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Contra la perversión de nuestros hijos en las escuelas y contra la televisión que nos envilece



Prefiero que un travestí obsceno o una lesbiana hortera le hable de sexo a mis hijos en el colegio a que un político socialista o de Podemos les explique, a través de la televisión, que es la democracia y que dice la Constitución. El travestí y la lesbiana pueden pervertir su vida sexual, pero el político los hará esclavos y los envilecerá.
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La televisión es utilizada por el poder como fábrica de esclavos
La maquinaria del envilecimiento y la degradación colectiva de los españoles está en marcha y funciona a pleno pulmón. Las clases de sexo práctico en las escuelas a niños de seis años es sólo un capítulo del terror que nos cocinan nuestros políticos. Lo peor está en la televisión, convertida por los partidos políticos en máquinas brutales de corrupción y bajeza.

Nos escandalizamos y gritamos cuando el gobierno de Sánchez dice que los hijos "no son de sus padres" para justificar el adoctrinamiento y una formación pervertida en la enseñanza, dirigida por el Estado, pero no reaccionamos ante el adoctrinamiento masivo del pueblo a través de la televisión, ni nos indignamos ante el hecho de que políticos corruptos, vagos e ineptos aparezcan a diario en la televisión, donde son presentados como héroes y modelos, cuando en justa ley deberían estar entre rejas.

El adoctrinamiento de niños y jóvenes en las escuelas, institutos y universidades lleva funcionando muchos años a pleno pulmón, silenciosamente y sin que los borregos protestemos, como tampoco nos rebelamos ante el adoctrinamiento de la televisión, que es diez veces más grave y que nos afecta a todos, a niños, jóvenes y adultos, tratados como escoria por el poder político, interesado en gobernar sobre manadas de borregos atolondrados en lugar de hacerlo sobre hombres y mujeres libres y pensantes.

El Estado es tan peligroso que se ha creado la democracia para contenerlo, controlarlo, limarle las zarpas e impedir que nos devore a todos. Ese Estado, cuando destruye los controles y degrada la democracia, como ha ocurrido en España, sin que protestemos ni nos rebelemos, se torna un monstruo dañino y cruel cuyo mayor objetivo es envilecernos y esclavizarnos.

Basta mirar como funcionan los orfanatos y las casas de acogida públicas, dependientes del Estado, donde la mayoría de las niñas son prostitutas y la mayor parte de los niños terminan en la delincuencia o en la droga. Considerar al Estado un buen educador, como pretende la izquierda, es una falacia porque de sus aulas y sus tutelas producen gente destrozada y con escandalosos índices de delincuencia, prostitución, droga y suicidio.

Pero el más grave atentado de la izquierda española contra los seres humanos y valores como la libertad, la decencia y otros muchos es el adoctrinamiento a través de la televisión sometida al poder, gracias a la cual el país se ha llenado de cobardes, vagos, resentidos, envidiosos y adictos a los subsidios. Si alguien quiere entender como un pueblo como el español, que conquistó medio planeta y que fue temido en todo el mundo por su valor y gestas militares ha terminado siendo el mas cobarde de todos, que mire la programación de la televisión y el enorme peso de ese medio en la cultura y la formación de los españoles del presente.

En lugares como Cataluña, donde tanto el PSOE como el PP han dejado a los nacionalistas utilizar la más cruel y eficiente maquina de envilecimiento colectivo de toda Europa, las escuelas, institutos y universidades llevan produciendo vagos endemoniados y llenos de odio desde hace décadas, un ganado pervertido que termina de ser adoctrinado y bestializado a través de TV3 y de otros medios pagados por la Generalitat, convertidos en maquinas de perversión y bajeza.

Todo eso ha ocurrido ante nuestras cobardes narices de ciudadanos españoles, sin que hagamos nada por evitarlo, sin expulsar del poder a la ralea de políticos indecentes que lo han permitido y alentado.

Pero la máquina de envilecer funciona en todo el país, alentada y pagada por la clase política. Desde la tele, cuyas grandes cadenas han sido sometidas por el gobierno a cambio de dinero y concesiones, se fabrican esclavos y se proyectan a la sociedad modelos falsos diseñados para envilecer y destruir esos valores que son el soporte ético de la sociedad Los proxenetas, las putas, los gays, las lesbianas, los independentistas y los que practican sexo libre y frivolidad a toda máquina son los héroes que se presentan ante el pueblo. Las jóvenes de hoy saben que acostarse con un famoso es más rentable que tres carreras universitarias y los jóvenes ven en la tele como hacerse político te catapulta hacia el cielo y a la riqueza, sin tener que trabajar ni rendir cuenta a nadie. En la tele se ve como los corruptos y sinvergüenzas con poder salen en los telediarios y son convertidos en héroes, en lugar de estar donde merecen, en la cárcel. La televisión manipula, adoctrina, esconde la verdad, miente y convierte el mal en protagonista de la vida, causando un daño letal a los ciudadanos, a sus defensas morales y valores.

Es cierto que la rueda envilecedora funciona desde hace muchos años y que ha sido empujada por la derecha y la izquierda, pero nadie llegó tan lejos en esa matanza del alma como Pedro Sánchez y sus aliados comunistas, pro terroristas y secesionistas, que han convertido la televisión en una máquina de asesinar el alma. Unos y otros, derechas e izquierdas, han consentido durante cuarenta años que la peores armas del comunismo, la manipulación a través de la enseñanza y los medios de comunicación, funcionen sin trabas y casi siempre gracias al dinero público, sembrando día a día el germen de la traición y la bajeza en las generaciones venideras.

Rebelarnos contra el adoctrinamiento de los pervertidos en las escuelas es bueno, pero la única manera de acabar con la destrucción en marcha que han empujado los políticos desde hace décadas es impidiendo su obscena impunidad y que la televisión y en menos medida otros medios sean usados por el poder contra el pueblo, para envilecerlos y convertirlos en zombies esclavos.

Francisco Rubiales

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Lunes, 20 de Enero 2020
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