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¿Es falsa la regeneración de Pedro Sánchez?



El gobierno de Pedro Sánchez afirma que quiere regenerar España, pero sus primeros pasos apuntan justo a lo contrario. En tan solo una semana, cuenta con un ministro, el de Cultura y Deportes, dimitido por haber ocultado una condena por eludir pagos a Hacienda, mientras que otro ministro, Luis Planas, de Agricultura, está imputado por haber permitido en robo de agua en el espacio protegido de Doñana, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, acusada de prevaricación por una plataforma popular andaluza.
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El PP exige la dimisión de Luis Planas y miles de ciudadanos condenan ya la intención de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, también acusada de prevaricación en una denuncia popular, de querer imponer el cruel, inhumano e inconstitucional Impuesto de Sucesiones y Donaciones a todas las autonomías de España, incluso en aquellas donde la lucha popular había conseguido eliminar ese vergonzoso tributo, que obliga a los herederos a pagar por las herencias recibidas, a pesar de que esos bienes ya fueron adquiridos con dinero que ya había pagado sus impuestos.

Todo eso es incompatible no sólo con las promesas de Pedro Sánchez de regeneración profunda y de no contar en su equipo con personas manchadas, imputadas o bajo sospecha, sino también con la demanda ciudadana, cada día más intensa y sonora, de una forma de hacer política más abierta y participativa, también más limpia, transparente y responsable. Hay que ser bueno y también parecerlo y hay que hacer reformas concretas, además de proclamar en público la bondad de la regeneración.

Todo programa de regeneración debe incluir "Impuestos justos y no abusivos", como algunos de los que esquilman a los españoles, abandonados o en retroceso en la mayoría de los países democráticos, "Listas abiertas" en lugar de las actuales, que son cerradas y bloqueadas por los partidos, "democracia interna" en los partidos políticos, que ahora son verticales y autoritarios, que deben también financiarse con sus propios ingresos, nunca con dinero público, como ocurre en el presente, "libertad y separación efectiva de los poderes del Estado", con una Justicia independiente y eficaz, no politizada, con diputados y senadores que respondan ante el pueblo, no ante los líderes de sus partidos, "reforma profunda del sistema electoral", que logre que cada voto valga lo mismo, se emita donde se emita, una profunda "reforma de la administración local" y sobre todo incrementar el protagonismo del ciudadano y la sociedad civil, así como la participación y control ciudadano de la política, que hoy es un lamentable monopolio de los partidos.

La regeneración requiere, también, un serio análisis y posterior reforma del sistema autonómico, que ha demostrado con creces que su actual diseño impulsa el derroche de fondos públicos, la corrupción, la desigualdad y la ineficacia, que incluya una reforma que permita al gobierno central recuperar transferencias que nunca debieron hacerse, como las de salud, educación y sanidad, entre otras.

Para hacer creible su proyecto de regeneración, Sánchez debería empezar por limpiar al menos la caverna oscura y maloliente del socialismo andaluz.

Y un toque final de seguridad en la Constitución que nos falta: ilegalizar a los partidos que se propongan romper la nación, una medida que tienen otros países democráticos de nuestro entorno y que España necesita con especial urgencia, sobre todo después de las traiciones de los separatismos catalán y vasco.

Sánchez y su equipo parecen desconocer que regenerar un país no consiste sólo en evitar que los políticos roben y en lograr que los corruptos dimitan, sino que la regeneración exige también eliminar impuestos abusivos, garantizar a todos los ciudadanos la igualdad de oportunidades, eliminar redes clientelares tan mafiosas como las tejidas por el socialismo andaluz, que maniatan la sociedad, la empobrecen e impiden la libre elección de los gobernantes, y dejar de beneficiar a los correligionarios y amigos con subvenciones públicas, contratos opacos, concursos, empleos y muchos otros privilegios que se gestionan de manera arbitraria y delictiva.

Francisco Rubiales

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Viernes, 15 de Junio 2018
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