Información y Opinión

Elecciones 2008: Una Agencia Tributaria andaluza





La Junta de Andalucía acaba de dar luz verde a la creación de la Agencia Tributaria Andaluza, una decisión que se adopta después de que Cataluña haya inaugurado la suya, a pesar de que su legalidad constitucional está bajo serias dudas y depende de la decisión que debe tomar el Tribunal Constitucional.

De ese modo, Andalucía, como ya hizo al aprobar su nuevo Estatuto, innecesario, desconocido y tan impopular que ni siquiera logró la aprobación en referéndum de un tercio de los ciudadanos con derecho a voto, apoya la huida hacia adelante emprendida por el nacionalismo catalán, enardecido por la debilidad de Zapatero y dispuesto a llegar a la independencia por la vía rápida de los chantajes y los hechos consumados.

Una nueva institución más para Andalucía, un refuerzo más para el régimen, mayor peso del Estado en la tierra de Europa donde es mayor la densidad y el peso del poder sobre la sociedad, más clientelismo, más enchufados, más directivos públicos, más coches oficiales, más secretarias, más ordenadores y todo para hacer lo que el Estado mejor sabe hacer y ya se hace perfectamente: cobrar impuestos al abrumado contribuyente.

Al igual que Andalucía no necesitaba un nuevo Estatuto, ahora tampoco necesita una Agencia Tributaria propia. Ningún andaluz, salvo los políticos gobernantes, siempre ávidos de más poder, ha reivindicado o reclamado una Hacienda propia, que sólo puede entenderse como un eructo más de la megalomanía del poder.

Lo que Andalucía necesita y nadie le da es una Perestroika, un mayor protagonismo de lo privado y del ciudadano, acojonado ante la enorme exhibición de poder que realizan a diario la Junta de Andalucía, los partidos políticos, el parlamento autonómico, las diputaciones provinciales, los ayuntamientos, las empresas públicas, los entes públicos, los comités, las comisiones y demás parafernalia interminable del poder. Lo que Andalucía necesita y no consigue es una severa dieta de adelgazamiento para las enormes administraciones públicas, enfermas todas ellas de obesidad mórbida. Sólo entonces, cuando el fofo Estado andaluz adelgace y se restablezca el equilibrio entre lo público y lo privado, cuando exista una sociedad civil capaz de servir de contrapeso al poder, cuando exista una prensa libre capaz de criticar a los poderosos y de ceñirse a la verdad, sólo entonces, Andalucía podrá resurgir y abandonar ese vergonzoso puesto en la cola que sigue ocupando en casi todos los capítulos que marcan el progreso: educación, seguridad, espíritu emprendedor, innovación, esfuerzo...


   
Miércoles, 16 de Enero 2008
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