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Es urgente cambiar el sistema político de España porque no ha sabido librarnos del sanchismo



El sanchismo está destrozando España en todos los ámbitos, desde la ética a la economía, desde la Justicia a los valores, asesinando la democracia, la esperanza, el futuro y la prosperidad, sin que ninguna institución del Estado haya sido capaz de librarnos de ese cáncer letal.

El conflicto con Argelia es el último "regalo" del sanchismo a España, pero hay otras decenas de daños y estragos causados por el peor gobernante español en siglos.

España, por culpa del sanchismo, es hoy más pobre, más insignificante, más desgraciada, más insegura, más dividida, más triste y con menos futuro.

Padecer un drama como el sanchismo entra dentro de la lógica porque algunas veces los pueblos se equivocan al votar o son engañados con eficacia y salen elegidos personas que no merecen tener en sus sucias manos el timón de la nación, pero entonces deben actuar las instituciones defensivas para impedir que los locos lo destrocen todo y que el zorro destruya el gallinero.

En España ha quedado demostrado que sus instituciones defensivas no funcionan y que Sánchez tiene que ser soportado al frente del gobierno por el pueblo impotente, hasta que las urnas lo expulsen, si es que él no decide impedirlo con un fraude electoral masivo.

Cuando "la bestia" sea derrotada y expulsada del poder, España debe revisar y cambiar su estructura de poder y regenerar su democracia para impedir en el futuro que un indeseable peligroso se haga con el control del Estado y conduzca el país hacia el desastre.
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Sánchez es la peor encarnación del mal en el poder desde Fernando VII, el rey felón
Al contemplar los destrozos del sanchismo y su larga y letal permanencia en el poder, comprendemos que nuestras instituciones defensivas nos han fallado al no librarnos de la plaga sanchista ¿Dónde estaban la Monarquía, las FF.AA., la Justicia, el Parlamento, la Universidad, los medios de información, la sociedad civil, etc.? Ninguna de esas instituciones o estamentos de importancia ha actuado para frenar el desastre de un gobierno que ha empujado a España hacia el fracaso, la ruina y el descrédito internacional.

En el futuro, después de que el sanchismo sea expulsado del poder, para que no vuelva a destrozarnos otro cáncer como el de Sánchez, habrá que reformar esas grandes instituciones del Estado, que nos han fallado y abandonado en manos de los peores, sin defender a España y a sus maltratados ciudadanos.

La experiencia ha demostrado que el sanchismo es una desgracia, un estigma, un drama, una tara, un castigo, una enfermedad y una castración del alma. También cabe afirmar que ser sanchista militante es una tara, una enfermedad, una traición al bien común y una maldita manera de acuchillar a España.

El peor pecado del sanchismo no es haber destruido la economía , ni haber gobernado unido a la escoria que odia a la nación, desde enemigos del terrorismo a comunistas totalitarios, golpistas e independentistas mercenarios, ni haber hecho de España un país débil y despreciado en el plano internacional, ni siquiera las injusticias y destrozos que ha causado en casi todos los ámbitos. El peor daño causado por Sánchez es haber alejado a los españoles de la democracia y haber fabricado con su poder injusto y depravado legiones de radicales que han aprendido a odiar un sistema político español que, por culpa de Sánchez, se ha convertido en una jaula-prisión dominada por los peores, los más indecentes e indeseables.

Una parte importante del pueblo español, por culpa de Sánchez y de su socialismo degenerado, ya no cree en la democracia y está dispuesto a recibir con los brazos abiertos a cualquier dictadorzuelo que en el futuro se presente con la promesa de que terminará con las injusticias, corrupciones, privilegios excesivos de los políticos, violaciones de la Constitución, abusos y arbitrariedades que el sanchismo ha implantado, grosera y suciamente, en nuestra nación.

Sánchez, con sus manipulaciones, mentiras, compra de medios de comunicación, repartos desiguales de los recursos públicos, sus violaciones de la Constitución y su inmensa batería de abusos, casi todos protegidos por la opacidad y la mentira más oscura, ha hecho a los españoles más fascistas y ha llenado de rencor a una ciudadanía que pasaba por ser la más alegre y feliz de Europa y también la más orgullosa de su democracia.

Culpable de este desastre es el propio Sánchez, más que nadie, pero detrás de él, en el reparto de culpas, ignominias y oprobio, están los miembros del PSOE, que en lugar de frenarlo y deponerlo lo han aupado hasta la cima del poder, y las grandes instituciones del Estado, desde la Monarquía a las Fuerzas Armadas, sin olvidar al Parlamento y la Justicia, la Universidad, la sociedad civil, la prensa y otros estamentos de la nación, que no han hecho nada por librar a España del cáncer sanchista y de sus infinitas metástasis.

Cuando todo esto pase, si no nos hemos despedazado mutuamente porque nos han arrebatado el amor, la verdad, el orgullo, muchos valores y gran parte de la dignidad, los españoles tenemos una grandiosa y relevante tarea por delante, la de resetear un sistema que hace aguas por todas partes y que permite que los peores tomen el poder, reformarlo seria y profundamente nuestras instituciones y sus miembros sirvan para algo más que cobrar sueldos elevados y gozar de grandes privilegios.

Para empezar el camino de la regeneración, será imprescindible conseguir que Sánchez rinda cuenta de sus desmanes y sea ejemplarmente juzgado y, si lo merece, también castigado, sin que pueda gozar en modo alguno de los privilegios con los que España premia a sus ex presidentes durante el resto de sus vidas: pensión de lujo, incorporación al Consejo de Estado, coche oficial, oficina, una secretaría y altos funcionarios a sus servicio, todo ello pagado con nuestros impuestos a un tipo que nos ha hundido, saqueado y destrozado la patria.

Francisco Rubiales

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Lunes, 13 de Junio 2022
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