Sabido es que el periodismo español está tan podrido, desprestigiado y envilecido como la política. La polítización y el abandono de la independencia y de la verdad han llenado al periodismo español de vergüenza. La mayoría de los periodistas han abandonado la independencia, han tomado partido, han renunciado a la verdad y han perdido la capacidad de fiscalizar al gobierno, lo que les enemista con la democracia, pero hoy ha dado una agradable sorpresa a la sociedad al dejar plantados a los dirigentes del partido proetarra ANV, que pretendían vetar a tres medios de comunicación.
Los proetarras celebraban su XI congreso y vetaron el acceso atres medios de comunicación. Los periodistas apelaron a la libertad de información y exigieron que los vetados fueran admitidos. El secretario general del ANV, Antkon Gómez, reaccionó con arrogancia afirmando que "Yo, en mi casa, invito a quien quiera".
Los periodistas respondieron a la maniobra totalitaria abandonando el recinto, en solidaridad con los compañeros vetados, todo un ejemplo que permite recobrar cierta esperanza en una profesión masivamente envilecida por haber abandonado los grandes valores y principios del periodismo democrático, que son la independencia y el servicio a la verdad, para alinearse con los poderes, transformarse en "comisarios políticos" que sólo ven los errores ajenos mientras silencian los del propio bando, y formar parte del de la llamada "policía del pensamiento".
Que cunda el ejemplo.
Los proetarras celebraban su XI congreso y vetaron el acceso atres medios de comunicación. Los periodistas apelaron a la libertad de información y exigieron que los vetados fueran admitidos. El secretario general del ANV, Antkon Gómez, reaccionó con arrogancia afirmando que "Yo, en mi casa, invito a quien quiera".
Los periodistas respondieron a la maniobra totalitaria abandonando el recinto, en solidaridad con los compañeros vetados, todo un ejemplo que permite recobrar cierta esperanza en una profesión masivamente envilecida por haber abandonado los grandes valores y principios del periodismo democrático, que son la independencia y el servicio a la verdad, para alinearse con los poderes, transformarse en "comisarios políticos" que sólo ven los errores ajenos mientras silencian los del propio bando, y formar parte del de la llamada "policía del pensamiento".
Que cunda el ejemplo.