Joan Ridao, portavoz de ERC en el Congreso, ha dicho que "el viaje del Rey Juan Carlos (a Ceuta y Melilla) parece que sea para Zapatero un Perejil 2. Es decir, parece un intento de sacar músculo ante Marruecos para ganar votos al PP".
La verdad es que el anuncio del viaje de los reyes a Ceuta y Melilla,, el primero de un monarca español desde 1927, ha sorprendido a los observadores políticos que se preguntan ¿Por qué ahora, cuando las relaciones entre España y Marruecos atravesaban un momento dulce?
La respuesta de Ridao parece correcta y es compartida en los centros de análisis vinculados al Partido Popular y por numerosos observadores políticos.
Para Zapatero no hay nada más importante que el poder. Pertenece a esa estirpe de políticos de izquierda que han sustituido la ideología y los principios por el control del poder. Cree que la única manera de transformar el mundo es empleando todos los recursos del Estado, que son muchos y muy poderosos, y está dispuesto a cualquier cosa con tal de ganar las elecciones y mantenerse en el poder.
Únicamente desde esta óptica de análisis puede entenderse un viaje que genera tanta rabia y rechazo en Marruecos que ya ha retirado su embajador y ha encendido la mecha de la discordia, proporcionando una valiosa "baza" nacionalista y populista al gobierno de Rabat.
Zapatero sabe que con ese movimiento sitúa al Partido Popular contra las cuerdas. Al ser un gesto que fortalece el sentido de patria y la españolidad, el PP no tiene otra opción que apoyarlo, mientras que él demuestra una sensibilidad ante lo español de la que ha carecido en los últimos cuatro años, ganando votos de la derecha en vísperas de las elecciones generales.
Igual ocurre con el Monarca, quien, a pesar de que la visita disguste a "su primo" el sultán de Marruecos, no tiene más remedio que ir.
Se trata de una jugada electoral muy osada y arriesgada, gracias a la cual Zapatero, consciente de que la visita produce enorme satisfacción en España, se envuelve en la bandera con el único objetivo de arrebatarle votos a la derecha.
Dentro del estilo Zapatero y de su línea política, el movimiento no tiene ni pies ni cabeza y es una nota discordante en su mandato, que se ha caracterizado por el apoyo a todo lo que disgregue y debilite la unidad de España. Pero el gesto político demuestra con una claridad meridiana hasta donde puede llegar la falta de escrúpulos de un político que es capaz de arriesgar y de jugar todo lo fuerte que sea necesario si consigue ganar votos y mantenerse en el poder.
¡Que Dios nos libre de los políticos osados!
La verdad es que el anuncio del viaje de los reyes a Ceuta y Melilla,, el primero de un monarca español desde 1927, ha sorprendido a los observadores políticos que se preguntan ¿Por qué ahora, cuando las relaciones entre España y Marruecos atravesaban un momento dulce?
La respuesta de Ridao parece correcta y es compartida en los centros de análisis vinculados al Partido Popular y por numerosos observadores políticos.
Para Zapatero no hay nada más importante que el poder. Pertenece a esa estirpe de políticos de izquierda que han sustituido la ideología y los principios por el control del poder. Cree que la única manera de transformar el mundo es empleando todos los recursos del Estado, que son muchos y muy poderosos, y está dispuesto a cualquier cosa con tal de ganar las elecciones y mantenerse en el poder.
Únicamente desde esta óptica de análisis puede entenderse un viaje que genera tanta rabia y rechazo en Marruecos que ya ha retirado su embajador y ha encendido la mecha de la discordia, proporcionando una valiosa "baza" nacionalista y populista al gobierno de Rabat.
Zapatero sabe que con ese movimiento sitúa al Partido Popular contra las cuerdas. Al ser un gesto que fortalece el sentido de patria y la españolidad, el PP no tiene otra opción que apoyarlo, mientras que él demuestra una sensibilidad ante lo español de la que ha carecido en los últimos cuatro años, ganando votos de la derecha en vísperas de las elecciones generales.
Igual ocurre con el Monarca, quien, a pesar de que la visita disguste a "su primo" el sultán de Marruecos, no tiene más remedio que ir.
Se trata de una jugada electoral muy osada y arriesgada, gracias a la cual Zapatero, consciente de que la visita produce enorme satisfacción en España, se envuelve en la bandera con el único objetivo de arrebatarle votos a la derecha.
Dentro del estilo Zapatero y de su línea política, el movimiento no tiene ni pies ni cabeza y es una nota discordante en su mandato, que se ha caracterizado por el apoyo a todo lo que disgregue y debilite la unidad de España. Pero el gesto político demuestra con una claridad meridiana hasta donde puede llegar la falta de escrúpulos de un político que es capaz de arriesgar y de jugar todo lo fuerte que sea necesario si consigue ganar votos y mantenerse en el poder.
¡Que Dios nos libre de los políticos osados!