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Donald Trump, ¿"proteccionista" o "protector"?



Los viejos políticos critican a Donald Trump porque dicen que es un "proteccionista" y aseguran que el proteccionismo "no tiene futuro". Lo odian tanto que lo tratan como un hereje y es probable que lo sea porque los está ridiculizando y poniendo al descubierto las mentiras, engaños y suciedades de la política tradicional.

Es posible que los engañados ciudadanos del planeta descubran pronto que el verdadero proteccionismo no consiste tanto en cerrar fronteras como en "proteger" a sus ciudadanos, que es lo que pretende hacer Trump, cumpliendo de ese modo el primer deber de todo dirigente democrático.

Nadie duda que Trump es un peligro real para los políticos de viejo cuño porque está demostrando que se puede hacer otra política distinta y que se puede gobernar para el pueblo, algo que se había olvidado en la política mundial. Pero quizás no sea un peligro sino una bendición para los ciudadanos y consiga devolver a la democracia su verdadero significado original de "Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", una definición sobre la que han escupido los políticos tradicionales de todo el mundo.

Si ser proteccionista significa proteger al propio pueblo de los peligros y amenazas, bendito sea el proteccionismo. Bloquear la entrada de inmigrantes, cuando son demasiados o cuando su llegada masiva conlleva el peligro de que se infiltren terroristas, es proteger al pueblo y cumplir la voluntad de los votantes. Trump no es un político al uso y está aplicando la política de manera simple y frontal, sin los subterfugios, trucos, engaños, corrupciones y mentiras que inundan y envilecen la vieja política mundial.
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Esos líderes mundiales, sobre todo los europeos, que tanto critican a Trump nos han llevado ya a dos guerras mundiales y a muchas masacres, exterminios y tragedias. Siempre quieren mas poder y nos piden que les votemos, pero nunca solucionan los problemas y lo único que hacen es protegerse, rodearse de policías, comprar medios de comunicación, aliarse con las élites multimillonarias y saquear cada día un poco más la riqueza ajena.

Muchos de ellos son tipos endogámicos, egoístas y degradados, obsesos del poder, a los que no les tiembla el pulso ni les remuerde la conciencia cuando, una y otra vez, anteponen sus propios intereses al bien común. Su principal obra quizás ha sido haber pervertido y degradado tanto la democracia que la han convertido en una inservible dictadura camuflada de partidos políticos, políticos profesionales y burócratas, todos al servicio del establishment.

Trump es un empresario, no un político y está haciendo lo que un empresario sabe hacer: tomar medidas para solucionar los problemas y defender a su pueblo. Si el terrorismo amenaza, se le corta la entrada; si las empresas huyen a otros países, se las hace regresar; si los inmigrantes llegan en oleadas y sin control, se construye un muro; si los tratados internacionales benefician a otros, se renegocian para que beneficien también a los norteamericanos.

Pero los hipócritas de la vieja política, los que han construido este mundo injusto y desigual que habitamos, donde la riqueza se transfiere cada día, a chorros, desde las clases medias y trabajadoras a las élites, no pueden soportar que Trump les deje en ridículo ante el mundo y demuestre que muchos de los viejos problemas que ellos jamás solucionan, desde la pobreza y la injusticia al dolor, desde las guerras a la desigualdad, tienen remedio. Por eso lo están criticando y masacrando desde todos los palacios y ministerios, con la valiosa ayuda de unos medios de comunicación a los que tienen sometidos y comprados a través del dinero público.

Desmontar los ataques contra Trump es fácil, pero hay que saber como funciona la propaganda de los políticos falsos demócratas y hacerse preguntas cruciales, como, por ejemplo: ¿Que es peor cerrar temporalmente las fronteras a los inmigrantes de siete países fabricantes de terroristas o inundar Europa de inmigrantes, dejándolos penetrar sin filtros ni controles en ríos humanos sin protección, creando en todas las poblaciones de Europa desasosiego y miedo ante la invasión y las oleadas de violaciones, robos y agresiones desatadas?

La verdad sobre Trump no es la que dicen sus defensores y menos aun la que propagan sus adversarios, sino la que él se labre en el futuro, ejerciendo como presidente.

El gran mensaje de Donald Trump a los viejos políticos derrotados, pronunciado en su discurso de toma de posesión, es una verdad como un templo: "Vuestra política beneficia a las élites, pero no a los ciudadanos".

La acusación es aplicable en cada rincón del mundo donde los políticos intervienen. En España, ¿A quien beneficia la acción de gobierno, a los políticos, que están plagados de privilegios, pensiones de lujo, sueldos elevados y puestos en los consejos de administración de las grandes empresas o a los ciudadanos, a los que se les acribilla a impuestos y cada día se les arrebatan mas servicios básicos, derechos y riqueza?

Lo que los políticos de Europa y de muchos lugares del planeta temen no es que Trump sea un proteccionista, sino que sea de verdad un "protector" de su pueblo y demuestre que lo que la vieja política ha hecho hasta ahora es sembrar el mundo de corrupción, guerras de rapiña, desigualdad, injusticia, dolor, pobreza y privilegios para los poderosos. Los ciudadanos, ante el desafío de Trump, quizás consigan pensar eso que la vieja política les oculta con una insistencia sospechosa: que otro mundo mejor es posible y que la democracia es otra cosa muy diferente a esta basura que nos rodea.

Francisco Rubiales


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Jueves, 2 de Febrero 2017
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