Información y Opinión

Cuba: el día que murió Franco



Me escribió Alex Grijelmo, siendo presidente de la Agencia EFE, para pedirme que le enviara algunas anécdotas relevantes de mis tiempos como empleado de EFE. Pensaba editar un libro con esas aportaciones. Una gran idea. Ahí va una anécdota buena: la muerte de Franco, vivida desde La Habana (Cuba):



Era yo director de la oficina de la Agencia EFE en Cuba. La noche del 20 de noviembre de 1975 estuvimos brindando con mi única botella de cava (todo un lujo asiático en aquella Cuba racionada) con amigos cubanos por el fin de la dictadura franquista. Al amanecer del día 21 suena el teléfono y es el embajador de España, Enrique Suárez de Puga, que me comunica la noticia: "Paco: Cuba decreta tres días de duelo oficial por la muerte de Franco". "No me lo creo, embajador; debe ser una broma". "Estoy hablando en serio. Tengo aquí delante el decreto oficial, firmado por el presidente Oswaldo Dorticós". "Lo siento, embajador, pero tengo que verlo con mis propios ojos". "Vente para la embajada".

En mi coche, desde El Vedado a la Habana Vieja, con las calles desiertas, sin apenas circulación, no tardé más de cinco minutos en llegar. Vi el decreto oficial con mis propios ojos y, aunque me pareció extraño que la Revolución Cubana decretase duelo oficial por la muerte del dictador español, tuve que creérmelo. Regresé a mi casa y envié la noticia URGENTE a EFE, que la rebotó de inmediato por todos sus canales.

Media hora más tarde, recibo una llamada del MINREX cubano (Ministerio de Relaciones Exteriores) y escucho la voz airada de un funcionario que me increpa "por mentiroso" y que me dice: "gallego: prepara las maletas porque te vas de Cuba. Te vas expulsado por mentir ¿Cómo va a decretar Cuba duelo oficial por la muerte de Franco?" Le respondo que es cierto, que he visto con mis propios ojos el decreto, pero insiste: "Prepara las maletas".

Mi mujer empezó a preparar las maletas, pero yo no daba crédito a lo que estaba pasando. Llamé a "Prensa Latina" y le conté lo que me pasaba a Carlos Mora, subdirector de la agencia oficial de noticias cubana. Carlos me repitió la misma historia: "Es imposible que Cuba haya decretado duelo oficial. Debes estar equivocado. Te has metido en un lío". Pero yo no me rendía y apelé a mi condición de representante de EFE, solicitándole una entrevista oficial con el director de Prensa Latina, Gustavo Robreño, un militar periodista, hombre de confianza de Raul Castro, con quien yo mantenía una relación cordial, aunque sólo nos veíamos en alguna que otra recepción oficial, no más de una vez al mes.

A los pocos minutos me llamó Robreño, que ya había realizado sus investigaciones y me dijo: "Quedate tranquilo. Tienes razón con lo del decreto, pero se trataba de una comunicación privada al embajador y nadie había previsto que se publicara. Nos has metido en un buen lío".

Dias después pude poner en pie toda la historia: Cuba decretó duelo oficial, pero quiso mantener esa comunicación en niveles privados para quedar bien con España y, al mismo tiempo, evitar un escándalo internacional. Nadie había previsto que un periodista lanzara la noticia.

El ambajador de España se pasó el día 21 de noviembre recorriendo los centros públicos y cuarteles de la Habana, exigiendo que bajaran la bandera y la pusieran a media asta, como correspondía hacer, según el decreto. En cada centro, ante la pretensión del embajador se organizaba todo un revuelo y se cursaban consultas urgentes de alto nivel. Terminaban colocando la bandera a media asta, pero volvían a subirla cuando se marchaba el embajador.

La noticia de EFE se publicó en medio mundo. Para mí fue la primera vez que publiqué una exclusiva en medios tan destacados como The Washington Post, The New York Times y Le Monde, entre otros muchos.

Dias mas tarde, Fidel Castro en persona me llamó para conversar sobre el futuro de España tras la muerte de Franco. Refiriéndose a la noticia que envié sobre el "duelo oficial" me dijo: "En menudo lío nos has metido".

La Cuba comunista de Castro decretó duelo oficial por la muerte del Caudillo, pero quiso mantener esa decisión en absoluto secreto, quizás porque no sabían como explicar, ideológicamente, esa medida. Un periodista libre les aguó la fiesta.

(Anécdota periodística dedicada a la Agencia EFE y a sus muchos periodistas libres de entonces)


   
Lunes, 1 de Octubre 2007
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