¿Está Dios perdiendo el pulso con el diablo en Europa?
Mas del 50 por ciento de los europeos se declaran "sin religión", lo que indica que Europa ha dejado de creer en la eternidad y el futuro.
En esta Europa sin liderazgo, las iglesias cristianas cierran y las mezquitas se multiplican.
Ya no existen los políticos líderes con grandeza y visión de futuro y el poder es ejercido por bandas de mediocres y partidos políticos carcomidos por las mafias internas, más interesados por el disfrute, el dinero y la ostentación que por el bien de la comunidad.
Europa está llena de miedo ante la amenaza rusa y el abandono de Washington, que desde hace décadas ha sido la superpotencia protectora.
A Europa, más desunida que nunca, le da miedo su realidad y, aunque no lo admita, se sabe débil y en decadencia imparable.
Retroceden la educación, la sanidad, la cultura y las capacidades industriales y tecnológicas. Frente a la pujanza de China, Europa es un establo de vacas asustadas.
Europa ha vendido el ateísmo como si fuera progreso y esa venta ha sido nefasta porque ha arrastrado consigo valores vitales que sostenían la cultura y el vigor, incluyendo a las clases medias y a la familia, que eran la columna vertebral europea.
Hay países europeos que en pasado fueron un faro para el mundo, como España, que hoy, en manos del socialismo podrido de Pedro Sánchez, es un desastre en destrucción.
Europa ya no está poblada por hijos libres de Dios sino por contribuyentes, pacientes y votantes. A los políticos europeos les importa el voto inmediato más que el futuro y la riqueza más que los valores.
No hay nada tan urgente para Europa como regenerarse y recuperar el vigor y la pujanza que ha perdido, pero para lograrlo sólo hay un camino: volver los ojos a los grandes valores abandonados, como la libertad, el trabajo, la fe y el amor.
Francisco Rubiales
En esta Europa sin liderazgo, las iglesias cristianas cierran y las mezquitas se multiplican.
Ya no existen los políticos líderes con grandeza y visión de futuro y el poder es ejercido por bandas de mediocres y partidos políticos carcomidos por las mafias internas, más interesados por el disfrute, el dinero y la ostentación que por el bien de la comunidad.
Europa está llena de miedo ante la amenaza rusa y el abandono de Washington, que desde hace décadas ha sido la superpotencia protectora.
A Europa, más desunida que nunca, le da miedo su realidad y, aunque no lo admita, se sabe débil y en decadencia imparable.
Retroceden la educación, la sanidad, la cultura y las capacidades industriales y tecnológicas. Frente a la pujanza de China, Europa es un establo de vacas asustadas.
Europa ha vendido el ateísmo como si fuera progreso y esa venta ha sido nefasta porque ha arrastrado consigo valores vitales que sostenían la cultura y el vigor, incluyendo a las clases medias y a la familia, que eran la columna vertebral europea.
Hay países europeos que en pasado fueron un faro para el mundo, como España, que hoy, en manos del socialismo podrido de Pedro Sánchez, es un desastre en destrucción.
Europa ya no está poblada por hijos libres de Dios sino por contribuyentes, pacientes y votantes. A los políticos europeos les importa el voto inmediato más que el futuro y la riqueza más que los valores.
No hay nada tan urgente para Europa como regenerarse y recuperar el vigor y la pujanza que ha perdido, pero para lograrlo sólo hay un camino: volver los ojos a los grandes valores abandonados, como la libertad, el trabajo, la fe y el amor.
Francisco Rubiales