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El Rey Felipe VI maltrata la Corona y diezma a los monárquicos



No hay otro monarca en Europa que maltrate la Corona tanto como lo hace el Rey Felipe de los españoles.

Sus risas con el corrupto presidente Pedro Sánchez y con el imputado Fiscal General, su firma plasmada en leyes inicuas e indultos corruptos e injustos y su silencio y pasividad ante las maldades, injusticias y ataques a la Constitución de Sánchez son un auténtico suicidio que debilita seriamente la Monarquía y está alejando del monarca a cientos de miles de españoles, según sondeos.

Su reciente foto sonriente al lado del imputado Fiscal General del Estado español ha sido otro golpe a la dignidad monárquica. Miles de españoles han dejado de ser monárquicos ante semejante gesto.

No se puede ser un rey demócrata si se sonríe al lado de corruptos, se sancionan leyes inicuas y se silencian injusticias, arbitrariedades y atentados contra la Constitución y la democracia, como hace Felipe con Pedro Sánchez.

No vale escudarse en que en las monarquías parlamentarias el rey solo hace lo que quiere el gobierno.

Por encima de la sumisión al poder elegido está el deber sagrado del monarca de defender la patria de sus enemigos, ya sean externos o internos.

Esos deberes emanan de la Jefatura del Estado, de la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas y de la misma dignidad democrática de la Corona.
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Una sonrisa que indigna
La imagen del Rey Felipe, impecable cuando su padre abdicó en él, se está deteriorando peligrosamente y empobreciéndose con atributos como la cobardía y hasta la connivencia con un presidente dañino para España, al que el pueblo abuchea y odia por las calles y plazas.

No se puede ser tan duro con su padre y su hermana y tan complaciente y sonriente ante Pedro Sánchez, su esposa imputada y la cuadrilla que gobierna España.

Muchos lo comparan ya con el cobarde Alfonso XIII, que huyó dejando a España sumida en el caos y al borde de la guerra civil.

La historia de Felipe VI se está pareciendo de manera dramática a la de su bisabuelo Alfonso XIII, un monarca que creyó ingenuamente que podría mantenerse en el trono sacrificando a sus aliados naturales para ganarse el favor de la izquierda.

El Rey Felipe coquetea con el sanchismo y cierra los ojos y los oídos ante las bajezas éticas de los que gobiernan y sus ataques y burlas a la democracia, a la Justicia y la Constitución, además del silencio indigno ante la corrupción galopante que destruye España.

Alfonso XIII es la advertencia histórica que Felipe VI parece ignorar. Alfonso, en lugar de consolidar las bases de la monarquía con el apoyo de los sectores conservadores, católicos, militares y burgueses —es decir, sus sostenedores naturales—, se dejó arrastrar por los cantos de sirena de una izquierda que exigía concesiones sin límite y que nunca dejó de ver en la monarquía un obstáculo a destruir.

Con su comportamiento, el actual Rey, obligado por la Constitución a defender España, está convirtiéndose en un eficaz promotor de la Tercera República.

Francisco Rubiales

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Martes, 9 de Septiembre 2025
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