Información y Opinión

El escándalo de una clase política atiborrada de privilegios





Los ciudadanos españoles que conservan las libertad de pensar y de analizar están horrorizados ante los privilegios de la clase política española, que está alcanzando niveles de escándalo. Algunos observadores afirman que los políticos, en la práctica, están muy cerca de ser inmunes e impunes.

La lectura de la prensa diaria aporta ejemplos para escribir más de una tesis doctoral: el asesor personal de Zapatero en asuntos económicos, David Taguas cobrará su sueldo público además del de presidente de Seopan; Zapatero coloca a su primo José Miguel como director adjunto de su gabinete; el alcalde de Sevilla que encarga y paga a su primo hermano, experto en vender trajes de novias, una web institucional que no aparece por ninguna parte; las comisiones a políticos que muchos empresarios afirman pagar cada vez que realizan una inversión importante, sobre todo en el ámbito inmobiliario; los préstamos que las cajas de ahorro, políticamente intervenidas, perdonan a los partidos políticos; los sueldos y pensiones que los políticos se suben con una frecuencia escandalosa, mientras la mayoría de los españoles realizan esfuerzos sobrehumanos para que sus sueldos les lleguen a fin de mes, etc., etc..

En mi libro "Políticos, los nuevos amos", defendía la tesis de que los políticos, defendidos por sus partidos, que son las organizaciones más poderosas de la sociedad, han conseguido blindarse y ser prácticamente inpunes e inmunes frente a la Justicia. También pretendía demostrar que los fueros y privilegios de los políticos actuales, "los nuevos amos", no son inferiores a los que gozaron en el pasado absolutista las castas privilegiadas de la nobleza y el clero.

Pero lo peor de todo es que esos privilegios desmadrados, teóricamente imposibles en democracia, los recibe la clase política a cambio de una gestión pésima de lo público, de construir, con todos los poderes y recursos del Estado a su disposición, un mundo que cada día es más desigual, injusto, inseguro, violento y crispado, sin que se solucionen sus grandes problemas: el hambre, la miseria, la desigualdad, la escasez de viviendas, la injusticia, el empleo digno y la convivencia.

El balance de la actual clase política "profesional" es aterrador: el mundo que ellos dominan y gobiernan casi con poderes plenos no mejora ni en el respeto a los derechos humanos, ni en el ejercicio de las libertades y derechos, ni en el respeto a la democracia. Para colmo de males, las estadísticas demuestran, de manera terca, que la brecha que separa a los ricos de los pobres se agranda cada día más, al igual que crece la capacidad que tienen los poderosos de aplastar a los débiles.

Cada día es más evidente el principio de que "la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos".

Entonces, ¿para qué les entregamos el poder, les pagamos y les colmamos de privilegios?

   
Jueves, 8 de Mayo 2008
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