Información y Opinión

El Islamismo extremista utiliza la democracia para acabar con ella





La democracia es el principal signo de identidad de Occidente, al margen de que en la práctica no seamos tan demócratas como presumimos.

Es normal que los musulmanes rechacen la democracia. Sean o no dictadores, sean o no tiranos o crueles, la ceptación y asimilación de la democracia supone la extinción de su propia civilización. Aún reconociendo los derechos y libertades individuales de los ciudadanos, no podrán situarse de lleno en esa forma de vida hasta que no quede a salvo su prestigio de civilización "diferente, grande, fuerte e independiente". No debe quedar ninguna duda de que “Alá es el mas grande”.

Será entonces, y solo entonces, cuando tal vez empiecen a aceptar la democracia como algo "inofensivo" que no atenta contra la identidad y el caracter que conforman la idiosincracia propia de su civilización. De momento el único medio de protegerse es refugiarse en su propio enclaustramiento, dando señales de su "poder" mediante actos de terror, sonados por su crueldad y abundancia de sangre.

Su conciencia de inferioridad les lleva a la conclusión de que si son temidos, serán mas respetados y respetables. Tendrán derecho a igualdad ante cualquier civilización o forma de vida, dentro o fuera de su hábitat natural o de origen, hasta exigirla así a los propios estados donde son acogidos y residen. Con el mismo radicalismo con que se oponen a la democracia, se aprovechan de nosotros, a través de ella.

Su arrogancia a la hora de exigir a Occidente mezquitas, escuelas, menús especiales y
hasta el velo de las mujeres en el D.N.I., imponiendo su cultura y formas de vida allá por donde van, les hace fuertes y superiores progresivamente en la medida que se les va complaciendo en sus reivindicaciones, siendo real tanto su superioridad en la medida que es real nuestra debilidad al ceder a esa arrogancia, tan injusta como perniciosa, que interfiere, perturbando frecuentemente nuestra particular forma de convivencia y hasta nuestra seguridad.

Utilizan la democracia, para acabar con ella. Algo que sin duda conseguirán si Occidente no aprende pronto a NO ser demócrata con los enemigos de la democracia. La única forma de contener el fanatismo arrogante es siendo mas arrogante y mas radicales que ellos mismos. Devolverles su medicina con el debido porcentaje de aumento. Practicar algo tan viejo y consagrado como la “reciprocidad”. A partir de ahí, no molestarles en sus lugares de origen. Que sean felices con sus costumbres, pero allí. Sin duda, se cocerán en su propia salsa y se extinguirán poco a poco porque, a pesar de las apariencias, la esencia del Islam es retrógrada y contraria al progreso histórico y cultural.

Clandestino


Franky  
Lunes, 11 de Septiembre 2006
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