Comunicación y Medios

El poder tiene fotofobia





Ayer impartí una conferencia sobre "Periodismo, democracia y control del poder público a través de la comunicación", en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, en la que defendí que en España no funciona ni una sóla de los reglas y leyes básicas necesarias para que existe democracia. Intenté demostrar que todos los cerrojos y controles de la democracia han sido violados y que el sistema que nos gobierna es una oligocracia que no merece respeto alguno y frente al cual los ciudadanos deben oponerse y ejercer presión cívica para obligar a los políticos a ser demócratas.

Analicé, uno por uno, el estado de los siete grandes cerrojos que, en democracia, tienen la misión de controlar al Estado y a encerrar sus tendencias opresoras en una jaula de acero. Analizamos la marginación del ciudadano, soberano del sistema (primer cerrojo), la nula defensa activa de los derechos fundamentales del ser humano (segundo), la violación de la regla que exige división e independencia en los poderes básicos del Estado (tercero), las elecciones universales, que no son libres sino mediatizadas y controladas por los partidos políticos (cuarto), la configuración de un Estado de Derecho con leyes impuestas en lugar de asumidas por todos y que en lugar de ser iguales para todos son desiguales y parciales (quinto), el escandaloso desequilibrio existente entre las esferas pública y privada, con una sociedad civil acupada y sometida por el poder político (sexto) y la inexistencia de una prensa libre e independiente, al servicio de la democracia y garante de las libertades a informar y a ser informados verazmente (septimo).

La terrible conclusión final fue que cada uno de esos sellos había sido violado precisamente por quienes tienen en democracia el deber de custodiarlos: los partidos políticos y los representantes del pueblo.

Los expliqué a los estudiantes que, probablemente, de los siete sellos que, en democracia, encierran al monstruo del Estado en una jaula de acero, el más eficaz de todos, en el siglo XXI, es el de la existencia de una prensa libre, independiente y vinculada a la verdad, porque los poderes tienen fotofobia y el periodfismo aporta luz y taquígrafos a la política, a la convivencia y a la democracia, impidiendo corrupciones, abusos y traiciones y desmanes.

Juntos, llegamos a la conclusión de que ninguno de los grandes escandalos que han visto la luz en las dos últimas décadas de la Historia de España habrían sido conocidos y alcanzado el nivel de escándalos si no hubieran sido aireados por los medios de comunicación.

Les expliqué a los alumnos que es falso lo que dicen los políticos de que la antítesis de la democracia es la tiranía. Esa es una afirmación falsa porque no se atreven a decir la verdad: que lo contrario a la democracia es justo lo que ellos han creado, la oligocracia, que suele ser una oligocracia de partidos (partitocracia) y de políticos profesionales.

Al final llegamos a la conclusión de que la fotofobia del poder es tan intensa, que si únicamente funcionara la prensa libre y veraz, aunque hubieran sido violados todos los demás cerrojos, todavía quedaría algo de esperanza y el corazón de la democracia seguiría latiendo. El pánico del poder ante la luz de la verdad y su baja tendencia a operar en la oscuridad y el engaño hacen de la prensa libre el mejor antídoto contra las tendencias totalitarias y opresoras del poder público.

Pero constatamos con dolor que el periodismo en España, salvo pocas excepciones, ha sido comprado o sometido, con el agravante de que muchos periodistas se han sometido voluntariamente, en espera de ser recompensados por el poder. En las tertulias y análisis, la mayoría de los periodistas defiende a los suyos o interpreta la actualidad desde la óptica del partido en el que milita o al que sirve. Los periodistas independientes y libres, capaces de cumplir con el deber de fiscalizar a los grandes poderes (no solo al poder político), cada día más escasos y están cada vez más debilitados y acosados por la oligocracia.

Otras conclusiones paralelas fueron que en España se puede comprar impunidad en la mayoría de los medios a cambio de inversión publicitaria y que el panorama del periodismo español está dramáticamente corrompido, con nueve de cada diez periodistas alejados del concepto de "verdad", transformados, voluntaria o involuntariamente y con más o menos intensidad, en "policías del pensamiento", en "agitadores de masas", en "correas de transmisión del poder", en "propagandistas" o en cualquier otra cosa, salvo en lo que deberían ser en democracia: gente férreamente vinculada a la verdad, aliada de la democracia y de los ciudadanos, garantes del derecho a informar y a ser informados verazmente, insurrecta frente a los abusos del poder e indomable frente a la corrupción, la desverguenza y el antidemocrático comportamiento de muchos miembros de las castas poderosas que se han apoderado del Estado.

Al final hubo ovación, emoción y unos hermosos y efímeros sentimientos de felicidad colectiva porque las ideas de libertad y de resistencia frente a la opresión y el abuso, ideas que siempre hicieron progresar a la sociedad y que convirtieron en digna y noble a la raza humana a lo largo de la Historia, avanzaron unos centímetros en una pequeña aula de una universidad sevillana, en la tarde-noche cálida de un martes y trece de octubre.


Francisco Rubiales
Miércoles, 14 de Octubre 2009
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