El problema en España es de Estado no de gobierno y por lo tanto de nada sirve votar. La constitución española priva de los derechos políticos al súbdito, impide la representación y, al no separar los poderes, permite el gobierno absoluto e impune. En esas circunstancias, votar es nocivo porque el voto alimenta un sistema viciado de origen y contrario a la democracia.
Europa está presionando en estos días a Polonia y hasta ha esgrimido por primera vez una norma que habilita a Bruselas a presionar a sus países miembros cuando hayan desvirtuado la democracia. Los pecados atribuidos a Polonia, cuyo gobierno es ultraconservador, los padece España desde hace décadas: excesivo control de los medios de comunicación públicos y del Tribunal Constitucional.
En España, los medios públicos, sobre todo el poderoso e influyente ente de Radio y Televisión Española, la Agencia EFE y otros, están férreamente controlados por el gobierno y los magistrados del alto Tribunal Constitucional son nombrados directamente por los partidos políticos.
¿Por qué la Unión Europea arremete contra los "desvíos" antidemocráticos de Polonia y guarda un silencio vergonzoso con España, cuyo Estado padece, además, otros gravísimos problemas de incompatibilidad con la democracia, como la marginación de los ciudadanos, convertidos en súbditos por el sistema y sin representación alguna, como exige la democracia?
Las carencias antidemocráticas de España superan con mucho las de Polonia. A las mismas carencias polacas, España agrega una larga lista de "pecados mortales" contra la democracia: nula participación ciudadana en la política, incumplimiento por los partidos del deber de practicar la democracia interna, la inexistencia de una ley igual para todos, la ocupación y neutralización, por los gobiernos y partidos, de una sociedad civil que en democracia tiene que servir de contrapeso al poder político, el desprestigio creciente de la clase política y su divorcio profundo con la ciudadanía, la ausencia de controles democráticos fundamentales al gobierno y a los partidos políticos, la sumisión de los legisladores a sus respectivos partidos, que les impide votar en conciencia, la politización de la Justicia, los excesivos privilegios de los políticos (España tiene mas aforados que el resto de Europa), el incumplimiento sistemático de las promesas electorales, la abusiva financiación pública de los partidos y muchos mas, hasta completar una lista tan agobiante de carencias y desmanes antidemocráticos que hacen de España un país lleno de incompatibilidades con Europa y que rechina con sus compañeros de viaje en la Unión Europea.
Europa está presionando en estos días a Polonia y hasta ha esgrimido por primera vez una norma que habilita a Bruselas a presionar a sus países miembros cuando hayan desvirtuado la democracia. Los pecados atribuidos a Polonia, cuyo gobierno es ultraconservador, los padece España desde hace décadas: excesivo control de los medios de comunicación públicos y del Tribunal Constitucional.
En España, los medios públicos, sobre todo el poderoso e influyente ente de Radio y Televisión Española, la Agencia EFE y otros, están férreamente controlados por el gobierno y los magistrados del alto Tribunal Constitucional son nombrados directamente por los partidos políticos.
¿Por qué la Unión Europea arremete contra los "desvíos" antidemocráticos de Polonia y guarda un silencio vergonzoso con España, cuyo Estado padece, además, otros gravísimos problemas de incompatibilidad con la democracia, como la marginación de los ciudadanos, convertidos en súbditos por el sistema y sin representación alguna, como exige la democracia?
Las carencias antidemocráticas de España superan con mucho las de Polonia. A las mismas carencias polacas, España agrega una larga lista de "pecados mortales" contra la democracia: nula participación ciudadana en la política, incumplimiento por los partidos del deber de practicar la democracia interna, la inexistencia de una ley igual para todos, la ocupación y neutralización, por los gobiernos y partidos, de una sociedad civil que en democracia tiene que servir de contrapeso al poder político, el desprestigio creciente de la clase política y su divorcio profundo con la ciudadanía, la ausencia de controles democráticos fundamentales al gobierno y a los partidos políticos, la sumisión de los legisladores a sus respectivos partidos, que les impide votar en conciencia, la politización de la Justicia, los excesivos privilegios de los políticos (España tiene mas aforados que el resto de Europa), el incumplimiento sistemático de las promesas electorales, la abusiva financiación pública de los partidos y muchos mas, hasta completar una lista tan agobiante de carencias y desmanes antidemocráticos que hacen de España un país lleno de incompatibilidades con Europa y que rechina con sus compañeros de viaje en la Unión Europea.