Información y Opinión

Debate Zapatero Rajoy: el bipartidismo caduco





Tras el debate entre Zapatero y Rajoy, los pocos demócratas que quedan en España salieron con un insoportable mal sabor de boca. Más que un debate fue una exhibición de bipartidismo caduco y renqueante ofrecida por dos irreconciliables políticos de viejo cuño que se peleaban ante las cámaras después de haberse peleado en el Parlamento y en las trincheras de la política durante cuatro años decepcionantes.

Más que decidir quien ganó sería más correcto dilucidar cual de los dos decepcionó menos.

Ni una propuesta ilusionante, ni una solución imaginativa, ni una sóla sorpresa. Las mismas navajas de siempre clavadas en los mismos sitios. Poco respeto al ciudadano y nulo respeto a la verdad, que es la esencia de la democracia. Un presidente mentiroso y un aspirante al que le pesan demasiado los errores y carencias del pasado. Algunas mentiras fueron vergonzantes, como la de Zapatero cuando aseguraba que la vivienda había bajado de precio durante su mandato.

Más de lo mismo. Lo único que cambió fue el escenario, ahora en vivo y en directo. Dos gallos peleando sin rubor ante toda una nación que se merece algo más que eso. Ningunó logró "reclutar" a nadie para un proyecto de futuro. Luchaban tanto por el voto que perdieron la oportunidad de luchar por España y por sus ciudadanos.

No se veía el liderazgo. Demostraron que solo eran dos "políticos".

Si se analiza desde la óptica de los "hooligans", como si se tratara de un partido de fútbol, Rajoy ganó por tres a dos y logró apoderarse de la ofensiva, obligando a Zapatero a tirar el talante por la borda y a recurrir al pasado para defenderse. Pero fue una victoria miserable, incapaz de cambiar nada, ni de inclinar a los indecisos.

Tras el debate uno puede votar a Rajoy o a Zapatero, pero más bien siente uno ganas de votar a un tercero, de hacerlo en blanco o de abstenerse. Puede afirmarse con seguridad que fue un debate a la altura de la débil y degradada democracia española, de cuchillos cortos, de reproches, de políticos incapaces de dirigir a sus pueblos hacia horizontes de ilusión.

Ni un soplo de aire fresco, demasiados retornos al pasado, mucho odio mutuo, incapacidad para unir esfuerzos ante los retos y problemas de España.

Lo único bueno es que hubo debate. Todo lo demás, triste, como la política española.



   
Martes, 26 de Febrero 2008
Artículo leído 4869 veces

También en esta sección: