuso de poder la decadencia y la inseguridad jurídica, enfermedades que, a la larga, siempre son letales en las democracias.

La sanidad y la educación están retrocediendo y son las primeras víctimas de la corrupción e ineficacia de los políticos.

Los hombres creen que las mujeres están siendo favorecidas por las leyes. Muchos jóvenes temen casarse y las mujeres empiezan a no encontrar parejas para formar una familia. El ambiente en muchos hogares está enrarecido por factores como las opiniones políticas enfrentadas y la incapacidad que tienen los hijos para independizarse y formar su propia familia.

Mientras tanto, los políticos viven en la abundancia y se hacen pronto millonarios. La gente habla de las viviendas de lujo adquiridas por políticos y de las cuentas que tienen en paraísos fiscales.

Los poderosos hace mucho tiempo que dejaron de ser ejemplares y se han convertido en escándalos andantes que envían a la sociedad española un mensaje claro: quien no se hace rico es imbécil.

España está emputecida y los emputecedores principales son los malditos políticos.

Francisco Rubiales

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Martes, 18 de Febrero 2025
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