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Elecciones 2008: escasa calidad en la democracia





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Tras asistir al espectáculo deplorable de la campaña electoral 2008 y a los debates televisados entre los líderes políticos más poderosos, la sensación generalizada es que la calidad de nuestra democracia es pésima, hasta el punto de que puede afirmarse con certeza científica que España no cumple satisfactoriamente ni uno sólo de los requisitos que los filósofos políticos señalan como básicos para que exista una verdadera democracia.

Es cierto que cuando se mide la calidad de las democracias existentes en el mundo, los resultados suelen ser decepcionantes. Aun así, dentro de las democracias existen clases y diferencias muy notables.

La calidad de una democracia puede medirse y existe consenso entre los expertos para que los elementos a medir sean los siguientes:

1. Respeto a las leyes por parte de los gobiernos.
2. Sistema electoral representativo, basado en partidos políticos democráticos.
3. Elecciones libres y justas.
4. Rendición de cuentas de los poderes y de los representantes elegidos.
5. Actuación política de acuerdo con las preferencias de los ciudadanos.
6. Medios de comunicación públicos que funcionan sin interferencias políticas.
7. Posibilidad de que los ciudadanos participen en la vida política y en los procesos de toma de decisiones en un clima de libertad y respeto.

Esos son los siete puntos básicos para medir la calidad de la democracia, pero algunos expertos añaden otros como los siguientes:

1.- Existencia de medios privados de comunicación que sean independientes y que respeten las ideas y criterios de sus profesionales periodistas.
2.- Contactos directos entre representantes y representados y rendición de cuentas.
3.- Respeto a la libertad de expresión y de conciencia de ciudadanos y representantes, lo que significa liertad de crítica y libertad de voto, incluso en las sedes parlamentarias.

Es cierto que pocas democracias superan la prueba de la medición objetiva, pero las diferencias entre unas y otras son abismales. Los mayores déficits suelen concentrarse en el escaso respeto de las democracias a los criterios de los ciudadanos, la escasa independencia y objetividad de los medios de comunicación públicos y en la escasa o nula participación de los ciudadanos en la política, que es ejercida por los partidos políticos casi en régimen de monopolio.

Lo mas curioso es que los gobiernos y los partidos, que deberían ser los más interesados en medir la calidad de las democracias, suelen eludir hacerlo, hasta el punto de que en la mayoria de los países son instituciones libres de la sociedad civil las que realizan esas mediciones.

En España, por ejemplo, no se realizan mediciones fiables de la calidad de la democracia, ni públicas ni privadas, quizás porque todos sospechamos que los resultados serían altamente decepcionantes. De hecho, basta una reflexión imparcial sobre la actual democracia española para concluir que falla en los siete puntos básicos y en dos de los tres complementarios citados en este artículo, lo que le otorgaría un suspenso rutundo. De los diez puntos citados, España sólo obtendría un aprobado raspado en el primero de los puntos complementarios, el que habla de la existencia de medios privados libres. Hay algunos, pero muy pocos y con difusión muy escasa.

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Miércoles, 5 de Marzo 2008
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