Colaboraciones

EL DEBATE SOBRE LA NACIÓN





EL DEBATE SOBRE LA NACIÓN
Este debate anual de los políticos en el Congreso suscita pocos entusiasmos en la ciudadanía, que viene ya cansada de palabras, rupturas y estatutos.

Rajoy ha lanzado sus encendidas andanadas contra la pasividad, la política de parcheo y el descontrol de la inmigración ilegal, que es, por el momento, el problema que más inquieta a los españoles, junto con el de la delincuencia, y que tiene al Ejecutivo desbordado. Responsabiliza a R. Zapatero de fomentar el reclamo de los “sin papeles” con la regularización del curso pasado; la legalización masiva produjo la venida anárquica, incontrolada e insostenible; por el Sur, entran víctimas de las mafias y, por el Norte, entre la gente que viene a buscar la vida, se nos meten tranquilamente las mafias y las delincuencias. Hizo bien con silenciar el asunto etarra. No deben tener propaganda; sólo tienen que entregar las armas. Es el único resquicio.

El hombrecete del talante le replicó con un aluvión de cifras y gráficos, sobre la política inmigratoria y de inseguridad ciudadana que realizó el Gobierno del PP; y aseguró que su regularización se produjo con los inmigrantes irregulares que, en Agosto del 2004 gobernando los populares, ya estaban en España; y que la profusión de las bandas organizadas y de extrema violencia, siendo ministros del interior Rajoy y Acebes, lamentablemente, ya se daba aquí del 2000 al 2004. Adoptando una actitud engolada y autosuficiente le lanzó: “Mire, Sr. Rajoy, lo que sucede es que Vd. no tiene ni idea de lo que es España”. O sea, que el conocimiento de su nación y todas las posibles bondades las tiene únicamente él; la oposición es una panda de inútiles y de fachas que no saben dónde están y andan en su crispación; él y sus adláteres no crispan, no mienten, no ocultan pruebas y argumentos, sino que se dedican a reparar los desperfectos recibidos.

Al soltar sus frases altisonantes, se queda pasmado de sí mismo y tan satisfecho que parece querer besarse con su boquita de sonrisa y talante. “Yo soy el que sabe, soy el salvador, lo que tengo enfrente es impresentable e inservible”, piensa. Salmodia que repetida con insistencia va calando en el cuerpo social adocenado por las logses y la vaciedad televisiva.

La cuestión resultó anodina. No se habló de la insufrible reforma de los estatutos, ni del modelo territorial emprendido, ni de la evasiva investigación y lagunas de la instrucción judicial sobre el 11-M, ni se pusieron sobre la mesa las graves contradicciones y arriesgadas aventuras del Presidente Zapatero. Claro que, con la intransigencia protagonista de M. Marín sobre la cabeza y con sus admoniciones e interrupciones, no tuvo tiempo más que de salir huyendo de la vara vergonzosa de la inflexibilidad. Su intolerable abuso y reproches disonantes y descorteses con la oposición quedó patente.



Camilo Valverde Mudarra

Franky  
Martes, 6 de Junio 2006
Artículo leído 1119 veces

También en esta sección: