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El multiculturalismo ha fracasado



El terrorismo islamista ha golpeado a Suecia, el país más abierto y acogedor de Europa y, probablemente, del mundo, entusiasta y generoso a la hora de construir una sociedad multicultural y multiracial. Suecia se ha convertido en la prueba más palpable de que el multiculturalismo ha fracasado.
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Un camión ha arrollado este viernes a una multitud en una de las principales calles comerciales de Estocolmo, la capital de Suecia, matando a cuatro personas e hiriendo a otros 15 viandantes, según la policía sueca. El primer ministro, Stefan Löfven, señaló que todo apunta a que se trata de un atentado terrorista. La policía ha detenido a dos hombres en relación a lo ocurrido. Las autoridades están seguras de que el atentado tiene origen islámico.

Suecia es una sociedad tan abierta y acogedora que los políticos y los medios de prensa ocultan los numerosos delitos de los inmigrantes para no crear xenofobia. La sociedad sueca, si conociera las violaciones, asaltos y agresiones que sufren sus ciudadanos a manos de los inmigrantes extranjeros, en especial de los musulmanes, acabaría con su actual generosidad y apertura. El reciente atentado, en el que un camión fue utilizado para asesinar, con cuatro víctimas mortales y numerosos heridos, podría sirgificar el fin del "idilio" sueco con la cultura musulmana invasora.

Aunque sea doloroso reconocerlo, el multiculturalismo o la convivencia y mezcla de distintas culturas en una misma sociedad, ha fracasado en Europa y solo produce problemas, violencia, rechazo, extremismo y xenofobia. El multiculturalismo es un invento de la izquierda, que, con su "buenismo", ha querido mezclar y amalgamar a todos en los mismos espacios, a ricos y pobres, a negros y blancos, a musulmanes llenos de odio con europeos acostumbrados a la libertad y a disfrutar de derechos. El fallo del método ha sido que al forzar la mezcla imposible del agua y el aceite, el multiculturalismo ha producido violencia y dolor. Aunque sea tarde, hay que corregir porque ese camino nos lleva a la violencia y al desastre.

La izquierda siempre ha querido mezclarlo todo para homegenizarlo todo. Es una tendencia en aparente progresista, pero que tiene aristas oscuras y muy negativas porque esa homegeneización sólo pretende la primacía de lo colectivo sobre lo individual y la del Estado sobre la persona. Es la esencia del comunismo, pero disfrazada bajo un intento de construir una sociedad multicultural y mezclada que es evidente que no funciona porque una parte de esa mezcla es explosiva y depredadora.

Francia, Bélgica, Inglaterra, Alemania, España y ahora Suecia, con sus guetos musulmanes conflictivos, demuestran que el multiculturalismo está fracasando estrepitosamente. Las culturas no conviven en paz y el Islam está demostrando que es una doctrina pétrea e impenetrable, reacia a mezclarse con cualquier otra y generadora de odio, intransigencia y fundamentalismo.

Las tesis multiculturales, engendradas por la izquierda, partidaria de mezclarlo todo para homogeneizar e igualar, están en bancarrota y generando un rechazo que conduce al odio intercultural y, en muchos casos, a la xenofobia y la violencia. El odio terrorista a la cultura occidental y el auge de la extrema derecha y del rechazo a los musulmanes son dos fenómenos paralelos en Europa.

Las tendencias fundamentalistas, dentro del Islam, crecen de manera preocupante. El fundamentalismo es un fenómeno religioso que experimenta un alarmante proceso de expansión, impulsado por una explosiva mezcla de frustraciones: la pobreza, la desestabilización y la guerra en el mundo musulmán, la lucha entre sunies y chiies, el dinero del petroleo, que se está empleando en fomentar la violencia y el terrorismo, y la incapacidad de los inmigrantes musulmanes y de las culturas cristianas europeas receptoras de integrarse y fundirse.

Ante ese fracaso, no queda otro remedio que cambiar las reglas del juego y adoptar medidas defensivas en Europa, donde la cultura autóctona corre el riesgo de ser suplantada por la musulmana, que no se integra y que se mantiene activa y desafiante en guetos llenos de niños y jóvenes, pobreza, desempleo y odio.

¿La solución? Básicamente dos: mayores esfuerzos por la integración y controles a la inmigración

La obsesión izquierdista de mezclarlo y homegeneizarlo todo no funciona, a pesar de que el disfraz de esa tesis autoritaria tiene apariencia de generosidad y coherencia cultural. Todo lo que es forzado y no es libre suele terminar fracasandol La izquierda construye ciudades en las que ricos y pobres viven juntos de manera forzada, en barrios y zonas intervenidas por los gobernantes. En las naciones intentan hacer lo mismo, pero en ambos casos la realidad se impone y crea tensiones y dramas. En las ciudades, las clases medias huyen de los barrios depauperados con alto índice de delincuencia y los pobres no se sienten a gusto rodeados de ricos en ciertas zonas de las ciudades. Pero los gobernantes de izquierda, siguen tozudos con su invento, siempre para demostrar lo indemostrable: que el poder puede solucionarlo todo, cuando sólo los ciudadanos pueden ordenar y mejorar el mundo.

El multiculturalismo en Europa está en retroceso, derrotado por la violencia, la nula voluntad de integrarse de muchos musulmanes y la violencia como respuesta social. Es hora de reconocerlo y de cambiar de sistema, sustituyendo a los políticos como reguladores y dictadores de ciudades y naciones por una filosofía de convivencia basada en el protagonismo de los ciudadanos y el respeto responsable de las libertades y derechos.

Francisco Rubiales


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Sábado, 8 de Abril 2017
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