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Derribar los símbolos franquistas exige derribar media España



El Gobierno de Pedro Sánchez se dispone a publicar, antes de finales de noviembre, en el BOE, el catálogo de símbolos franquistas que serán retirados de las calles. Lo hace para que no meditemos sobre la bajeza que infecta a su gobierno, su partido y su familia.

¿Qué van a arrancar o destruir del Franquismo, si ya lo han derribado todo? Ya no hay estatuas, ni calles dedicadas a franquistas. Sólo queda lo que no se atreven a destruir porque es demasiado grande, valioso y querido por el pueblo, como los grandes hospitales, las universidades, los pantanos, las viviendas sociales, los polígonos y un largo etcétera de abras que construyó el Franquismo convirtiendo la España arrasada por la Guerra Civil en la octava potencia mundial.

Quedan también vivos el recuerdo y la añoranza, pero eso no pueden eliminarlo.

El sectario corrupto Pedro Sánchez quiere eliminar por ley todos los símbolos franquistas. El pobre inculto y fanático no sabe lo que dice porque para eliminar lo que el franquismo hizo tendría que derribar más de cuatro millones de viviendas sociales para pobres, más de quinientos embalses y pantanos, la seguridad social, la paga extra de julio, centrales atómicas, los mejores hospitales del país, fábricas, puertos, astilleros, compañías aéreas, redes de ferrocarriles, aeropuertos, carreteras y todo lo que construyó desde la nada hasta hacer de España la octava potencia mundial.
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Pedro Sánchez tendrá que arrancar millones de placas como está, colocadas por el Franquismo en los millones de viviendas sociales que construyó.
Franco y el franquismo estaban casi olvidados hasta que llegó al poder el miserable Zapatero, que decidió resucitarlos para dividir a los españoles e introducir el odio y la tensión en la vida política, únicamente para ganar votos.

Los españoles, tras la muerte de Franco, adoptaron con generosidad y sabiduría la valiosa decisión de olvidar el drama de la Guerra Civil, intentar que las heridas cicatrizaran e introducir el perdón en nuestras vidas para construir juntos un futuro de prosperidad. Pero llegaron los socialistas y, desde la miseria y la bajeza, resucitaron los peores fantasmas del pasado y utilizaron el odio a Franco y a su régimen para ganar votos.

Zapatero y Sánchez han sido campeones en esa ruta de bajeza y deterioro de la convivencia, que inició Felipe González. Ahora, Pedro Sánchez, quiere dar un paso más en ese camino equivocado y recurrir de nuevo al odio y al rencor, acosando los recuerdos y memoria del pasado para que los españoles no piensen en su corrupción, la de su familia y a la de sus principales colaboradores, en la cárcel o imputados por corruptos y abusadores.

Enumerar los logros y obras del franquismo necesitaría el espacio de una tesis doctoral, pero citemos sólo algunas para advertir la enormidad de aquella obra, construida por un sistema que apenas cobraba impuestos y que logró el milagro de convertir a España en una potencia respetada y admirada en todo el mundo, incluyendo aquel "milagro español" del que se habló como modelo de desarrollo sólido y triunfante.

SEAT (1955, primera fábrica nacional de automóviles), RENFE (1941, unificación de ferrocarriles), Iberia y Telefónica (nacionalizadas y expandidas). Se crearon polígonos industriales, como el mayor de Europa, en 1967.

Se erradicaron enfermedades como la tuberculosis y se redujo la mortalidad infantil. Se construyó el Hospital La Paz (1964) y se impulsó la educación primaria con la Ley de 1945, eliminando el analfabetismo por primera vez.

Carreteras, aeropuertos, escuelas, universidades y el Valle de los Caídos (1959). El turismo creció de 6 a 34 millones de visitantes entre 1960 y 1973, con construcciones costeras como hoteles, balnearios, complejos residenciales e infraestructuras playeras.

Los avances en sanidad y educación fueron portentosos, al igual que los logros en política exterior, donde España consiguió una resolución de Naciones Unidas condenando la colonia de Gibraltar, ser el interlocutor privilegiado del mundo árabe y avanzar seriamente en la creación de una vigorosa Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Muchos de aquellos logros y avances han sido dinamitados por los falsos demócratas, hasta el punto de que hoy, con Pedro Sánchez en el poder, España no cuenta en el concierto internacional, la Comunidad Iberoamericana está hecha pedazos y hemos logrado ser un país despreciado, aislado e insignificante.

Francisco Rubiales

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Sábado, 25 de Octubre 2025
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