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En España hay motivos para una protesta masiva contra el gobierno



En España hay tantas o más razones que las que esgrimieron en su día los egipcios, tunecinos o ukranianos para lanzarse a las calles y protagonizar una protesta masiva contra el gobierno y su intolerable torpeza y abuso de poder.

El avance hacia la pobreza, el desempleo masivo, la desigualdad, la injusticia vigente, la arrogancia del poder, el mal gobierno generalizado, el despilfarro, el endeudamiento, el favoritismo, el nepotismo, el monstruoso tamaño del Estado, el descontrol de los políticos, la corrupción galopante y, sobre todo, la pésima gestión de la pandemia, saturada de muertos e infectados, son motivos más que suficientes para que el pueblo español se lance a la calle para reclamar un cambio profundo en el liderazgo y hasta del sistema político vigente, donde la democracia es sólo un título inmerecido por un régimen que es claramente una dictadura de partidos (de derecha y de izquierdas), gestionada por ineptos y corruptos.
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Los españoles han dejado de ser ciudadanos y han sido transformado en vasallos de un gobierno mediocre y pésimo que no merece tener en sus manos el destino de la nación. Pero el drama es más grave porque afecta al mismo sistema, del que el actual gobierno social-comunista es sólo una consecuencia. España tiene un sistema político diseñado para que los partidos abusen del poder y practiquen la corrupción sin obstáculos. Mas que un sistema político es un mecanismo de saqueo.

Hay una docena de informes internacionales y cientos de opiniones de expertos que señalan a España como el país que peor ha gestionado la pandemia del coronavirus por ser el que ha padecido más muertes por habitante, mas daños en su economía y más infecciones en la primera y en la segunda oleada. Todos los estudios coinciden en el fracaso del gobierno ante la pandemia, pero el fallo no sólo es de los que gobiernan sino del mismo sistema, mal diseñado y abierto al abuso de poder, la desigualdad, la corrupción y la ineficacia.

Si existe hoy un pueblo en el mundo con motivos más que suficientes para lanzarse a las calles y protestar por el gobierno que padece, ese es el pueblo español, que, mal conducido, avanza hacia la pobreza y el fracaso como nación sin que las instituciones que deberían defender a la nación de un gobierno incompetente hayan reaccionado.

Estamos en vísperas de la manifestación masiva contra el gobierno de Pedro Sánchez, convocada para el próximo sábado, 12 de septiembre, a las 12.00 horas, en la Puerta del Sol de Madrid, en la que se pedirá la dimisión del gobierno.

En condiciones normales, esa manifestación, en medio de la segunda oleada de la infección por coronavirus, sería imprudente y peligrosa, pero más peligro tiene España si sigue por la senda actual, que conduce a la ruina y al fracaso como pueblo y nación, tras batir casi todos los records de desgracia y postración: descenso del PIB, infecciones por la pandemia, muertos, desamparo, corrupción, desempleo masivo, cierre de empresas y un largo etcétera que descalifica por completo a un gobierno que se niega a reconocer su fracaso y que está empeñado en continuar por la senda de la destrucción de su pueblo.

Por las redes circulan todo tipo de rumores destinados a reventar esa protesta, desde que ha sido suspendida a que la policía ha recibido ordenes de emplearse a fondo contra los manifestantes, sin olvidar una lluvia de mensajes confusos sobre la hora, el lugar y la naturaleza de la manifestación, lanzados desde el gobierno y sus terminales mediáticas y propagandísticas.

La batalla contra el gobierno ya ha sido ganada por los rebeldes en las redes sociales, donde las condenas y denuncias al gobierno son masivas, pero la conquista de la calle es la gran asignatura pendiente, aunque hay miles de expertos y analistas que afirman que este gobierno tiene el descaro y la desvergüenza suficientes para aguantar hasta una protesta masiva de los españoles y una descalificación generalizada.

Atrincherado tras sus periodistas sometidos, perros del poder, policías con exceso de celo y aficionados a golpear y jueces politizados, el gobierno se siente temerariamente seguro y dispuesto a soportar todo lo que le echen, exhibiendo así su pésima ética y la bajísima calidad de la mal llamada "democracia española".

Francisco Rubiales



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Jueves, 10 de Septiembre 2020
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