Información y Opinión

El temible Obama



Inspirado en las notas enviadas por nuestro corresponsal en Washington y en un brillante artículo publicado por el periodista italiano Christian Rocca, redacto un artículo sobre el extraño caso del candidato Obama en Estados Unidos.
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Obama es un fenómeno que empieza a inquietar en Estados Unidos. Cuando habla, la gente se abraza, llora y se desmaya. Su verbo es poder y vida y los que lo escuchan esperan que de un momento a otro levite y se revele como alguien cercano a la divinidad. No exagero en modo alguno y sostengo que el fenómeno Obama es mucho más importante de lo que todos creemos. Si no lo creen, pregunten a Hillary Clinton. Ella no puede entender cómo su candidatura, bien engrasada y armada con toda la artillería del partido, está siendo arrasada por el extraño senador negro.

Obama es un político diferente a todo lo conocido que, en lugar de convencer a los electores para que le voten, los recluta para su causa, que es el gran cambio de la nación más poderosa del planeta. La gente está sorprendida por lo que ocurre en su entorno: muchos de sus simpatizantes se transforman en "discípulos". Parece liderar más una revolución que una campaña electoral. Der Spiegel le llama "El Mesías", el Weekly Standard lo define como "San Obama", refiriéndose a la veneración que despierta entre sus seguidores, mientras que otros medios lo retratan con aureola o se preguntan de dónde procede su insólita capacidad para conmover a la audiencia. Para los observadores más fríos e incrédulos, la campaña de Obama, por su sorprendente capacidad de derrotar a la impresionante máquina bélica clintoniana, es la mejor de la historia moderna americana.

El poder de Obama ante las masas y su portentosa y convincente oratoria empiezan a despertar recelo en los grandes santuarios del poder, en el corazón del "stablismen" norteamericano, donde se teme a los que son difíciles de manipular y poseen el recurso supremo en democracia, el de poner al pueblo de su parte.

Los comentaristas políticos americanos dicen de Obama cosas insólitas. Casi todos los que le han conocido admiten que es un fenómeno de comunicación y de sintonía con el pueblo superior al de Kennedy. El New York Observer lo llama "el Nuevo Testamento". Unos relatan que cuando escuchan sus discursos "me tiemblan las piernas", pero otros llegan más lejos y dicen que "no es un mesías; es el Mesias" (l’Economist). Otros hablan de "culto a la personalidad" y un medio como Vaniti Fear menciona el "miedo ante el mesianismo de masas" del senador de Illinois.

El verbo de Obama sobrecoge no sólo por lo que expresa sino también por cómo lo expresa. Parece imposible que un hombre pueda manejar los tiempos, la escena, las sensaciones y las expectativas de la audiencia como lo hace él. La mejor anécdota quizás sea la que le ocurrió al actor Morgan Freeman en una cena de recaudación de fondos, en Hollywood: Obama le miró a los ojos y dijo: "Este hombre ha sido presidente antes que yo", seguramente refiriéndose a su papel en "Deep Impact". Seguidamente Obama, sin dejar de mirarle, agregó: "Este hombre ha sido Dios antes que yo", refiriéndose al papel que desempeñó en la película "Bruce Almighty" (Cómo Dios). La gente estaba fascinada y Freeman no menos.

El director de The New York Times, Bill Keller, lo compara con Nelson Mandela, con los dos Kennedy asesinados y con Martín Luther King. Otros confiesan que se sienten "elevados" con sus discursos y otros sesudos y curtidos periodistas no se avergüenzan de reconocer que nunca han visto nada igual o que el senador afroamericano parece un extraterrestre superdotado. La escritora progresista Ezra Klein afirma en The American Progress algo tan sorprendente como lo siguiente: "no es el verbo hecho carne, pero sí el triunfo del verbo sobre el cuerpo".

Pero lo que más sorprende y causa estupor en los santuarios del poder y los think tanks americanos es la facilidad para convencer a los periodistas más recalcitrantes y metérselos en el bolsillo. Algunos, recién convertidos al "Obanismo", no hablan lenguas extrañas, pero empiezan a decir cosas sorprendentes, como que si Obama gana los americanos "seremos mejores" o que con Obama de presidente desaparecerá la violencia y no ocurrirán más masacres como la famosa de Virginia Tech.

Lo que está fuera de toda duda es que Obama está demostrando ser un comunicador magistral, no se si, como dicen algunos, el más convincente y persuasivo desde el nacimiento de la nación americana, pero sí el mejor de las últimas décadas y un tipo con suficiente carisma y arrastre para lograr el milagro de cambiar la sociedad americana y meterla de lleno en el siglo XXI, donde, según dice, la primera potencia mundial tendrá que liderar el mundo no sólo con el miedo y la fuerza de sus misiles, sino más bien con la fuerza transformadora de la ética y con la libertad individual y la dignidad humana como grandes banderas.

Yo sí creo que, con Obama como presidente, Estados Unidos podría salvar de nuevo a Europa, por tercera vez, como hizo en las dos grandes guerras mundiales. Pero ahora lo hará no invadiéndola con sus ejércitos, sino transformándola en un territorio de principios y valores, desatando una fuerte marea ética que, como un Tsunami, erradique la plaga de políticastros mediocres, corruptos y cobardes que hoy manejan los hilos del poder y envilecen al decadente viejo continente.


   
Miércoles, 27 de Febrero 2008
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