Decirlo es políticamente incorrecto, a muchos españoles nos avergüenza reconocerlo y al PSOE le escuece como el ácido, pero es una realidad sabida que emerge con nitidez tras el atentado terrorista del 7 de julio en Londres: España se rindió al terrorismo islámico tras ser atacada el 11 de marzo de 2004.
La rendición española surge con claridad meridiana de la comparación entre lo sucedido en Madrid tras los atentados del 11 M y lo ocurrido en Londres tras el ataque del 7 J.
Mientras que la sociedad británica, liderada por los partidos políticos y con los medios de comunicación en sintonía, se ha alineado con su gobierno como una piña frente a la crisis, dispuesta a resistir y a plantar cara a los agresores, la sociedad española, liderada entonces por la oposición del PSOE, que obtuvo como premio el poder, y con la ayuda cómplice de los medios de comunicación afines al PSOE, se rindió al terrorismo e hizo a los terroristas dos concesiones vitales: expulsó del poder al gobierno de José María Aznar, el que había ordenado la intervención en Irak, y retiró las tropas españolas presentes en dicho país.
Sólo faltó, para una rendición en toda regla, la foto de Zapatero y Bin Laden firmando la paz en un incognito rincón de las montañas de Afganistan.
La rendición española surge con claridad meridiana de la comparación entre lo sucedido en Madrid tras los atentados del 11 M y lo ocurrido en Londres tras el ataque del 7 J.
Mientras que la sociedad británica, liderada por los partidos políticos y con los medios de comunicación en sintonía, se ha alineado con su gobierno como una piña frente a la crisis, dispuesta a resistir y a plantar cara a los agresores, la sociedad española, liderada entonces por la oposición del PSOE, que obtuvo como premio el poder, y con la ayuda cómplice de los medios de comunicación afines al PSOE, se rindió al terrorismo e hizo a los terroristas dos concesiones vitales: expulsó del poder al gobierno de José María Aznar, el que había ordenado la intervención en Irak, y retiró las tropas españolas presentes en dicho país.
Sólo faltó, para una rendición en toda regla, la foto de Zapatero y Bin Laden firmando la paz en un incognito rincón de las montañas de Afganistan.